N° 18

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Pedri y yo hablamos otro rato. Cada vez estaba más incomoda pero por suerte él no sospechó nada.

Llegó la noche y evité lo más que pude a mi familia. Por ahora no quería explicarles nada de lo que había pasado, igual que todavía no se lo había dicho a Pedri.

Me metí en la cama y no dejaba de pensar en todo lo que había pasado. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos y cada vez me estaba costando más respirar.

Me estaba dando un ataque de ansiedad, y encima con la fibrosis quística rápido se me cerraban los pulmones.

Rápido me levanté para ir a avisar a mis padres. Pero no me dio tiempo porque ya me había desmayado.

Mis padres debieron darse cuenta del tremendo golpe que me di porque rápido ya estaban en mi habitación.

Yo estaba inconsciente. No tenía ni idea de nada de lo que estaba pasando.

Mi padre llamó a una ambulancia mientras que mi madre estaba sentada a mi lado intentando que me despertase.

Los médicos no tardaron en llegar y rápido me montaron en la ambulancia para llevarme al hospital.

Mis padres fueron con el coche detrás y de mientras llamaron a mi hermano.

[...]

Abrí los ojos, me desperté. ¿Donde estaba? Miré para todos los lados hasta que me di cuenta. Estaba en el hospital, pero estaba sola, no había nadie conmigo.

Me reincorporé con el mando de la cama. Ya de haber estado tantas veces ya sabía cómo se hacía.

Busqué por todos los lados haber si estaba mi móvil, pero no.

Empecé a toser muchísimo. Me faltaba la respiración. No podía más así que pulsé el botón para llamar a las enfermeras que rápido estaban aquí.

Me pusieron aire artificial ya que me costaba muchísimo respirar. Así tampoco toseria.

-Señorita, están sus padres fuera, ¿quiere que los llame?-asenti con la cabeza ya que no tenía fuerzas para hablar.

Las enfermeras se fueron de mi habitación y al segundo entraron mis padres y mi hermano.

-Cariño, que susto nos has dado-me dijo mi madre acercándose a mi a abrazarme.

-¿Estas bien?-me preguntó ahora mi padre y yo asentí.

Mi hermano se sentó a mi lado y me cogió la mano.

-¿Por que no nos dijiste nada de que te encontrabas mal?-me preguntó mi madre de nuevo.

-Cuando me empecé a encontrar mal me levanté para avisaros pero no me dio tiempo ni a salir de la habitación-les expliqué un poco como pude.

-Lo importante es que ya estás bien-mi hermano me abrazó.

Se quedaron un rato más conmigo hasta que mis padres se tuvieron que ir a trabajar.

-¿Por que te dio un ataque de ansiedad? Si estabas bien-me quedé un poco callada sin saber si decírselo o no.

-Te acuerdas que el otro día fui a la fiesta del cumpleaños de Valeria, ¿no?-asintió-. Pues me lié con un chaval sin querer, estaba borracha y no sabía lo que hacía. Entonces pues llevaba todo el tiempo pensando en cómo se lo iba a tomar Pedri y me estaba agobiando-en este momento no podía dejar de llorar.

-Ey, no te preocupes-se acercó a abrazarme y a tranquilizarme-. Todo va a estar bien, ¿vale?-asenti y me quité las lágrimas.

-Te quiero mucho Víctor.

-Yo más enana-me dio un beso en la cabeza y se volvió al sillón.

Me quedé dormida bastante tiempo. Estaba bastante cansada y tenía mucho sueño.

Me desperté y Víctor ya se fue porque tenía que estudiar para el examen.

Estaba mirando un rato el móvil. Tenía esperanzas de que Pedri me hubiese llamado, pero no, nada de Pedri.

Llamaron a la puerta de mi habitación y yo con mi voz débil grité que pasaran.

La imagen que había ahí me sacó una sonrisa inmensa y a la vez un montón de recuerdos. Pero me pude contener.

-Princesa, ¿como estas?-se acercó a mí y me abrazó super fuerte.

-Estoy bien-le sonreí.

-Me alegro-me dio un beso en la mejilla-. Me tenías muy preocupado.

-¿No vas a jugar más en este tiempo?-le pregunté. Probablemente por mi culpa no juegue más la Nations League.

-Me han dado un par de días. Me pierdo el partido de hoy pero ya está-asentí.

Me incorporé con el mando y Pedri se sentó en el sillón.

Se me estaban quedando los ojos cerrados de nuevo. Pedri no dejaba de mirarme y sonreírme. En mi mente solo pasaba que como le podía haber puesto los cuernos.

-Pedri-le llamé y me miró de nuevo-. ¿Te puedo decir una cosa?-asintio con la cabeza.

-Dime peque-se levantó y se sentó a mi lado en la cama. Me cogió la mano.

Se lo iba a decir. Se lo tenía que decir. Si se enteraba por otras personas iba a ser peor.

-¿Está todo bien?-me preguntó y las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas.

-El otro día en la fiesta bebí mucho y...-me costaba muchísimo respirar, no me salían las palabras, no podía decírselo.

-Tranquilizate, ¿que pasó?-me dio un beso en la mano que tenía agarrada.

-Me besé con un chico-le miré y vi como se le aguaron los ojos.

-¿Que?

-Lo siento-me puse a llorar muchísimo y Pedri se quedó mirando a un lugar fijamente.

-¿Como has podido ponerme los cuernos Laia?-me preguntó. La verdad que estaba bastante tranquilo.

-Estaba borracha Pedri, había bebido mucho y no sabía lo que hacía. Perdón.

Se levantó y sin decir nada más se fue de la habitación. Yo me quedé llorando sin hacer nada más.

Todavía no me había dicho nada de dejarlo. Pero estaba claro que lo iba a hacer.

Las lágrimas no dejaban de caer por mis mejillas. Me quité el oxígeno portátil y lo tiré. Si Pedri no iba a estar conmigo, ¿para que estar?

Empecé a toser, noté como cada vez me costaba más respirar. Rápido entraron las enfermeras y me pusieron el oxígeno de nuevo. Si estaba en el hospital iba a estar cuidada y no podía hacer nada.

Lo que curó la enfermedad [Pedri González]Where stories live. Discover now