Capítulo 40

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Fue una noche difícil. Una vez más me costó conciliar el sueño, pero al menos, en esta ocasión no fui el único. A la mayoría de nosotros nos costó dormir con todo el caos que ocurría allá afuera. Por el eco que rebotaba entre los edificios hasta llegar a la caravana, pude adivinar que la noticia de la matanza frente al ayuntamiento se había propagado con rapidez iniciando una nueva ola de protestas. Podía escuchar consignas de la multitud y los disparos de las autoridades, incluso algunas explosiones. No podíamos saber con certeza lo que estaba sucediendo, solo nos quedaba nuestra imaginación y no era nada placentera.

Al día siguiente nos despertó el sonido de los helicópteros que sobrevolaban la ciudad esparciendo el mismo mensaje pregrabado por una voz femenina y joven que en otro momento me hubiera sonado sexy, pero el fondo de sus palabras la volvieron aterradora.

- La noche anterior se registraron una serie de actos vandálicos por parte de células terroristas que buscaban alterar el orden. Les recordamos que la ley marcial sigue vigente y ahora se ha decretado un cierre total de la ciudad para contener la amenaza. Permanezcan en casa o serán arrestados, no intente salir de la ciudad. Si usted oculta a algún enemigo del estado y se niega a cooperar con nosotros, será procesado por conspiración.

Tan solo en la hora que el duró el desayuno, debimos haber escuchado el mensaje unas siete veces. Por su parte, el caos de la ciudad parecía haberse detenido, lo que solo me puso más nervioso. Quedaba claro quien había ganado los enfrentamientos nocturnos. Por fortuna, el resto del equipo había completado sus tareas el día anterior, así que nos sería fácil mantenernos ocultos por el resto de la jornada hasta que Amanda y Cara reaparecieran por la noche. Luego de nuestra segunda comida del día, Alan nos asignó algunas tareas para mantenernos ocupados.

Desde limpiar e inventariar las armas, hasta acomodar los nuevos suministros y lavar el baño. Me asignaron junto con Ellen y Eric para asegurar que las defensas de la caravana estuvieran bien montadas, y aunque era lo último que quería hacer, no protesté. Entendía el mecanismo de realizar quehaceres para combatir la baja moral que reinaba en el grupo, y hacer una escena lo hubiera estropeado. No me mal entiendas, no es que Eric o Ellen me cayesen mal, solo no congeniaba demasiado con ellos y en ese momento, hubiera preferido estar con mis amigos. Pero por la mirada de Alan, creo que ese era su objetivo al separarnos a todos, obligarnos a convivir más con el resto.

Así pues, descubrí que restaurar las defensas de la caravana no era tan terrible como sonaba. Solo había que recorrer el vehículo y asegurarse de que las tablillas, láminas y alambres que la rodeaban para protegerla de las balas o de los infectados, estuvieran bien sujetas, y la mayoría lo estaba. Apenas tuvimos que reforzar un par de ellas, Ellen se encargó de ello.

- Tienes buena mano con eso -admití mientras sostenía la enorme placa de metal para que ella la ajustara.

- Mi padre tenía un taller -explicó-. No hacíamos nada como esto, obviamente...pero, bueno, he trabajado antes con carrocería. En realidad, lo heredó de su padre y él lo ganó en una apuesta.

- ¿Tu abuelo ganó un taller en una apuesta? ¿De qué era?

- Mi familia cuenta muchas versiones al respecto...

- Ahí va de nuevo -se quejó Eric con los ojos en blanco.

- Si no vas a ayudar, quédate callado.

- Sabes que te quiero -rio Eric-. Pero Logan, si le haces una pregunta, prepárate para escucharla por horas.

No estaba seguro de cómo responder a esa advertencia. Por un momento se me ocurrió un: "Haberlo dicho antes, ya hice la pregunta", pero concluí en que podría sonar demasiado agresivo para la chica, y esa no era mi intención. Preferí quedarme callado y esperar a que ella continuara sin rodeos.

