Capítulo 10: Sospecha.

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Las pisadas que se aproximaban a la mesa del escritorio hizo que el corazón de Victoria palpitase rápido

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Las pisadas que se aproximaban a la mesa del escritorio hizo que el corazón de Victoria palpitase rápido. Caym se mantuvo severo con su ceño fruncido. Aún tenía la palma de su mano tapando la boca de la joven, ya que ella respiraba fuerte. La chica no dejaba de agarrar con su mano la corbata de él mientras que en su mano derecha tenía agarrado el expediente de Lucas Ashworth. Cuando Victoria se percató de que el demonio le estaba tapando la boca, sus mejillas ardieron de inmediato y no pudo evitar pensar con perversidad al respecto.

Por como sonaban aquellas pisadas contra el piso, supieron de inmediato que se trataba de la psicóloga Jenkins, ya que era la única mujer que poseía unos tacones con elegancia, haciendo que estos resonasen por todo el internado. Sin previo aviso, el profesor Bellamy entró a la habitación interrumpiendo los pasos de la mujer.

—¿Qué ocurre?—indagó ella sonriendo con seducción.

—Tú me ocurres.

Dicho aquello en la sala comenzó a percibirse el sonido de sus lenguas entrelazándose entre sí. De inmediato, el hombre agarró a la mujer del trasero y la posicionó encima del escritorio alertando a ambos jóvenes. Caym se pegó más a Victoria casi rozando su frente y le insinuó que guardara silencio. Los jadeos de la mujer eran muy evidentes, todo un espectáculo para los jóvenes que se encontraban ocultos bajo la mesa. Victoria ya tenía con qué chantajear a la psicóloga si se entrometía en sus asuntos. La relación amorosa que mantenía Jenkins con el profesor Bellamy estaba prohibida, pues no se permitía tener relaciones cercanas de ningún tipo con ningún profesor en el internado Fennoith.

—Daniel, detente. Nos van a descubrir —habló Laura entre jadeos.

—Solo un poco más. ¡No sabes cuánto te deseo!

Finalmente tras varios minutos los gemidos cesaron y los besos se silenciaron. La psicóloga se bajó de la mesa y se ajustó su falda de tubo, se abrochó los botones de su blusa y se peinó con sus dedos su cabello recogido en un moño. El profesor Bellamy se subió la cremallera de su pantalón y sonrió a la mujer. Con fortuna ambos adultos salieron de la habitación.

Victoria asomó su cabeza hacia la puerta y, cuando observó que no se hallaba nadie en la sala, respiró con alivio. Salieron debajo de la mesa y se miraron a los ojos por unos segundos sin decir nada. Ambos se miraron a los ojos.

—¿Estás pensando lo mismo que yo?—cuestionó Caym.

—No lo sé, ¿si?—respondió ella sin comprender muy bien la pregunta del joven. Sus mejillas ardían y ante tal situación no sabía qué estaba pensando Caym al respecto.

—¡Por supuesto que sí!—exclamó excitante en un puño cerrado—. Ahora podemos chantajear a la psicóloga con esto.

La joven sonrió con malicia.

—Exacto. Ahora nosotros barajamos las cartas.

—Miremos el expediente de Lucas.

«Lucas Ashworth es un joven que padece de Esquizofrenia paranoide. Por los datos que me cuenta y la información que me detalló su madre, no cabe duda de tal enfermedad. Su padre fue un alcohólico empedernido que cuando llegaba a casa maltrataba a su hijo y su mujer. En una ocasión la mujer llegó a ser hospitalizada tras el hombre darle un fuerte golpe en la cabeza. En el tiempo que ella estuvo hospitalizada, el señor Ashworth descargó toda su ira contra su hijo ocasionándole heridas de cigarrillos en la espalda, brazos y piernas, y algún utensilio punzantes que hasta ahora Lucas se niega a confesar. Lucas Ashworth, cansado de todo ese maltrato hacia su madre y hacia él, mientras su padre dormía en el sofá, el joven se vengó cortando la garganta del señor Ashworth con un cuchillo de cocina. Informa que oyó una voz en su cabeza que lo obligaba a matarlo. Lucas confiesa que no se arrepiente de aquello. No obstante, su madre lo internó tras presenciar aquella horrible escena con el cadáver del hombre de varias semanas. Añade que está resentido con su madre tras encerrarlo en nuestro internado. El creyó que matándolo su madre se alegraría, pero lo que le provocó es miedo y rechazo hacia su hijo.»

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora