Capítulo 23: Expediente "E".

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Victoria y Caym salieron de la clase que permanecieron ocultos encontrándose de frente con Elliot

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Victoria y Caym salieron de la clase que permanecieron ocultos encontrándose de frente con Elliot. El joven estaba tan ensimismado que no prestó atención a quienes salieron de allí. Su respiración lucía exasperada, denotando la furia por haber sido castigado. Quizá creyó que al poseer parte de la misma sangre que su tío sería tratado de diferente manera que el resto de alumnados, pero no fue así. Algo debió irritar mucho al director para que reaccionará de tal manera.

Ella guardaba escondido el cuchillo bajo su uniforme que le había obsequiado Caym. De inmediato el varón se alejó de la joven por primera vez, dejándola sola sin la necesidad de permanecer con ella. Parecía molesto por la conversación que mantuvieron, sobre todo por las palabras empleadas de Victoria. Cuando quiso seguir su paso, la enfermera Margarett le interrumpió.

—Hola, querida —saludó con una amplía sonrisa.

—Hola.

—¿Cómo estás? ¿Te siguen molestando por ser sangre nueva?

—Bueno, por momentos —emitió una risa incómoda.

En lo poco que conocía a aquella señora, se le mostraba muy amigable y gentil. No obstante, le resultaba incómodo la amabilidad tan descarada que poseía con ella. Era una simple alumna más del rebaño y no podía comprender la cercanía hacía ella.

—¿Sabes? Me recuerdas mucho a una alumna muy especial de antaño —comentó con brillo en sus ojos.

—¿Quién?—inquirió ella.

—Oh, ella ya no está, pero solía tener una actitud parecida a la tuya. No se dejaba intimidar por nadie.

Si aquella alumna tenía problemas parecidos a los de la joven, ¿qué había pasado con ella? El brillo en los ojos de la enfermera cuando hablaba de la susodicha era melancólico. Pareciera ser muy íntimo a la vez que importante para Margarett. Victoria no era callada, si tenía curiosidad sobre algo, indagaba en ello aunque tocara la fibra sensible.

—¿Ella murió aquí?—indagó. La mujer colocó una expresión en su rostro que la joven no pudo descifrar.

—Me temo que sí. Por eso te digo que te andes con ojo, mi niña. Aquí todos son lobos disfrazados de corderos.

—Usted siempre me avisa de eso, ¿por qué lo hace? ¿Qué sabe que yo no sepa?

—No es lo que yo pueda saber, es lo que tú puedas ver.

Dicho aquello finalizó la conversación tras despedirse y marcharse a la enfermería. Cuando Victoria quiso darse cuenta, Elliot ya no estaba en los pasillos.

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Ella subió las escaleras buscando a su demonio, que se había alejado de ella con cierta molestia. Dedujo que se había ido a su habitación ya que estaban en la hora de descanso. Cuando la muchacha divisó su dormitorio, se percató que estaba cerrado. Pegó la oreja en la puerta de madera, pero no oyó nada. Decidida, giró el pomo y se encontró a su compañero tendido en la cama, simulando descansar en sus ratos libres como el resto de alumnos que allí albergaban.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora