N° 11

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-Aqui está-dijo mi madre mirándome y se acercó a mi-. Es muy guapo eh-me puse roja y fui hacia la puerta.

-Nos vamos mamá-la dije y ella asintió.

-Pasarlo bien y tener cuidado-nos despedimos y nos fuimos hacia el coche.

-Tu madre es muy maja-me dijo Pedri y yo me reí.

-No sabía que estaba en casa-le respondí aún riéndome.

-¿A donde quieres que vayamos?-me preguntó cuando arrancó el coche.

-A donde me lleves-le sonreí.

Pedri condujo hasta el restaurante a donde él me quiso llevar. Había sitio para aparcar cerca de la puerta así que así no tuvimos que andar mucho para llegar.

Llegamos y para ser un día entre semana había bastante gente. Con lo que me quedé flipando es que nos atendieron super rápido.

-Este es el bar de mis padres-me comentó cuando nos sentamos en la mesa que nos habían asignado.

-Por eso nos han atendido tan rápido-comprendí-. ¿Y tus padres están trabajando ahora mismo aquí?

-Si, están en la cocina. Luego te los presento-me guiñó el ojo.

-¿Y que les vas a decir que soy?-le pregunté algo avergonzada.

-Pues una amiga, que con mis padres no tengo tanta confianza que con los del equipo-me respondió.

-¿Y a los del equipo que les has dicho?-aquí estaba yo preguntándole todo lo que se me venía a la cabeza.

-Pues-se quedó pensativo-. Eso no te lo voy a decir-se rió y yo me hice la ofendida.

-Bueno, ¿que vamos a pedir?-pregunté por cambiar un poco de tema.

-Las croquetas están deliciosas, te las recomiendo muchísimo-me dijo mirándome.

-Pues venga, las croquetas, ¿y que más?

Pedimos la comida y efectivamente las croquetas eran lo mejor que había en este mundo.

Acabamos de comer y me empeñé en pagar. Lo cual no conseguí porque yo soy cabezota, pero Pedri me gana por goleada.

-¿Vamos a ver a mis padres?-me preguntó y los nervios se apoderaron de mi. Pedri lo notó y me agarró de la mano-. No te preocupes.

-Venga vamos-le dije cuando me tranquilicé un poco.

Llegamos a la cocina y estaban dos señores sentados en una mesita que había ahí. Cuando nos vieron llegar la señora se levantó.

-Hola hijo-la madre de Pedri le dio dos besos y me miró a mi-. Soy Rosy, la madre de Pedro-me dio dos besos igual que a su hijo.

-Hola, yo soy Fernando, su padre-tambien me dio dos besos.

-Ella es Laia, es una amiga mía-Pedri me presentó.

-Encantada de conoceros-les dije con una sonrisa en la cara.

Nos quedamos un rato más hablando con sus padres hasta que decidimos que ya iba siendo hora de irnos cada uno a su casa.

-Muchas gracias por todo lo de hoy-le sonreí.

-No me las des-me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.

Me cogió la mejilla con su mano y nos quedamos mirándonos a los ojos.

-Me tienes loquito-me dijo a pocos centímetros de mi boca y yo le sonreí.

Me acerqué a él y junté nuestros labios.

-Mañana nos vemos-le dije antes de salir del coche y me guiñó el ojo.

Entré en casa y estaba mi madre sentada en el sofá viendo la tele.

Dejé mis cosas encima de la mesa y me senté con ella.

-¿Que tal la comida cariño?-me preguntó.

-Pues muy bien mamá-la sonreí.

-¿Ese chico quien es?-me preguntó más bien por curiosidad.

-Es un amigo mamá-la respondí pero no se quedó agusto.

-¿Seguro que solo es un amigo?-levantó una ceja.

-Si mamá, aunque-me quedé un poco pensando en si debía decírselo o no-, me gusta bastante-confesé

-Pues yo creo que tú a él también le gustas. Tenías que haber visto como te miraba-me dijo y yo me sonrojé bastante.

-¿Ha venido Víctor?-la pregunté cambiando de tema.

-Está en su habitación, supongo que estará estudiando-asentí.

Me levanté del sofá y subí las escaleras para ir a ver a mi hermano. Llamé a la puerta y escuché un "adelante" de su parte.

-Holi-le dije sonriendo y se levantó para abrazarme.

-Mi enana-me dijo abrazándome-. ¿Se puede saber dónde te habías metido?

-Pues he ido a comer con Pedri-le dije y le salió la sonrisilla tonta.

-Antes me caía mal, pero ahora le quiero de cuñado-me sonrojé-. Anda un tomatillo-nos reímos.

-Callate.

La conversación no duró mucho más ya que Víctor tenía que estudiar porque mañana tenia un examen muy importante.

Me fui a mi habitación y la recogí un poco ya que la última vez que estuve la dejé bastante descolocada.

[...]

-¿Mañana puedes quedar?-le pregunté a Pedri mientras que estábamos en llamada.

-Mañana tengo partido, lo bueno es que es aquí en casa-me respondió-. Podrias venir.

-Pues me encantaría-sonreí.

-Pues ahora te consigo la entrada y voy a tu casa a dártela. Así también te veo a ti-asenti y nos despedimos ya que tenía que empezar a entrenar.

Cogí el libro que me estaba leyendo ya que soy muy fanática a la lectura. Así por lo menos se me pasaba un poco el tiempo.

Llamaron a la puerta de mi habitación así que dejé el libro por donde lo llevaba y me levanté de la cama a abrir la puerta. Mi amiga Valeria era la que asomaba por detrás.

-Hola, hola-dijo con toda la felicidad del mundo.

-Pasa-la respondí riéndome.

-Me tienes que contar muchas cosas-mi amiga fue directa y yo ya sabía por donde iba

-¿Que quieres que te cuente?-me hice un poco la loca.

-Pedri...-me dijo riéndose y una sonrisa salió de mis labios.

-Pues nada, que ayer cuando me dieron el alta me vine andando a casa y pues por el camino nos cruzamos y me fui al entreno con él. Luego comimos juntos en el restaurante de sus padres y luego me trajo a casa-la conté todo un poco resumido.

-Que bonito tía-me dijo-. Ahora me dirás que seguís siendo amigos.

-Pues si-la contesté-. No me ha pedido que seamos nada más.

-Tia, ¿pero os habéis besado alguna vez?

-Si, alguna que otra vez-sonreí.

-Es que sois tontos, ¿no vais a dar el paso nunca?

Lo que curó la enfermedad [Pedri González]Where stories live. Discover now