-...la más aceptada, o al menos para mí, es que fue sobre la copa de futbol en un bar. Estaban escuchando la final por radio y simplemente se le ocurrió apostar su granja, de la que ya estaba harto por el taller del sujeto. Ganó. Finalmente, cuando su padre murió heredó el taller y lo trabajó el resto de su vida. Él quería ser periodista, no entiendo que tiene eso de atractivo, pero era lo que él quería...

- ¿A él que le pasó? -pregunté.

La chica se detuvo y miró al suelo con una sonrisa triste.

- Murió, o eso me gusta creer. Lo hace más fácil. Me separé de él la noche en la que huimos de Schutzville. Jamás olvidaré sus últimas palabras..."se fuerte".

- Lo siento...

- Esta bien -la chica continuó-. ¿Eran muy unidos?

- ¿Qué?

- Tú y Halston...

- Ah...no, bueno, si...a veces...

- ¿Cómo se conocieron? ¿En la escuela?

- A decir verdad, no lo recuerdo -admití-. Ella nació en el pueblo como yo, como Alex. Siempre estuvo ahí, desde el principio. Supongo que éramos muy jóvenes para recordarlo...pero nos hicimos unidos cuando cumplió diez años...ella se me acercó y me invitó a su fiesta, sin más. Ya nos conocíamos y estudiábamos juntos, pero no éramos remotamente unidos. Ella había tenido una decena de fiestas antes y por alguna razón, decidió que sería buena idea invitarme a aquella.

Me recordé bajando por la escalinata de la entrada de la escuela camino al auto de mi padre cuando ella se me acercó por detrás y me sujeto por el hombro: me sonrió y me invitó a su fiesta de cumpleaños. Me sorprendí demasiado y me confundió aún más la inmediata respuesta que le di. Una extraña calidez me recorrió el cuerpo.

- Sirve, ¿no? Acordarnos de ellos -me sonrió.

- Sí...

- Dicen que las personas mueren dos veces: la primera en su último aliento, la segunda cuando pronuncia su nombre por última vez. Los egipcios lo sabían, se esforzaban en dejar marcas suyas en la tierra, los romanos también, una de las penas máximas que tenían consistía en olvidar para siempre al acusado, todos tenían prohibido decir su nombre o escribir sobre él. Las personas que mueren se fueron para siempre, pero en cuanto los recordemos, podemos traerlos de vuelta o al menos, llevarnos de regreso con ellos. Así que no se van del todo...mira, terminamos, será mejor que entremos, ya casi anochece. Eric, como siempre, no hizo nada

- Yo nos traje a Los Ángeles... ¿desde cuándo sabes tanto?

Los chicos siguieron discutiendo de forma amigable, como si de eso tratara su relación; pero ya no les presté atención. Pensé en lo que Ellen me dijo y cada vez que repetía sus palabras en mi cabeza, me sentía un poco más tranquilo. Tenía razón, ya no tendría nuevos recuerdos con Halston, Vic, Austin o Janet, pero contaba con todo un repertorio de los momentos que habíamos vivido juntos antes. Cuando volvíamos a la caravana, pude ver la chica le hacía una seña con el pulgar levantado hacia Alan, no le di demasiada importancia, eso no quitó peso a sus palabras.

Pasamos el resto de la tarde sin hacer nada importante, solo esperamos a que las chicas se aparecieran por la puerta. Ya sabían dónde buscarnos. Nos llevarían con la líder de la resistencia y podríamos pedirle ayuda. Teníamos todo planeado, Alan y Rawvanna hablarían con ella, incluso habían ensayado algunos diálogos. Nos sentíamos con suerte. Pero conforme avanzaron las horas, la espera se hacia cada vez más insoportable mientras que a lo lejos se reanudaban las protestas y la represión. Finalmente, luego de medianoche entendimos que no vendría nadie a buscarnos.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now