Capítulo 32

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Los pasillos del edificio eran dignos de una película de terror, completamente vacíos, abandonados por toda luz natural. Nuestros pasos resonaban en eco mientras el viento nos susurraba a los oídos. Rawvanna, quien había tomado las riendas de todo, iba al frente con la escopeta en alto, guiada por la linterna de Vic. La seguíamos todos nosotros a excepción de Eric y Ellen, quienes habían tomado los vehículos para llevarlos a la parte trasera del complejo, dónde no había más que el esqueleto de acero otros edificios planeados y excavaciones de estacionamientos subterráneos. La idea era buscar un buen lugar dónde pasar la noche sin llamar mucho la atención y tener la oportunidad de salir rápido de la ciudad, de ser necesario.

Llegando el momento, tuvimos que separarnos para cubrir más terreno mucho más rápido. Aunque traté de ir con el grupo de Vanessa, Rawvanna insistió en que me quedará con ella. El asunto se hacía cada vez más incómodo conforme avanzábamos por los pasillos en completo silencio, hasta que no aguanté más y me acerqué a la chica.

- Rawvanna –la llamé.

- ¿Qué? –respondió la chica de forma tajante, sin mirarme a los ojos.

- Lo que pasó esta mañana... -susurré esperando que el resto del grupo no nos escuchara.

- Olvídalo.

- No, no estuvo bien gritarte así. Tenías razón...creo que estoy sobreprotegiendo a Sam, porque en parte, no lo sé...Austin...

La chica se detuvo y dejó que Jafet y Halston tomaran la delantera, para poder hablar con más libertad. Bajó su escopeta.

- Yo...dios, ha sido un día demasiado largo –soltó.

- Lo sé, como sea, lo siento. No era en serio, creo que estaba preocupado de que culparas a Sam por lo de Austin, porque en ese caso, también yo sería responsable.

Rawvanna soltó una pequeña risa al entenderlo todo.

- No es eso, es solo que...mi madre era una alcohólica y eso la terminó matando. No quiero que Sam pasé por lo mismo, no quiero pasar por lo mismo. No otra vez.

No sabía que decir, era la primera vez que Rawvanna se abría de esa forma. Se sentía bien saber que me tenía la confianza suficiente para hablar conmigo, pero al mismo me tiempo, se hacía incómodo.

- Y supongo que también estaba enfadada –continuó-. Porque yo también lo perdí todo, ¿y que hice? Seguí adelante en vez de hundirme y ser peso muerto para todos.

- Lo siento mucho, en serio. Y tenías razón, en parte. Pero está mejorando, ayer, tuvo un día bueno después de mucho tiempo. Y no lo has perdido todo...nos tienes a nosotros, no es mucho, pero es algo.

Rawvanna negó con la cabeza.

- Eres una de nosotros, somos la Comunidad del Mono, somos una familia.

- ¿Qué estará haciendo Darwin en este momento? –preguntó Rawvanna cambiando el tema.

- Molestando a alguien en la Soledad.

- Espero que esté bien...

- ¡Chicos! –nos gritó Jafet.

El resto del grupo se había detenido frente a una puerta y nos esperaban para ingresar. Rawvanna y yo tuvimos que abandonar nuestra conversación para reunirnos con ellos. Entendí la relevancia del descubrimiento cuando leí "Coronel Dick Marion" en una placa dorada sobre la puerta, en definitiva, estábamos en el lugar correcto, solo quedaba averiguar a donde habían ido todos.

Jafet forzó la puerta y nos internamos en una pequeña oficina con las paredes forradas de archiveros y libreros, en el centro un gran escritorio con decenas de papeles encima. Una escena muy parecida a cuando habíamos encontrado por primera vez el diario. Sin necesidad de ponernos de acuerdo, todos tomamos una linterna y nos dispusimos a revisar los documentos.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now