10. No es un príncipe, es una princesa.

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[Jennifer]

Una siempre sueña con conocer al hombre de sus sueños. Normalmente leo libros románticos donde el chico lo da todo por la chica, y mientras ruedo por mi cama pienso “¡Quiero un hombre así!”. Alguien que te haga sentir segura, que diga que te protegerá de todos los males, y la protagonista ahí, babeando como bebé ante palabras tan dulces dichas por su amado. ¡Malditas protagonistas de libros, siempre se consiguen a los mejores galanes!

Bueno, el destino quiso que me fijara en Javier, persona la cual estoy pensando en comenzar a llamarle Javiera. Yo lo beso, yo me confieso, ¿Y él? Me mira con aquella estúpida cara de desentendido. Sin embargo aquellos ojos grises me miraban tan fijamente que un escalofrío recorría constantemente mi cuerpo.

—   Dale princesita —dije rompiendo el silencio— ¿No vas a decirme nada?

—   Hm —alzó una ceja— ¿Te confiesas y luego me dices princesita?

—   Sí. Anda. ¿Siquiera me dejarás en la friendzone?

Javier me mira unos instantes con mucha seriedad. Mierda. ¿En qué está pensando? ¿Por qué no es una persona fácil de leer? Aquella mirada me inquietaba, a ratos sentía ganas de darle un golpe en la cara para que aquella mirada desapareciera. ¿Por qué siempre soy tan violenta?

—   Sabes qué… —dije— Hablemos de esto después. Debo salir en estos momentos y estoy atrasándome.

—   De acuerdo —contesta tomando su casco— Podemos hablarlo mañana… ¿O no estarás en condiciones de tener una conversación seria? —una sonrisa burlona se posó en su rostro, y yo ahora si quería golpearlo.

—   Mañana pasaré por tu departamento —dije con voz firme— Sea con resaca o en buen estado. Espérame con un vaso de jugo, pero no tan amargo como la otra vez.

Me sonrió dulcemente y sentí como mi corazón quería salirse de mi pecho. Maldito cuatro ojos, no me sonrías de esa forma. Finalmente se fue en su moto y yo entré a guardar el dibujo que me había regalado, y me fui al pub donde las chicas me esperaban.

Intenté pasarlo bien, pero una parte de mi sentía curiosidad. ¿Por qué no fue capaz de decirme algo en ese instante? ¿Y si no quería rechazarme en mi cumpleaños? Oh, eso es considerado de su parte. Creo. Laura sabía que algo me pasaba, porque constantemente me miraba con cara de preocupación, a su vez sabía que yo no quería hablar del tema, por lo que nos motivó a todas a bailar un rato.

Estuvimos bailando las seis en grupo hasta que un par de chicos comenzaron a acercarse y a invitarnos a bailar. Mis ex compañeras de escuela aceptaron, así que me quedé con Laura y Marcela un rato en la pista, hasta que un chico se le acercó a esta última y fueron a bailar. Con Laura nos fuimos a la barra un momento para descansar. 

—   ¿Estás bien? —soltó mientras jugaba con la bombilla de su vaso.

—   Sí —sonreí— me lo he pasado increíble.

—   No me refiero a eso. Has llegado extraña, a veces estabas como ida, ¿Ha ocurrido algo?

—   Me confesé a Javier —Admití. Ella abrió sus ojos como dos platos y tomó un sorbo de su vaso— Pero la princesita no ha sido capaz de decirme algo, y hemos quedado de hablar mañana.

—   Pero eso es bueno, al menos no te ha rechazado.

—   He pensado que no quiso rechazarme por ser mi cumpleaños. Por cierto, ¿Por qué le has dado mi dirección?

—   No lo sé —contestó encogiéndose de hombros— quería ver si era capaz de darte algo… porque te obsequió algo, ¿No?

—   Un dibujo —sonreí— Es muy bueno dibujando, de verdad me gustó mucho su regalo.

Los polos opuestos... ¿Se atraen?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant