Capítulo 8

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La cámara mostró en blanco y negro una gran estancia apenas iluminada, con un viejo escritorio en medio con dos sillas de cada lado. Había un par de guardias bien armados y firmes como estatuas. No nos dijeron dónde era la reunión, argumentando que era clasificado. Pero estoy muy seguro de que estaba sucediendo en el estacionamiento o en alguna de las bodegas.

Esperamos unos minutos hasta que los escuchamos acercarse. Ed venía caminando con calma, seguido de un hombre más alto que él. Vestía una larga gabardina abierta, una camisa de cuadros, un pantalón de vestir y unos mocasines. Andaba con dificultad, cojeando de una pierna con el bastón en mano. No tuve que verle el rostro para saber que era Cranston.

- Con todo respeto, Eduardo, preferiría que discutiéramos esto en privado –le dijo tranquilamente. Anderson se acercó al televisor y subió el volumen.

Con solo escuchar su voz, una ola de sentimientos me invadió. Tuve que contenerme para no salir corriendo a buscarlo para matarlo. Ed lo miró con desconfianza antes de tomar asiento.

- Vamos, me registraste en la entrada. Ya estarías muerto si así lo quisiera.

Ed les hizo un gesto a los guardias y ellos se marcharon. Cranston y Ed, tomaron asiento.

- ¿Café?

- No ahora, gracias –rechazó la oferta.

Ambos se quedaron observándose en silencio.

- ¿Y cómo te fue con el terremoto? –preguntó Ed rompiendo el hielo.

- Sin daños, apenas se sintió. Fue más hacia la costa...

- ¿Y la radiación? De aquella planta en Illinois, escuché que fue devastadora.

- Apenas llegó a mis campamentos del norte, pero sí, fue devastador. Casi no queda nada vivo por la zona. ¿Y qué hay de la otra planta? La de México, escuché que explotó el nucleó hace semanas.

- Hace una semana, pero estamos bien. Esta más al Sur, en Veracruz...y según me dicen nuestros aliados en Juárez, fue un pequeño incidente. Aunque esperan un desastre en fechas próximas. ¿Y los Zombis?

Pude notar que Ed se esforzaba por mantenerse en una posición firme y profesional, mientras Cranston le salía tan natural como siempre.

- Nada nuevo, molestos como mosquitos. ¿Ustedes?

- Nosotros estamos bien, La Soledad es impenetrable...

- Lo sé muy bien...

-...y en pequeños grupos...no son un problema. Pregunto porque se viene el invierno, ha empezado a nevar en el norte. Se espera otra plaga como la de Septiembre.

- Las hordas están se están bajando, sí, pero hacia la costa oeste. Estaremos bien.

- Es bueno saberlo –Ed miró disimuladamente a la cámara, estaba algo nervioso.

- Pero...no mentiré diciendo que estoy libre de problemas. Tengo una pequeña epidemia en alguno de mis campamentos.

- ¿De qué? –preguntó Ed.

- Gripe –sonrió-. Divertido, ¿no? En otra época, una visita a la farmacia, sin necesidad de presentar receta alguna, hubiera sido suficiente. Pero ante la falta de medicamentos...ya ha habido decesos.

- Lo lamento...

- Vayamos al grano, Lalo, tengo un problema. Necesito esos medicamentos.

- Yo también necesito esos medicamentos, Dante. De cualquier forma, ya envié una confirmación a tu orden –afirmó Ed apresuradamente cuando vio que Cranston comenzaba a enfurecerse.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now