Capítulo 16: "La base"

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Día 64

Tras un tiempo de recuperación Philip se despertó algo cansado, nada más abrir los ojos vio a Neah, su mano sostenía la suya, con un poco de esfuerzo se levantó de la cama:

    -No deberías hacer esfuerzos Philip -Dijo Neah un poco preocupada-

    -Tranquila, voy a hablar con el grupo, me tomaré un descanso después -Dijo Philip tratando de tranquilizarla-

Neah acompañó a Philip durante toda la travesía, no le quitaba el ojo de encima, Philip se reunió con todo el grupo, y les expuso la situación:

    -Hay un grupo ahí fuera, un grupo de militares, se suponía que tenían que protegernos, pero no fue así, dejaron a mucha gente fuera del campamento... Han muerto muchos, más de los que deberían, tienen comida, agua, los estómagos llenos, todavía hay gente ahí fuera esperando un hogar, ellos también tienen derecho a disfrutar de un lugar como el nuestro

    -¿Qué podemos hacer? -Dijeron algunos-

    -Hay que luchar, por una vida mejor hay que hacer lo que sea, hay que equilibrar las cosas, de modo que... ¿Quién está conmigo?

Un montón de manos se alzaron, Philip no pudo evitar sonreír, su grupo estaba unido, todos querían salvar a esa gente, de modo que trazaron un plan, tras muchas horas de observación y de controlar el perímetro de la base para ver los horarios, los cambios de guardia decidieron llevar a cabo el plan.

Philip se acercó a la base militar sujetando un pañuelo blanco en su mano, los soldados se acercaron algo curiosos, antes de que pudieran decir algo Philip les dijo:

    -He encontrado a un militar iba con un acompañante, por desgracia no tuvo tanta suerte como vuestro general... Pero me mandó aquí para ayudar.

Un soldado se acercó hacia el cabecilla del grupo diciendo "Le han encontrado capitán", entonces Philip dijo "Claro, y él os ha encontrado tambén", acto seguido disparó contra ambos soldados, una ráfaga de disparos sorprendió a todo el campamento, el factor sorpresa y la lluvia de balas acabaron con todos...

Philip se dirigió rápidamente hacia su gente:

    -Bien, justo como habíamos planeado, ahora los camiones, coged todo lo útil que veáis y quememos este lugar

    -Genial, se lo merecían, venga chicos que no tenemos todo el día, moved el culo -Dijo Alejandro-

Todos fueron a cumplir con su parte del plan, Philip por su parte fue mirando el lugar, habían causado un destrozo muy grande, demasiado ruido, el olor a cadáveres, ese olor a putrefacción... Ya estaba acostumbrado a aquella mugre, las moscas se posaban sobre los cuerpos fríos en inertes de aquellos valientes pero desafortunados militares...

Continuó caminando, dejando a cada paso una muerte más grotesca que la anterior, las huellas marcaban un rastro de destrucción, el olor a humo camuflaba aquel desagradable hedor que emanaban los cadáveres, la sangre, aquel líquido rojo-granate, viscoso que goteaba sin parar de la mano de uno de los soldados, llevaba un ritmo constante, semejante al de un metrónomo, aquello dejó pensando a Philip cuán efímera era la vida, una bala podía marcar la estrecha diferencia entre la vida y la muerte.

Philip dejó de mirar aquello, decidió meterse en un pequeño edificio que había un tanto apartado del resto, nada más abrir la puerta se encontró de frente a un soldado, el cual no dudó ni un instante en propinarle un fuerte puñetazo en la nariz a Philip, la cual comenzó a sangrar sin parar.

Este le tumbó sin esfuerzo alguno, Philip intentaba liberarse, pero sus forcejeos era inútiles, el terror de Philip aumentó cuando notó y vio con sus propios ojos el cañón de una pistola en su cabeza, tragó saliva, apenas tuvo tiempo para reaccionar, pero por algún extraño motivo no murmuró palabra alguna:

    -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? -Preguntó el soldado algo enfadado y a la vez confundido-

    -Me llamo Philip, y estoy aquí para llevaros a un lugar junto con vuestro general

    -No me cero una mierda, he oído disparos, de modo que contesta ¿Qué coño ha pasado?

    -Hubo un malentendido, un par de mordedores entraron, los matamos, eso es todo

    -Te voy a matar chaval -Dijo apretando más el cañón contra la cabeza de Philip-

En ese momento Philip cerró los ojos y decidió, sin mucho esfuerzo, su destino, por mucha suerte que tuviera, una bala era una bala, iba a morir, o eso pensaba hasta que por arte de magia apareció alguien, alguien que salvó su vida, era nada ni nada menos que Raúl, el cual cogió al soldado por los hombros, le pegó un puñetazo en la cara, la pistola cayó al suelo:

    -Raúl ¡Disparale!

    -¡No! -Gritó Raúl-

Philip cogió la pistola, miró el cargador, estaba vacío, Philip cogió su pistola, apuntó a aquel hombre:

    -Me has dado un susto que te cagas -Dijo riéndose-

    -Lo siento, uno trata de...

La farse fue interrumpida rápidamente con un disparo en el cráneo a sin piedad alguna, registró los bolsillos, en ellos encontró unas cuantas llaves:

    -¿Ves como funcionan las cosas? Tenía estas llaves, apuesto a que esconde algo interesante

    -Paso Philip, ten cuidado, yo voy con el resto, cuídate -Dijo Raúl mientras se marchaba-

Philip bajó unas escaleras, y cuando lo hizo no pudo creer lo que estaba viendo, había visto a gente hacer cosas, pero nada como aquello para saber realmente que cada día su Fe en la humanidad iba desapareciendo...

"Rojo, así es como ha acabado un pañuelo blanco, cuyo color representaba la paz, tal vez el rojo sea nuestro color del día a día"




Los mordedoresWhere stories live. Discover now