Capítulo 32: Error.

89.1K 10.1K 6.2K
                                    

Victoria observaba como se consumía la pequeña vela depositada en el desechable escritorio de madera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Victoria observaba como se consumía la pequeña vela depositada en el desechable escritorio de madera. Se había sentado en el suelo, apoyando sus brazos en sus rodillas. Las caras de sus compañeros estaban tan amargadas que no se atrevía a romper el silencio, pero eso no hizo que las dudas invadieran su mente, sobre todo al tener a Elliot a escasos centímetros. El chico estaba circunspecto, quizás ensimismado en sus fatídicos pensamientos, al igual que los demás. Ella le lanzó una mirada furtiva sin que el joven se percatara de sus grandes y llamativos ojos.

El hecho de presenciar el mal humor de Elliot y su aborrecimiento hacia su propio tío empezaba a sacar conclusiones por sí misma. Debía de haber algún motivo para que actuara con frialdad cuando Newell se acercaba. Quería que el muchacho le resolviera de una vez las dudas que invadían su mente, necesitando con urgencia una respuesta. ¿Por qué lo odiaba? ¿Por qué no tenía historial? ¿Por qué anduvo con Kimmie Bonheur? ¿De verdad Elliot pudo matarla?

Cabía la posibilidad de que él no evadiera sus preguntas al no tener posibilidad alguna de marcharse del sótano, y eso era un gran punto para la joven. Podía acabar ignorándola, pero sabía que si podía indagar bien en el tema, acabaría confesando algunos de los acontecimientos. Tan solo debía tener paciencia y saber en qué dirección tirar.

Miró a su demonio, que parecía estar entretenido observando la misma vela que había estado mirando ella. La cera derretida empezaba a deslizarse. Si Caym tenía poderes demoníacos y sobrenaturales podía salir del sótano cuando quisiera, pero eso implicaría delatarse ante todos y no podía permitirse ser detectado. No iba incluído en su misión, pues sólo podía saberlo Victoria. Sin embargo, la joven empezó a magnificar una idea que no dudó en susurrarle a su compañero, siendo inaudible para los demás.

—Caym —Lo llamó.

—¿Qué?

—En algún momento de la noche todos acabaremos dormidos menos tú. Sé que tienes habilidades que ningún humano puede poseer, entonces, ¿podrías usar tu esencia y hacerte invisible para el ojo humano? Quiero que vayas al despacho del director Newell y averigües si puede haber algo del cual incluirlo a la lista negra.

—Veo que te has dado cuenta de que su conducta no es el mejor ejemplo para alumnos problemáticos —dijo colocando una sonrisa ladina.

—¿Podrías hacerlo por mí, por favor?—insistió.

—Últimamente hago demasiadas cosas por ti. ¿No te parece?

—Eres mi demonio.

—Y tú mi humana. Vulnerable y miserable humana.

—Tu mismo dijiste que somos uno solo; yo soy el alma, tu el cuerpo. Por lo tanto debemos actuar unidos.

Guardó silencio durante unos segundos. Al final terminó accediendo.

—Si alguien se despierta, dí mi nombre en voz baja, ¿de acuerdo?

—Sí.

—¿Alguien tiene reloj?—cuestionó Lucas, inquieto del funesto y sombrío lugar en el que se hallaba.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora