Capítulo 28: El bosque.

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No tardo ni tres segundos cuando Elliot salió exasperado tras la ardilla en el jardín

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No tardo ni tres segundos cuando Elliot salió exasperado tras la ardilla en el jardín. Que el muchacho hubiera tenido tal reacción hizo que Victoria lo siguiera detrás queriendo indagar en su actitud sospechosa. Podía sacar todo tipo de conclusiones. El castaño se apuró en robar lo que la ardilla poseía, y ninguno se inquietó por el brazalete tanto como él lo hizo.

«¿Acaso Benister no se marchó por voluntad propia?», se cuestionaba la muchacha para sus adentros.

En el tiempo que permaneció en Fennoith, aún le costaba descubrir todos los secretos que el chico guardaba. No era fácil de tratar ni mucho menos de sonsacar.

Bajaba las escaleras impetuoso, sin percatarse de que Victoria y sus compañeros lo estaban siguiendo detrás. Estaba tan ensimismado en el brazalete que de quienes caminaban junto a él.

Una vez que llegó al patio se abalanzó a la ardilla pillándola por sorpresa. El pequeño animal soltó un quejido ante las bruscas manos humanas que le agarraban con agresividad.

—¡No te atrevas a herir a la ardilla, Elliot!—exclamó Melissa tratando de sonar amenazante.

Cuando el muchacho consiguió quitarle el brazalete de sus pequeñas manos, liberó a la ardilla. El pequeño animal corrió con rapidez perdiéndose entre los árboles del bosque que se hallaban tras la verja del internado.

El joven se sacudió el uniforme que se lo había ensuciado tras echarse al césped. Ignoró a sus compañeros como si no estuvieran ahí. Ni siquiera se detuvo a observarlos, quizá por el hecho de estar apreciando lo que en su día fue enroscado en la muñeca de Benister.
Victoria estudió el rostro ensimismado de él, queriendo sacar alguna expresión melancólica por ello. Sin embargo, la expresión facial de Elliot denotaba enojo. Ella no tardó mucho en averiguar el por qué de su hastío al acechar la pulsera.

—Se supone que Benister se marchó por lo sucedido en el sótano—comentó el joven sin dejar de observar el brazalete—. ¿Por qué entonces una ardilla cualquiera tenía su pulsera? ¿Me han mentido?

—En varias ocasiones se le había caído. Fue encontrada en el sótano la vez pasada. Quizá se le aflojó de su muñeca —alegó Victoria.

Elliot alzó la vista para mirar al rostro de la joven.

—Si eso fuera cierto, quiere decir que Benister se adentró en el bosque. Ella no se marchó con su familia.

—¡Mentiroso! ¡Maldito mentiroso!—farfulló Lucas quien lo juzgaba de su reacción. Elliot lo fulminó con la mirada.

—¿Qué coño haces juzgándome, Lucas? Si vamos a echarnos mierda los unos a los otros, tengo mucho que repartir para vosotros.

—¡Odiabas a Benister!—añadió el joven asqueado—¿Cómo esperas que te creamos? Ni siquiera te importó su vida. ¡Seguro tuviste que ver en ello!

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora