¿Y si no quiero?

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Estaba en el coche, volvía a estar ese el coche. Sentada en la parte de atrás, con un juguete en mi mano y escuchando la conversación y las risas de mi padre y de mi hermano mayor en los asientos delanteros.

- ¡Claro que no papá!. - Comentó mi hermano riéndose. - ¡Yo nunca fui así!.

- Oh Roger claro que sí, desde pequeño siempre hacías eso. Pensamos que luego te convertirías en una persona normal pero ya veo que no. - Respondió mi padre riéndose y chinchando más a mi hermano.

- ¡Me niego a creerlo!. - Anunció con la cara tapada con sus manos.

- La verdad duele, hijo mío. - Respondió mi padre con una sonrisa y mirando de nuevo a la carretera.

Seguí jugando con mi muñeca hasta que se me resbaló de las manos y se me cayó al suelo, detrás del asiento de mi padre.

Comencé a llorar, pensaba que había perdido a mi muñeca preferida.

- ¿Qué pasa cielo?. - Preguntó mi padre.

- He perdido mi muñeca. - Respondí yo con lágrimas en los ojos.

Mi hermano se giró para verme. - Está en el suelo tonta. - Intentó cogerla pero le era imposible, estaba demasiado lejos de él. - No puedo cogerla lo siento, no llego.

Lloré más al oír eso, pensaba que no la recuperaría.

- Espera, intentaré agarrarla. - Comentó mi padre. Puso la mano detrás de su asiento intentando coger la muñeca del suelo. Podía escuchar cómo hacía unos pequeños ruidos de esfuerzo para llegar a agarrarla. Cada vez se tumbaba más en su asiento e intentaba estirar todo lo que podía su brazo. Se cansó de hacer eso y se giró completamente para agarrarla. La sujetó rápido y me la dió.

- ¡Papá!, ¡cuidado!. - Gritó mi hermano desesperado.

Mi padre se giró con rapidez y vió como un gran camión venía justo por la dirección contraria a la muestra.
Dió un volantazo, chocamos con el camión y dimos dos vueltas sobre nosotros mismos cayendo de nuevo a la posición original que teníamos.

Cerré mis ojos todo lo fuerte que pude, sujetando mi muñeca tan fuerte como nunca antes lo había hecho.

Cuando pasaron unos cuantos segundos abrí mis ojos con lentitud.

- ¿Papá?, ¿Roger?. - Dije con lágrimas en mis ojos de nuevo.

Me giré a ver a mi hermano, con su cabeza estampada en el salpicadero del coche, lleno de sangre por todos lados.

Me dí la vuelta a ver a mi padre, con el cuello demasiado estirado y su cabeza colgando hacia la derecha. Su cuerpo recto y lleno de sangre de la que había derramado mi hermano.

Comencé a gritarles. Gritarles todo lo fuerte que pude, pero por más alto que lo hacía, ninguno me respondió.

Rompí a llorar, solo era una niña de siete años, sola en la carretera y con parte de su familia muerta.

Me desaté el cinturón, me les quedé viendo por unos segundos más y abrí la puerta del coche. Salí y me tiré al suelo llorando, apenas podía respirar.

Me desperté.

Otra vez esa horrible pesadilla que desde que tengo siete años y tuve que experimentar la muerte de mi padre y de mi hermano frente a mis ojos, no ha dejado de aparecerse en mis sueños por lo menos una vez por semana.

Me senté en la cama de golpe, no sabía dónde estaba pero me tapaba la cara mientras lloraba e hiperventilaba por el sueño.

Había alguien a mi lado. Sentí cómo se sentó en la cama también y sin saber ni quién era le abracé y rompí a llorar.

Yes, I wantWhere stories live. Discover now