Capítulo 21

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Esa noche tuve un extraño sueño con Austin, de la vez en la que hizo que Jafet y yo lo cargamos en posición de Superman para pasar "volando" por las ventanas altas de toda la planta baja en nuestro instituto, no hubo clase alguna en la que la aleatoria aparición del chico por el tragaluz no causara risas. Sin embargo, no pensamos en omitir la ventana del salón dónde nuestro profesor de Lengua daba nuestra clase; Austin no tardó en ser llamado a la dirección, dónde a pesar de que le prometieron un menor castigo si delataba a los chicos que lo habían hecho volar, nunca dijo ninguno de nuestros nombres y no nos permitió confesar. Sus padres lo castigaron de tal forma, que no pudo venir y pasar Navidad a mi casa con los chicos.

Desperté con una gran sonrisa en el rostro por ese recuerdo hermoso que mi subconsciente me había regalado, y aunque claramente me hizo extrañar al chico, no permití que eso me arruinara el resto del día. Noté que era el primero en abrir los ojos, o al menos eso parecía, a mi lado en el mismo sillón, Alex roncaba un poco mientras Jafet parecía muerto. Me puse de pie con mucho cuidado, tratando de no despertar a nadie, sobre todo a Jafet, pues cuando uno interrumpe su sueño...bueno, no querrás saber cómo se pone.

Salí de la Caravana y noté que, aunque el sol brillaba con exagerada fuerza, el ambiente se sentía bastante fresco. Escuché algunas voces que salían de la Van, pero las ignoré y fui directo a la escalerilla de Hosmar para subir al techo y sentarme por la orilla, encima de la cabina. Contemplé al sol en el cielo azul por encima de las pequeñas construcciones abandonadas. No muy lejos de dónde estaba, pude ver un par de infectados luchando por una almohada, la escena me pareció divertida.

No llevaba mucho tiempo en el techo cuando Sam apareció detrás de mí y casi me da un infarto.

- Lo siento –rio la chica, se veía mucho más alegre de costumbre-. No quería asustarte...

- No te preocupes –dije recobrando el aliento.

Estuvimos unos minutos en silencio observando lo que fuera que pudiera observarse, hasta que no resistí más el impulso y le hice el comentario.

- Te ves muy feliz hoy.

La sonrisa de la chica desapareció por un instante.

- Si...cuando estaba allí tendida en el suelo...no lo sé –trató de expresarse- Al principio me asusté cuando las manos de ese sujeto rodearon mi cuello pero luego...sentí una extraña tranquilidad al dejar de forcejear...pero fue solo un instante en el que decidí dejar que pasara lo que tuviera que pasar...entonces me di cuenta de todo lo que me perdería, lo que no volvería a tener...cuando Vic me salvó, me di cuenta de que no estaba lista para morir. Ahora...quiero ser mejor...tratar de aprovechar cada segundo.

- Me parece bien –le respondí contento- Me alegra que...no sé, que seas tú de nuevo...

Me sentía sumamente feliz, por fin después de un buen rato las cosas comenzaban a acomodarse. Sam estaba cambiando, o al menos tenía la intención de hacerlo, ya estaba todo bien con Vic y pronto, estaríamos en Las Vegas encontrando a nuestros padres. Todo marchaba bien.

Escuché que alguien encendía la radio de la Caravana, quizás Alex.

- ¿Sabes? –me dijo- Voy a matar a Cranston, por Austin.

- Se lo debemos –le dije- Te ayudaré, en cuanto tengamos la oportunidad...te prometo que lo acabaremos.

- ¿Logan? ¿Sam? –nos llamó Vanessa desde abajo.

Ambos nos asomamos por la orilla lateral del techo que daba a la puerta de la Caravana, Vanessa se encontraba fuera y descalza, se abrazaba a sí misma por el frío mientras nos buscaba con la mirada.

- Aquí arriba –llamó Sam.

Vanessa nos miró confundida.

- ¿Qué hacen allá arriba?

- Hay unos infectados luchando por una almohada en la otra calle –le comenté- ¿Quieres verlos?

- Déjense de payasadas y bajen a desayunar, tenemos que irnos pronto...me tenían preocupada.

- Lo siento –se disculpó la chica y sin una palabra más, ambos bajamos a tomar el desayuno.

Luego del improvisado y rápido desayuno, todos nos preparamos y partimos hacia Phoenix, la idea sería rodear la ciudad lo menos posible y seguir en línea diagonal hacia Las Vegas. Esta vez yo era el copiloto mientras Jafet se había metido a dar un baño y yo esperaba mi turno. Aún me preguntaba como haría para asearme con la herida en la cuando Radio Apocalipsis interrumpió su segmento musical.

- ¡Atención! ¡Noticia de último minuto! –llamó Riley tan alterado que todos detuvimos lo nuestro para escuchar con atención.

- Hoy por la madrugada, una horda de infectados invadió la Casa Blanca –narró Jay- Según los reportes, el presidente Carson murió en el ataque. Así lo informó hoy el Servicio Secreto del Presidente a través de un comunicado acompañado con la frase "El Fénix ha caído".

- ¿Esto qué significa, Jay?

- Recordemos que el Presidente Carson era el Secretario de Seguridad Nacional, el último en la cadena de mando...y, además, con la ley marcial que lleva vigente varios meses, muchos políticos han desaparecido...en resumidas cuentas, se ha llegado a un vacío de poder. Lo más probable, es que el Gobernador de California o quizás el comandante del ejército, asuma el cargo...pero sin una correcta estructura...esto puede terminar mal, incluso en un golpe de estado.

- Bueno, esto era de esperarse –dijo Riley-. Gran mayoría de los gobiernos del mundo ya han caído, me sorprende lo mucho que resistió este con el país dividido en dos extremos.

- Así es, además, cabe señalar, que el Presidente Carson partiría hoy por la tarde a La Habana, para discutir con la presidenta cubana el programa de refugio para los norteamericanos y para asistir a la cumbre de emergencia que convocó la O.N.U. mañana mismo...

- ¿Crees que Cuba dure, Jay?

- Sinceramente...no lo creo, pero sin duda es el que tiene más probabilidades de lograrlo. Es decir, es de locos. Justo el día cero, Cuba tenía sus aeropuertos cerrados por una amenaza de bomba, todos ellos. Así es como se salvó.

- Tienen mucha suerte...

- Demasiada para ser verdad, diría yo.

- Bueno, tendremos algunas teorías conspiranoícas cuando regresemos –anunció Riley.

- Tu país acaba de morir y tú quieres oír música.

- Somos más británicos que Adele...

Alex apagó el radio.

Todos nos miramos entre nosotros...asustados. Es decir, ya sabíamos que era el fin del mundo y que al final nadie se salvaría, pero escuchar que el gobierno estaba oficialmente a punto de desaparecer, fue un duro golpe de realidad. En serio, las cosas se iban ir al fondo y quizás más pronto de lo que creíamos.

- ¿Seguro que aún quieres ir a California, Derek? –le preguntó Alex.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now