Capítulo 28

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Agoney juega con las llaves entre sus dedos mientras espera a que algún Vázquez le abra la puerta.

Lo hace Álvaro, con un café en la mano y todavía en pijama.

- Te voy a tener que hacer una copia de la llave para que no me cortes el café todas las mañanas – bromea Álvaro.

- Exagerado, hace semanas que no molesto – ríe Agoney.

- La magia del balcón y esas cosas...

Álvaro ríe con él y le cede el paso al interior del piso.

- La bella durmiente todavía duerme – señala la habitación de Raoul con la cabeza.

- No esperaba menos... - rueda los ojos.

Como muchas otras veces, se dirige a la puerta de Raoul y la entreabre poco a poco. Se espera oscuridad, pues sabe que el chico lleva un par de noches durmiendo con los porticones cerrados, pero le parece devastadora la falta de luz entre esas cuatro paredes.

Reconoce el sonido del edredón de Raoul moverse con él, así que supone que no está dormido y se permite entrar. Camina con cuidado por la habitación y busca hueco en el borde de la cama.

Cuando sus ojos se acostumbran a la falta de luz, distingue el rostro de Raoul, prácticamente escondido por el edredón. Tiene los ojos cerrados y el ceño fruncido, así que Agoney lo reconoce como un esfuerzo por volverse a dormir y no de estar realmente dormido.

Alarga la mano y acaricia, con la punta de los dedos, su frente, apartándole el flequillo y obligándole a abrir los ojos.

- Cinco minutos más... - le escucha pedir, mientras esconde el rostro en el calor de la cama.

Agoney suelta una carcajada suave y se acerca para dejarle un beso en la frente. Cuando se aparta, Raoul suelta una especie de gruñido cansado y saca los brazos del edredón para buscarle con las manos y atraerle hacia él.

Agoney se deja recostar sobre el cuerpo de Raoul y le permite los cinco minutos de más que le pide, disfrutando de las regulares subidas y bajadas de su pecho con cada respiración.

Cuando se le empiezan a cerrar los ojos, contagiado del calor y comodidad de los brazos que se han cerrado a su alrededor para no dejarle levantarse, decide insistir un poco más.

- ¿Estás despierto? – pregunta en voz baja.

Raoul asiente, topando con la cabeza de Agoney en cada movimiento que da con la suya.

- ¿Has dormido bien?

- He dormido.

- ¿Estás nervioso?

No contesta.

- ¿Puedes conducir tú? – pregunta, algo tímido.

- Ya pensaba hacerlo – se incorpora y coge una de sus manos. – Venga, arriba.

- Hace mucho que no me sacan sangre, Ago – avisa, haciendo caso e incorporándose en la cama.

- ¿Te mareas?

- No, pero no me gusta.

- No tardan nada en hacerlo, ya verás.

Raoul asiente, fingiendo creerse sus palabras, y se levanta para abrir el balcón y dejar entrar luz en la habitación. Se rasca los ojos con el dorso de la mano, ahuyentando el sueño, y bosteza.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Where stories live. Discover now