Capítulo 5: ¡Te pillé!

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La joven corrió escaleras abajo, exasperada tras haber matado a Alexandra Bennet

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La joven corrió escaleras abajo, exasperada tras haber matado a Alexandra Bennet. Su pulso se aceleró y su respiración era tan pronunciada que se le escuchaba jadear. La cena ya había comenzado, y ella necesitaba ir al baño de chicas y mojarse la cara para tranquilizarse. No permitiría que nadie sospechase de ella, ni mucho menos que preguntasen de su tal excitación. Apenas podía disimular. Su frente empezó a sudar. Ella se apartó el sudor con su mano conforme corría por las interminables escaleras hasta llegar al baño. Ni siquiera sabía cómo se sentía en aquel momento, pero lo que sí estaba claro era que no se arrepentía de haberlo hecho. Cuando por fin llegó, se metió aprisa en el baño y abrió el grifo. Se mojó la cara con ambas palmas y se miró al espejo, inspeccionándose así misma.

«¡Has matado a Bennet! ¡Has matado a Bennet!», se decía la joven para sus adentros con sus enormes ojos abiertos como platos.

«¡Tu primera muerte!», añadió conforme apreciaba su rostro. No sabía la razón por la cuál estaba tan sumamente sorprendida de su muerte, quizás porque con una menos, era un paso más para salir del internado. Sin embargo, el sudor frío de su frente no se marchaba. Algunos mechones de su cabello se mojaron tras ella humedecerse el rostro.

Cerró el grifo y marchó rumbo a la cena.

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Cuando entró, apreció a todos sus compañeros cenando tan tranquilos mientras que ella poseía una seriedad en su rostro. El director Newell le distrajo de su ensimismamiento cuando le agarró del antebrazo para preguntarle dónde había estado.

—Estaba en el baño—Informó forzando una sonrisa—. Me empecé a sentir mareada, así que me mojé la cara. Supongo que se debe a no digerir bien la comida del medio día. Discúlpame por el retraso.

—Que no se vuelva a repetir, Massey. Aquí somos puntuales, a las nueve se cena, no a las nueve y dos minutos. Como eres sangre nueva, te lo pasaré por alto, pero la próxima vez que te retrases te quedarás sin cenar. ¿De acuerdo?

—Sí. Lo siento.

Cuando se marchó el director de su lado, Victoria se apresuró a sentarse junto a Caym en la misma mesa donde habían almorzado. Melissa estaba sirviéndose la cena, así que aprovechó para informar al joven de lo sucedido.

—¡Lo he hecho! ¡Lo he hecho!—exclamó en un susurro. La muchacha se mordió el labio inferior nerviosa mientras que no dejaba de juguetear con los dedos de sus manos. El varón ni siquiera la miró y respondió:

—¿Acaso no era lo que pretendías hacer, Victoria?—cuestionó con la total serenidad del mundo— ¿Por qué te encuentras tan alterada?

—¡He matado a alguien!

—Sí, Victoria, lo has hecho. Y ahora deja de cuchichear. ¿Acaso no sabes pasar desapercibida?—chasqueó la lengua a la vez que negaba con su dedo índice—. No cometas un error de estúpido humano. No llames la atención, niña.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora