Capítulo 12: Dulce caramelo.

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Era la hora de las duchas, chicos y chicas separados por distintos baños

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Era la hora de las duchas, chicos y chicas separados por distintos baños.
Benister se adentró al lavabo y comenzó a desvestirse. Victoria la inspeccionó de reojo frunciendo su ceño. Aquella chica no dejaba de ser una amenaza.

La joven no dejaba de meditar en el posit que le había escrito el profesor Bellamy. Aquel ultimátum no significó nada para ella, pues estaba segura que Bellamy no sería capaz de tocarla. Creía que el hombre solamente tenía miedo de lo que pudiese llegar a confesar Victoria. Si ella abría la boca, era evidente que el director acabaría echando a uno de los dos del internado. No quiso pensar más en aquello y decidida se comenzó a desvestir.

Se quitó la venda que cubría su muñeca. Ya apenas le dolía y para ducharse era un total incordio. Agarró su champú y se adentró. Las muchachas que se hallaban duchando estaban riéndose y disfrutando del agua. No obstante, ella se sentía incómoda entre tantos ojos a su alrededor. No estaba muy acostumbrada a ducharse delante de tantas chicas. Ni siquiera podía disfrutar de un poco de intimidad ni privacidad y aquello le irritaba. En casa siempre había disfrutado de sus largos minutos en la bañera sin nadie que molestarla, salvo Benjamín.

Dios, Benjamín... Lo había recordado. Su furia emanó de sus ojos. Apretó su mandíbula formándose un pequeño músculo en ella. Cada vez que recordaba a aquel bastardo deseaba triturarlo. Su vista se nublaba cuando los recuerdos de él invadían su mente. Su respiración era fuerte, y su corazón deseaba estallar en cualquier instante.

Recordaba como el hombre le llegó a agredir cuando no obtenía lo que quería. Benjamín trató a Victoria como una esclava en su propia casa. Al ser su amante la ama de llaves, ella, de vez en cuando, descansaba de hacer los quehaceres del hogar y obligabay a la joven a hacerlos. Cuando Victoria se rehusaba a limpiar la pocilga que él creaba, le agredía dándole bofetadas y, a veces, la jalaba del cabello con mucha violencia. Lo peor de todo, es que el ama de llaves miraba para otro lado sin llamarle la atención a Benjamín. Ellos dos tan solo querían que Victoria le regalase los bienes a base de agresión y sufrimiento.

Todas aquellas memorias estaban corrompiendo su mente, llegando como imágenes instantáneas sin siquiera poder pararlas. No podía comprender hasta qué límite llegaba el ser humano para conseguir la avaricia y el poder. Culpaba a su madre por haber dejado que ese hombre entrase a su vida, inclusive cuando la joven le advirtió que no era buena persona. Más de una vez vio como se besaba con el ama de llaves mientras su madre guardaba cama por su enfermedad. No obstante, añoraba a su madre con todo su pesar.

«¿Qué he hecho en esta vida para merecerme tal sufrimiento?» Se cuestionaba la muchacha en su mente.

—¿Victoria?—La llamó Melissa, que se había posicionado al lado de ella en otra ducha.

Las gotas de agua estaban bañando el cabello azabache de Victoria impidiéndola ver su rostro. La joven despertó de su ensimismamiento y miró a su amiga apartándose el cabello mojado.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora