18. De princesa a luchador de boxeo.

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[Jennifer]

Luego de que Javier se fuera a casa en su moto decidí entrar a casa, pero una voz conocida me detuvo. Observé a lo lejos que Miguel venía corriendo a toda prisa. Al quedar frente a mí noté que se estaba tambaleando un poco. Me miró y soltó un largo suspiro, su aliento a alcohol me aseguró que estaba ebrio.

—   ¿Qué pasa? —pregunté— Es tarde, y estás ebrio.

—   Perdóname —dijo él. Alcé una ceja, totalmente confundida— Perdóname por lo que haré pero es que sobrio no tengo el valor de hacerlo y ya me muero de ganas.

—   ¿A qué te refi…?

No me dejó terminar aquella frase, pues tomó mi rostro y me plantó un beso en los labios. Estaba completamente sorprendida, le agarré de la remera e intenté empujarlo, pero su fuerza era sorprendente. Necesitaba librarme de ese beso, por lo que opté golpeándolo en la rodilla derecha. Se soltó de mí y comenzó a quejarse del dolor.

—   ¡Pero qué crees que haces! —dije exaltada— ¡Cómo se te ocurre besarme!

—   Jennifer —dijo con dolor mientras se acariciaba la rodilla— Me gustas.

—   Bueno, temo dejarte en la friendzone. Ahora por favor vete, antes que te rompa la cara —estaba furiosa.

Miguel se fue sin decirme nada más y yo me quedé un rato afuera, maldiciendo al cielo. ¿Cómo se lo contaría a Javier?

Entré a la casa y mi familia estaba en el comedor, madre me enseñó el gorro de Javier, el cual se le había quedado en casa. Supongo que el lunes se lo entregaría. También hablaría de este tema con él.

—   ¿Pasó algo? —pregunta mi hermana— Te ves extraña.

—   No pasa nada —sonreí— Todo bien. Me siento algo cansada, así que me iré a dormir.

Fui a mi habitación y me encerré. Encendí la radio y Snow Patrol me deleitó con uno de sus temas. Miré hacia la pared, donde se encontraba el dibujo que Javier me hizo para mi cumpleaños. Me sentía horrible, pese a que no había sido mi culpa y yo no he hecho nada malo no podía dejar de sentirme así, un dolor en el pecho me inundaba. ¿Y si Javier no lo entendía y terminaba conmigo?

Tomé el teléfono y marqué a Marcela, en un momento así se puede contar con las amigas. Le dije que nos viéramos mañana, que necesitaba urgente un consejo o me terminaría tirando desde un puente antes de hallar una solución.

¡O podía tirarme a las vías del metro!

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Bebí un sorbo de mi café y la miré acomplejada.

—   Entonces se acerca a mí y me besa —finalizo, ella se sorprende al oír esas palabras— ¡No sé cómo contarle a Javier!

—   Siento que te estás haciendo mucho problema Jennifer —respondió luego de pensarlo unos minutos— No hiciste nada malo, él te besó. Tú eres la víctima —se encogió de hombros— Javier debería entenderte.

—   Javier no lo pasa, ese es el problema. —pongo los ojos en blanco— me lo dijo tantas veces.

—   Espera. —me detuvo— ¿Te acompleja contarle lo sucedido o reconocer que Javier tenía razón en sus palabras?

La miré pretendiendo estar ofendida.

—   Obviamente que me molesta encontrarle la razón a la princesa —Marcela frunció el ceño y yo solté una risita— Es broma. No quiero que se enoje, tengo miedo a su reacción. Sea mi culpa o no, han besado a su novia.

Los polos opuestos... ¿Se atraen?Where stories live. Discover now