11. Conociendo a la familia

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En aquel momento tomé mis cosas y salí del local, corriendo tan rápido como pude, pero ¿Dónde? ¿Dónde iría? No puedo creerlo, ¿Realmente Javier iba en ese bus? La frase “no se han hallado sobrevivientes” retumbaba en mi cabeza. No pudo haber dejado este mundo, no tan pronto, no de esta manera. El pecho me dolía demasiado, me costaba respirar. Me detuve en la estación y tomé un poco de aire para luego tomar el metro.

Al llegar al edificio volví a correr y subí las escaleras lo más rápido posible, tropezando con más de algún peldaño. Toqué la puerta con fuerza, nadie abrió. No puede ser, caí de rodillas ahí mismo y me llevé las manos a la cara, sentía ganas de llorar, pero no quería hacerlo, no ahí. ¿De verdad esto ha pasado? ¿Se ha ido? Una lágrima rebelde comienza a caer por mi mejilla, luego otra, y en ese entonces siento que la puerta que se encontraba al frente de mí se abre. Alzo la vista, sorprendida y algo asustada, y ahí estaba, aquellos ojos grises me observaban sorprendido.

—   ¿Jennifer…? —su voz, era él.

Me levanté y lo abracé, sin importar que hace una semana me hubiese rechazado, sin importar aquellas palabras dichas por él, estaba feliz de saber que estaba aquí, en este mundo. Lo abracé porque quería saber que esto era real, su aroma, su piel, su cabello, quería asegurarme que no estaba soñando.

—   ¿Qué ocurre? —preguntó sin entender.

Le expliqué la situación sin dejar de abrazarlo, sin permitirle verle mis lágrimas. En aquel momento sentí sus brazos en mi cintura, apretándome con fuerza. Oculté mi rostro en su cuello, impregnándome de aquel aroma que me maravillaba, que me aseguraba que era él. Estaba tan feliz de que estuviera con vida.

—   Disculpa —dijo suavemente— Luego de aquella llamada con Marcos llamó mi padre diciendo que él había comprado los pasajes para venir en avión, así que cancelé el mío. Yo si iba a viajar en aquel bus —aquella última frase la dijo con temor— Pero al parecer el destino aún me quiere aquí…

—   Me alegra que estés bien —murmuré.

—   No quise preocuparte —sentí su mano acariciar suavemente mi cabello. ¿Cómo puedes ser así luego de rechazarme? Mi corazón latía rápidamente—  No quiero que estés triste.

Nos quedamos así un par de minutos, no quería soltarme de él, y Javier tampoco hacía algo para alejarme. Sabía que esto no estaba bien, que al final me iba a hacer un mal, aún no lo olvidaba, pero no quería soltarlo, simplemente no quería dejarlo.

—   Ups. Parece que llegamos en un mal momento —dijo una voz desconocida. Me asusté y me separé de Javier rápidamente.

—   No digas tonterías, padre —contestó Javier algo sonrojado.

En la puerta, un adulto alto, de cabello oscuro con un par de canas y ojos verdes estaba junto de un adolescente parecido a Javier y una pequeña niña de ojos verdes y cabello claro, junto con un par de maletas. ¿Era la familia de Javier? Lo miré, aún estaba algo sonrojado. El hombre se me acercó y me tendió la mano en forma de saludo.

—   Hola jovencita —dijo dulcemente— Me llamo Eduardo y soy el padre de Javier —sonreí— Él es mi hijo Ismael, y mi hija Isidora.

—   Mucho gusto, soy Jennifer —respondí con algo de timidez.

—   ¿Eres la novia de mi hermano? —preguntó la pequeña niña con naturalidad.

—   N-No —contesté nerviosa.

—   ¿Entonces por qué estaban abrazados de esa forma?

—   Isidora —le dijo el hombre— No seas imprudente, hija. —me miró y me sonrió— Aunque sinceramente me hubiese gustado que fueses su novia. A mi hijo le hace falta u…

Los polos opuestos... ¿Se atraen?Where stories live. Discover now