Capitulo 30

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Debieron ser solo unos pocos minutos, pero el tiempo que estuvimos de rodillas custodiados por lo que parecía un pelotón de fusilamiento en lo que llegaba el dichoso comandante, parecieron horas enteras. El hombre llegó abordando un pequeño vehículo de transporte, acompañado de dos soldados más. Era de estatura baja y piel bronceada, debía andar en su quinta década. Tenía un gran bigote gris decorándole la cara. Lucía como un pitufo enfadado, pero en el sentido intimidante.

- ¡Comandante! –gritó el sargento mientras saludaba a su superior, al igual que la mayoría de los soldados.

El hombre los dejó esperando con la mano en la frente y no les correspondió el saludo hasta haber analizado bien a cada uno de nosotros.

- Bajen las armas, por si no se dieron cuenta, estos están vivos –ordenó.

Los soldados titubearon un poco, pero al final obedecieron.

- Ahora, sargento, que sus hombres regresen a sus labores. Yo me encargo.

- Sí, señor.

Los soldados que nos habían tenido rodeados hasta ese momento se dispersaron y volvieron a sus labores en las trincheras.

- Mayor General McArthur, a su servicio –se presentó-.

- Gracias, mayor –dijo Alex aún tembloroso.

- Acompáñenme.

El hombre comenzó a caminar a lo largo de la trinchera, escoltado por sus hombres. Nos miramos entre nosotros confundidos antes de decidir seguirlo. En el camino pude observar a los hombres y mujeres que defendían el lugar. Todos tenían rostros cansados y lucían delgados. Pude notar que muchos de ellos estaban enfermos, un escenario deprimente.

- Señor...ohm...Mayor... -empezó Vanessa.

- ¿Si?

- ¿Qué sucede aquí?

- Bienvenidos al kilómetro 5,163 de la Línea Defensiva de la Costa Oeste, Sección C. Sabrán que los zombis le temen al agua, ¿no? Una minoría sufre de fotofobia. Pero al parecer es un gran porcentaje el que tiene cero tolerancias a las bajas temperaturas. Con el invierno, son muchos los que se han venido desplazando hacia el sur. A veces lo hacen en grandes cantidades, provenientes de enormes ciudades. Están migrando. Sol solo cinco las hordas que intentan penetrar el territorio seguro. Cuando las detectamos se montaron las trincheras.

- ¿Cuánto tiempo lleva la Línea? –preguntó Jafet.

- ¿Dos meses? Sí, eso creo. Ha sido un trabajo arduo, he perdido a muchos hombres y recursos.

- ¿Y está funcionando? –preguntó Vic asustado.

- Hemos mantenido a los zombis alejados de la capital desde hace un buen rato, más que erradicarlos, los desviamos. Que sean problema de la Costa Este. Sin embargo, la Línea ha retrocedido kilómetros desde que empezó, perdiendo territorio.

- ¿La capital? Washington está del otro lado del continente –respondió Rawvanna.

Los tres militares se detuvieron en seco.

- ¿De dónde vienen chicos? ¿Han estado en un coma o algo así?

- No...es decir, venimos de Texas, estábamos en un...-soltó Vic a pesar de las señales de Jafet.

- Texas, la tierra de nadie. La nueva capital está en Los Ángeles, bienvenidos a la República de California.

- ¿Qué? ¿Es una broma? –solté.

- El objetivo de una broma es que sea graciosa- respondió el Mayor.

Nos acercábamos a una enorme carpa verde, ubicada detrás de dos enormes camiones militares. Dentro, el piso estaba cubierto con tablillas de madera, había algunas cajas con municiones, archiveros y un par de camastros al fondo. En el centro, una mesa sobre la cual yacía un enorme mapa de la zona con algunas marcas de distintos colores y pequeñas fichas repartidas a lo largo de lo que se suponía que era la Línea de Fuego. Entendí que se trataba de un puesto de mando.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now