Capítulo 47: Dúo.

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No supo cuánto tiempo llevaban caminando para llegar a su destino, su hogar

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No supo cuánto tiempo llevaban caminando para llegar a su destino, su hogar. Las piernas empezaban a cansarse y la fatiga era muy presente. El hecho de que Fennoith se hallara fuera del bullicio de toda una población, se hacía preguntar cuánto tardarían en llegar a casa.

La vieja estructura del internado poco a poco se fue escondiendo en la distancia. La joven echó una última vista atrás y no pudo evitar sentir tristeza. Puede que allí dentro no hubiera pasado los mejores momentos de su vida, pero sí encontró amigos y eso Victoria lo llevaba muy dentro de su sádico corazón. Sin embargo, nunca diría «adiós» a personas que quería volver a reunirse en un futuro no muy lejano. No quiso dejar escapar una amistad tan inocente como Melissa, por eso le prometió volver a verla algún día.

La noche estaba oscura y sin estrellas. El viento gélido mecía las hojas de los árboles y la naturaleza se escuchaba más pronunciada en el silencio ensordecedor. Se abrazó a sí misma, tratando de esconder su temblor en brazos. Debió de agarrar un abrigo antes de irse, pero tenía más ganas de salir de allí que perder tiempo en el armario. También debía de escapar del crimen que había cometido.

Pensaba en si el director Newell había llamado a la policía ante el evidente asesinato y fuga, o Margarett le había explicado toda la situación y del por qué lo hizo. Era un hombre chapado a la antigua y quizás no podía comprender el hecho de que una adolescente problemática ande suelta por ahí. Pero Victoria sabía que Newell tenía mucho por lo que esconder y ocultar. No se arriesgaría de nuevo a que su querido internado sufriera mala fama, y ningún padre quisiera pagar por estar sus hijos allí encerrados. Como siempre, el dinero mueve a las personas a cometer actos que nadie haría.

Tras un largo rato caminando, pudieron ver la carretera desolada, con algunas farolas iluminando el asfalto.

—¿No hay otra forma de llegar antes? Estoy cansada y necesito fuerzas para asesinar al bastardo —murmuró la joven, observando a su demonio.

—Estaba esperando a que dijeras algo. No has hablado en todo el camino.

—¿Qué podemos hacer?

—Ven, agarrate a mí.

Le tendió la mano y ella de inmediato la agarró. En un abrir y cerrar de ojos ambos se habían trasladado a pocos metros del hogar de la muchacha. Aún se sorprendía de los magníficos poderes de él.

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Caym sonrió con suficiencia al ver la estructura blanca y elegante de su casa. Una vivienda hermosa y de lo más sofisticada. Le resultaba irónico la belleza de algo tan blanco y puro con la personalidad de su compañera, tan macabra y siniestra. Pudo observar de soslayo el rostro de ella, que había dejado de abrazarse así misma a causa del frío, para apretar sus puños y su mandíbula. Sus ojos verdes esmeraldas se fruncieron con odio, recordando los días insufribles que le propinó Benjamín junto a su amante.

El infierno de Victoria Massey © #1On viuen les histories. Descobreix ara