Capítulo 25

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Le tiemblan los dedos.

Ha tenido una noche horrible. Se ha despertado con el recuerdo borroso de Agoney en su pantalla y no ha vuelto a ser capaz de conciliar el sueño. No ha tenido pesadillas, pero la sensación amarga de haberse vuelto a topar con algo tan desagradable se le ha repetido hasta pasadas las ocho de la mañana, cuando ha decidido llamar a Ricard para quedar para estudiar.

Se ha tomado unas cuantas tazas de café a disgusto, en parte para mantenerse en pie, en parte para tener una excusa para el temblor de sus dedos. Sabe que no es por el café, ni por la falta de sueño.

Las nueve de la mañana y la biblioteca de la facultad ya está repleta de gente. Se nota la fecha en la que están.

- Miriam lleva un par de días en mi casa – cuenta Ricard, entre susurros y dosieres.

Raoul le mira extrañado. Cierra el bolígrafo y centra toda su atención en Ricard. Es más interesante que la botánica.

- Efrén le ha pedido que le deje el piso unos días. Está con Quique, creo – explica.

- ¿Están viviendo juntos? – Raoul frunce la expresión.

- Miriam no me ha querido contar nada, pero me ha dado por pensar que igual Quique ha hablado con su padre...

A Raoul le recorre un escalofrío. Sabe que el padre de Quique contemplaría echar a su hijo de casa si Efrén saliera en su conversación.

- Joder...

- ¿Por qué no hablas con él? A mí se me hace un poco raro... creo que le comí la boca en Año Nuevo.

- Doy fe, Ricky, doy fe – ríe.

Vuelven a sus respectivos estudios y consiguen concentrarse durante un par de horas de silencio absoluto. De vez en cuando, Raoul se lleva los dedos a su muñeca de manera inconsciente, donde ha quedado rastro del fuerte agarre un par de noches atrás, y se masajea la zona. La magulladura no hace más que recordarle el encontronazo.

La llegada de Quique sorprende a ambos chicos. Ricard le mira un simple segundo y vuelve a sus apuntes, pero Raoul le observa unos cuantos segundos de más y no tarda en reconocer la falta de sueño en su rostro.

Quique alza la cabeza para saludarle y Raoul copia el gesto. Se sienta a su lado y carraspea la garganta.

- Solo te diré que no nos estamos acostando – suelta, pillando desprevenido a Raoul.

Raoul sacude la cabeza y mira a Quique con las cejas alzadas. Asiente ligeramente.

- Bueno, también te diré que llevo un par de días en su casa.

Finge sorpresa, pues no se cree con derecho a saberlo por terceras personas y no quiere que Quique desconfíe ni se sienta cotilleo del momento.

- Pero que no somos nada. Solo estamos... pasando tiempo juntos. Hablamos un montón. Dormimos mucho.

- Tus ojeras no opinan lo mismo – susurra Raoul y sonríe con una ligera picardía que le salvará si el comentario no es bienvenido.

- Yo no quería hablar del tema, pero me estás incitando... - resopla, revisa que Ricard esté atento a sus apuntes, y continúa. – Vale, él duerme. Yo me dedico a escucharle y a mirarle y a preguntarme muchas cosas.

- Tienes que descansar, Quique.

- No puedo, Raoul. No puedo.

Cuela sus dedos por su oscuro cabello y se desinfla en una espiración que consigue la atención de varios estudiantes.

LAGOM: not too little, not too much. Just right. (Ragoney)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora