N° 7

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Acababa de comer y estaba dando un paseo por el hospital yo sola. Me apetecía despejarme un rato.

Bajé a la planta principal ya que no sabía a donde ir cuando me encontré con la persona que llevaba ignorandome bastante tiempo, Pedri.

Me vio y yo me acerqué a él.

-Hombre hola-le dije medio enfadada. En verdad si que estaba algo enfadada con él, ¿porque cojones me estaba ignorando?

-Anda si es verdad que estás en el hospital-me dijo y no lo entendí.

-¿Eh?-le pregunté confundida.

-No nada, pensaba que era alguna escusa tuya para no quedar conmigo-me contestó y ahí es cuando me enfadé pero bien.

-¿Pero que te crees? ¿Que estoy aquí porque me gusta o que?-le respondí elevando un poco el tono.

-No sé-levantó los hombros.

-Mira, no sé qué coño te he hecho ni porque estás así conmigo, pero si ese es tu plan pues vale-le dije y me fui directa a mi habitación.

Me senté en el sillón y le di la vuelta para estar mirando a la ventana. Noté como algunas lágrimas caían por mis mejillas.

De repente la puerta de mi habitación se abrió. Era Valeria. Era justo lo que necesitaba en este momento, un poco de apoyo.

Valeria se acercó a mí y me miró. Sin preguntarme nada me abrazó.

-Cuentame mi niña, ¿que te pasa?-me preguntó en medio del abrazo.

Yo no podía contestar, solo lloraba. Valeria me cogió de las manos y me llevó hasta la cama. Nos sentamos las dos juntas y me derrumbé a llorar en su hombro.

-Cuentamelo, ¿que ha pasado?-me preguntó mientras me acariciaba la cabeza.

-¿Que he hecho mal Valeria?-la pregunté mientras no dejaba de llorar.

-Pero que ha pasado?-insistió.

-Pedri-la dije y al recordar su nombre me derrumbé a llorar mucho más-. Ha llegado y me ha empezado a decir que si le he mentido de que estoy en el hospital solo porque no quiero quedar con él.

-Tia, es idiota-me dijo intentando tranquilizarme-. Vales oro cariño, el mierdas ese no se merece nada de todo el cariño que le has dado.

-¿Pero porque así de repente?

-Pues no lo sé, yo tampoco lo entiendo, pero no vale llorar por él, ¿entendido?-asenti.

Pasamos la tarde hablando un poco de todo hasta que se tuvo que ir. Yo todavía me quedé pensando en lo que había pasado hoy con Pedri. Nunca puedo confiar en la gente, siempre acabo mal con todo el mundo.

Me quedé mirando al techo mientras se me caía alguna que otra lágrima. Tenía que despejarme un rato, así que me levanté y salí de mi habitación a dar una vuelta por el hospital.

Llegué a una terraza que había en la misma planta donde yo estaba y salí. Había unos cuantos bancos así que me senté en uno de ellos a mirar la calle.

De repente la puerta se abrió y vi salir a Alicia junto a Pedri. Me miraron pero rápido los dos apartaron la mirada de mi. Me apoyé en el banco con unas ganas de llorar inmensas. Pero no podía, tenía que hacerle saber que me daba igual.

No aguanté más así que antes de que me derrumbase me fui de nuevo a mi habitación. Por el pasillo antes de llegar ya se me iban cayendo las lágrimas.

Llamé a Valeria y se lo conté. No podía venir a verme pero me estuvo tranquilizando un rato por la llamada.

Llegó ya la noche así que cené y me dormí rapidísimo. Quería que acabase ya este día de mierda, haber si el día siguiente era mejor.

[...]

-Enana, ¿que te pasa?-me preguntó mi hermano desde el sillón.

-Nada, ¿por?-le pregunté. ¿Tanto se me notaba? Si que es verdad que estaba bastante decaída.

-Pues es que te estoy hablando y me estás ignorando por completo.

-Lo siento-le dije y noté que se me estaba cortando la voz.

-Cuentame, sabes que te voy a ayudar-se sentó conmigo en la cama y me abrazó.

Le conté un poco todo lo que había pasado dándole detalles y todo.

-Que capullo, no me le esperaba así la verdad-me dijo-. Tu no te preocupes mi niña, no sabe valorarte.

-Te quiero mucho Víctor-le abracé más fuerte y me dio un beso en la cabeza.

-Yo más princesa. ¿Quieres que vayamos a dar una vuelta para que te despejes?-asentí.

Salimos de la habitación y bajamos a la planta baja. No teníamos un punto fijo a donde ir, solo quería salir y olvidarme un poco de todo.

-Mira quién está ahí-le dije señalando.

-¿Que coño hace aquí?-me preguntó mi hermano.

-Viene a revisiones de vez en cuando-le contesté y no podía dejar de mirarle.

-Pues haber si se va a su casita, que aquí no pinta nada-mi hermano estaba más enfadado que yo.

Me entraron ganas de ir al baño y fui. Cuando llegué a donde había dejado a mi hermano ya no estaba. ¿Donde coño se había ido?

Anduve un poco más hacia delante y me encontré a mi hermano y a Pedri discutiendo. Lo que faltaba...

-¿Que está pasando?

-Bueno, la que faltaba-soltó Pedri y mi hermano le pegó un puñetazo.

-Ni la hables, ni la mires, ¿me entiendes?-le dijo elevando la voz.

-Vale tío, tranquilo. Pero que pasa, ¿que tu hermanita no sabe defenderse y tienes que venir tú?

Vi como a Víctor se le cerraron los puños y tuve que pararle el brazo para que no le pegase.

-Parar ya por favor-dije yo ahora gritando-. Deja ya de perder el tiempo con este por favor, no merece la pena-le di la mano y nos íbamos a ir.

-Pero si eres una falsa-me dijo y me giré para mirarle-. Que ya sé porque querías estar conmigo.

-¿Pero que dices? Si tu a mi en ningún momento me has gustado ni he querido nada contigo-le dije y me dolió hasta a mí.

-Ah, ¿no?-me dijo y le cambió la cara-. ¿Entonces porque me has hecho perder todo este tiempo?

-Pues porque tú estabas muy obsesionado-le respondí.

-Pues no te preocupes, que no vamos a volver a hablar ni nada-me dijo y se fue.

Me quedé paralizada donde estaba. ¿Que cojones acababa de pasar? ¿Por qué había dicho eso? Es que soy imbécil.

Lo que curó la enfermedad [Pedri González]Where stories live. Discover now