Capítulo 43

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Esperamos a que el sol se ocultara para arrancar la caravana. Protegidos por la oscuridad de la ciudad nos movimos sutilmente por las calles de Los Ángeles tratando de llamar la menor atención posible, guiados por las indicaciones de Cara. Nuestros faros estaban apagados e íbamos a velocidad suficiente para no hacer demasiado ruido, conduciendo cerca de la acera para detenernos y fingir estar estacionados en caso de que las autoridades se acercaran. De cualquier forma, la chica nos había explicado que la zona a la que nos dirigíamos, hacia el sur del centro, había poca actividad de los oficiales, misma razón por la que ahí se ocultaba la resistencia.

Luego de un par de horas, los enormes edificios comenzaron a convertirse en grandes bodegas repletas de camiones abandonados y altas pilas de contenedores rojos y azules que venían de los puertos. Estaba pensando que quizás nos dirigíamos a alguna fábrica abandonada de la zona, o incluso, a algún barco que servía de base secreta. Pero la chica nos pidió que saliéramos de la avenida principal por un pequeño túnel que nos incorporaría al canal que dirigía al río de los Ángeles hacia la bahía. Un largo camino hundido unos diez metros en el suelo, bordeado con grandes muros de concreto inclinados para que el agua resbalara por ellos. Para esa época del año el río ya se había secado, solo quedaban algunos charcos que la Caravana pasó sin ningún problema.

- Bueno, ¿qué es lo que sigue? -preguntó Alex al volante-. ¿Nos llevarás a unas carreras clandestinas o algo así?

- Sigue conduciendo, yo te diré que hacer -mencionó Cara sentada junto a él.

- Esto no nos lleva a ningún lado -se quejó Eric.

- Confíen en mí.

- Confía tú en nosotros -pidió Sam malhumorada.

La chica no le respondió y permaneció en silencio durante unos minutos.

- ¡Alto!

El chico frenó de golpe y todos dentro nos sacudimos. Yo, que iba de pie detrás de Alex, por poco caigo al suelo.

- Aquí vamos a pie.

- ¿A pie? -repitió Alex-. ¿Es seguro?

- Si nos quisieran agarrar, lo harán, aunque estemos en un tanque -se quejó Cara mientras se ponía de pie y abría la puerta de la Caravana.

- No subestimes a este bebé -defendió Alex a nuestra casa rodante.

- Sin armas -anunció Cara antes de bajar, sin esperar respuesta.

Todos nos miramos entre nosotros, nerviosos. A ninguno le gustaba la idea de avanzar desarmados en la oscuridad tras una chica que apenas conocíamos. Pero ¿qué otra opción teníamos? Teníamos que llegar a la Soledad en menos de tres días.

- Hagámoslo -dijo Jafet mientras dejaba su rifle sobre el sofá y tiraba su navaja al suelo.

Los demás lo imitamos y bajamos al asfalto. En cuanto puse ambos pies fuera de Hosmar, el frío me recorrió el cuerpo como si acabara de meterme a una piscina. La humedad del canal convertía el frío de la ciudad en algo completamente diferente. Pensé en volver en busca de alguna sudadera, pero Cara ya nos llevaban varios metros de ventaja y pronto desaparecería en oscuridad. Me limité a frotar mis brazos en un intento desesperado por mantenerme cálido y seguir al grupo. En el camino pude ver decenas de grafitis en las paredes del río. Me llamó la atención uno con esa cabeza de león y la leyenda: "Fuimos nosotros"... ¿de que iba esa moda enfermiza?

- Es una broma, ¿no? -preguntó Vanessa nerviosa-. Por favor dime que no nos meteremos ahí adentro...

Nos habíamos detenido ante el enorme muro del canal, justo frente la salida de lo que parecía ser un desagüe. Elevada un metro por encima del selo, una apretura circular del tamaño perfecto para alguien de estatura promedio, de la cual escurría un poco de agua.

- Hasta el fondo -respondió Cara.

- Esto va a oler mal -se quejó Ellen.

- El agua del río es limpia -explicó la chica-. Andando.

La chica trepó por el agujero y ayudó a Jafet a subir. Alan encendió una linterna.

- ¡Apágala! -le gritó la chica alarmada.

- ¿Qué ocurre? Ahí adentro está oscuro...

- ¡Apágala! -la luz desapareció-. El túnel es directo a la base, si ven una luz adentrándose darán por hecho que es alguien husmeando y abrirán fuego.

Rawvanna le arrebató la linterna a Alan y la arrojó lejos.

- ¿Eso era necesario?

- Cállense y suban -ordenó Jafet mientras le extendía su mano a Sam.

- No de nuevo -se quejó Vanessa-. Odio los espacios cerrados...

Me hubiera gustado darle ánimos, pero a mí tampoco me fascinaba la idea de adentrarme de nuevo por un desagüe por el que de pronto podían dispararme de la nada. Parecía ser una trampa mortal. Dudé un momento cuando Cara me extendió su mano para entrar, pero finalmente la acepté. Mientras avanzábamos a ciegas con el ruido de nuestros pasos sobre el agua haciendo eco por el túnel, me repetía a mí mismo que nos quedaba poco tiempo y que era la única forma de salir de la ciudad.

Nos detuvimos todos cuando una voz desconocida nos habló de la nada. Escuché el clic que hacía un arma al prepararla, nos estaban apuntando.

- ¿Nombre y asunto?

- Viva la Resistencia -respondió Cara muy segura de su respuesta.

Un par de luces se encendieron revelando que habíamos llegado al final del túnel, nos encontrábamos en la entrada de un ancho pasillo con una arquitectura completamente diferente al desagüe. No había agua y si una red eléctrica que corría por el techo. Los tres sujetos que cuidaban la entrada se encontraban bien armados; todos tenían su rostro cubierto por un paliacate.

- Viva la Resistencia -respondió el hombre mientras apartaba su rifle de nosotros y nos permitía la continuar.

Por un momento temí que nos hubiéramos adentrado en una red de túneles sin fin, pero pronto pudimos ver el final del nuevo pasillo iluminado. Aparecimos en un enorme campamento subterráneo, era como estar debajo de un puente, pero al mismo tiempo dentro de un gigantesco túnel de piedra. El lugar debía tener el tamaño de un supermercado, se encontraba repleto de carpas y casas de campaña, perfectamente armadas con decenas de personas que entraban y salían por ellas. Cada tienda tenía en su entrada una pequeña lámpara que en su conjunto iluminaban todo el lugar y le daban vida.

Cara nos sonrió por primera vez desde que había aparecido en nuestra puerta.

- Bienvenidos a la Resistencia.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now