N° 9

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-Que bien jugaste ayer-le dije mientras me tiraba encima de él para abrazarle.

-¿Me viste?-me preguntó.

-Hombre claro, bien guapo que estabas-le dije y le salió una sonrisilla.

-¿Que tal estás princesa?-me preguntó mientras nos sentábamos los dos en la cama.

-Bueno, estoy bastante mejor la verdad, lo único que todavía me cuesta respirar bastante-le respondí.

-Bueno, tu no te preocupes, ya verás como dentro de poquito estás ya en casita-me dio un beso en la mejilla y yo me acurruqué en él.

Estuvimos bastante tiempo en silencio abrazados en la cama. Él me tocaba el pelo y yo me estaba quedando dormida encima suya.

-¿Hoy te puedes quedar?-le pregunté mirándole.

-Hoy si-me sonrió y yo hice lo mismo.

Pusimos la tele un rato ya que no sabíamos que hacer y la estuvimos viendo juntos. Así se nos pasó la tarde.

-Enana, voy a por mi ropa, ¿vale? Ahora vengo-asentí y me levanté de encima de él.

Se fue a su casa a por su ropa y no tardó ni 15 minutos.

Justo cuando llegó me trajeron la cena así que él se bajó a la cafetería a por un bocadillo y cenamos juntos.

Nos quedamos hablando de las cosas bastante tiempo y se nos hizo tarde. A mi ya me estaba entrando el sueño así que decidimos que lo mejor era irse a dormir ya.

-Oye, pero ven aqui-le dije señalando mi cama.

-No, que no te quiero molestar-me respondió y se acurrucó en el sillón.

-No molestas-le respondí-. O vienes o me levanto y te arrastro de los pelos-le amenacé.

-Vale, ya voy-me respondió riéndose.

Se levantó del sillón y se tumbó en el lado que le había dejado en la cama. Me acurruqué en él y empezó a hacerme caricias en el pelo. Me quedé dormida al segundo.

[...]

-Buenos días parejita-mi amiga Valeria entraba por la puerta de mi habitación del hospital-. Venga arriba, que ya son horas de levantarse.

-5 minutos mas-se quejó Pedri mientras se acurrucaba más en mi para que no le entrase la luz en los ojos.

-Vamos, que a ti ya te traen el desayuno y tú puedes bajar a por algo a la cafetería-dijo Valeria y yo me levanté de la cama.

-Valeria, él es Pedro, pero llámale Pedri, y bueno, ella es Valeria-les presenté.

-Encantado-dijo Pedri todavía tumbado en la cama y yo me reí.

-Voy a por algo para desayunar. ¿Quieres algo?-le preguntó Valeria a Pedri a lo que este no tardó en asentir.

Valeria salió de la habitación directa a la cafetería a por los desayunos y Pedri se sentó a mi lado en la cama. Aún estaba algo adormilado.

-¿Que tal has dormido preciosa?-me preguntó sonriente mientras se acercaba a mi.

-Pues muy bien-le sonreí yo también y nos dimos un besito corto en los labios.

Justo llegó Valeria y desayunamos todos juntos mientras que hablábamos un rato. Pedri y yo la contamos un poco como nos conocimos y tal y ella estaba prestando muchísima atención.

-Princesa, me tengo que ir, que tengo entreno-se levantó y me dio un beso en la cabeza. Se despidió de las dos y se fue.

-Que mono es. Que te llama princesa-mi amiga Valeria estaba más ilusionada que yo.

-Me he pillado muchísimo-confesé.

-Y él también está pilladisimo de ti, se nota hasta en Pekín-nos reímos.

Mi amiga Valeria se fue ya que tenía que acabar algunos trabajos del instituto. Llegaron unas enfermeras para verme que tal estaba y me dijeron que si seguía así de bien pronto me podría ir a casa.

Me salí a dar un paseo por el hospital que ya tanto conocía ya que no tenía nada que hacer y no esperaba que nadie viniese a verme.

Me recorrí los pasillos y las plantas del hospital sin rumbo alguno. Saludé a muchos pacientes a los cuales ya conocía. Me estaba cansando demasiado así que me senté en una silla de la sala de espera que había en mi planta.

Pasó mi supuesta amiga Alicia. Me miró de muy mala manera y rápido quitó la vista de mi y siguió andando recto.

Me levanté y fui detrás de ella. Cuando la alcancé la toqué el hombro y se giró para mirarme.

-¿Que quieres?-me preguntó con un tonto bastante borde.

-Que me expliques el por qué de todo lo que has hecho. Pensaba que éramos amigas-fui directa.

-Es que yo lo flipo contigo-me dijo elevando la voz y yo me estaba empezando a enfadar-. Sabias de sobra que me gustaba Pedri, y muchísimo, y vas tú y quedas con él.

-Te dije que solo estábamos quedando como amigos-la contesté.

-Si, como amigos... Si quedabais todos los días-me dijo y vi como una lágrima empezó a asomar por sus ojos.

En verdad me daba bastante pena, pero después de todo lo que había hecho no iba a perdonarla así de fácil.

-Voy a hacer lo imposible para conseguir a Pedri, me da igual que tenga que llevarme a personas por el camino-me miró fijamente y empecé a asustarme pero bien.

-Mira, puede que Pedri y yo solo quedásemos como amigos, pero a partir de ahora ya no va a ser así-la contesté desafiante y me volví a mi habitación.

Me tumbé en la cama y me puse a mirar al techo pensando en todo lo que había dicho. ¿Sería capaz de hacerme daño solo por conseguir a Pedri?

Los nervios cada vez se estaban apoderando más de mi. No quería estar sola, necesitaba a alguien que estuviese conmigo. Llamé a mi hermano, estaba segura que él me protegería.

No tardó ni 15 minutos en venir. Le conté todo y vi como se frustró. Cerró los puños y se le marcaban las venas.

-Tu tranquila que mientras que esté yo aquí no te va a pasar nada, ¿vale?-me dijo y yo asentí. Nos abrazamos.

-Prometeme que no vas a decir nada a nadie y menos a Pedri-le dije.

-Te lo prometo.

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Os prometí el capítulo y aquí le tenéis.
Estoy bastante ocupada y puede que tarde bastante en subiros otro capítulo. En cuanto pueda le tenéis

Lo que curó la enfermedad [Pedri González]Where stories live. Discover now