Capítulo 33: "Una cita perfecta"

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Philip mantuvo el abrazo durante un tiempo, buscó la manera de llorar, no sabía a ciencia cierta cual fue el motivo de aquel llanto, pero funcionó, Sandra estaba paralizada, toda aquella situación la pilló desprevenida, al cabo de unos minutos se separó de ella:

    -Perdona, es solo que... No quiero dejarte nunca Sandra...

Sandra le cogió de la mano, clavó su mirada en la de Philip, esbozó una sonrisa y le respondió:

    -Haría cualquier cosa por tí

    -¿Cualquier cosa?

    -Cualquier cosa -Repitió Sandra-

    -Sandra, confío en tí, pero quiero hacer algo... Y no se si estarías dispuesta a hacerlo...

    -Te ayudaré a matar a Carver, te lo prometo

    -¿Cómo lo...? 

    -Una chica tiene que saber que quiere el chico que le gusta, te ayudaré a matarle

    -¿Porqué te gusto tanto? No consigo entender ese cariño tan grande que tienes hacia mí, no he hecho nada especial que yo recuerde...

Comenzaron a pasear por Villa Metal, ella le agarró del brazo, pasearon juntos y ella le cogió del brazo:

    -¿De verdad no lo sabes?

    -Si lo supiera ¿Crees que preguntaría?

    -Navidad, hace 2 años, hacía mucho frío y nevaba mucho, pasaste por ahí, y te quedaste ahí quieto, sin darme cuenta te paraste a mi lado, me pusiste tu chaqueta y un café caliente en las manos, yo te miré muy sorprendida, me preguntaste porque estaba allí, yo había perdido el último autobús, vivía muy lejos, me acompañaste y pagaste un taxi, te devolví la chaqueta, la verdad es que nunca me gustó el café, pero desde ese día, cada vez que bebía café me acordaba de aquel chico con gafas ¿Te acuerdas ahora?

    -Recuerdo cosas, pero lo mejor que recuerdo es que pilé un resfriado... Estuve en cama varios días, pero mereció la pena

    -Pasé por allí todos los días desde entonces para ver si te veía, pero nunca pude agradecerte lo que hiciste por mí... Ahora estamos aquí, juntos ¿Crees que será el destino?

    - No lo sé, pero es mucha casualidad que nos hayamos encontrado en estas circunstancias, lo cierto es que... -Philip dejó de hablar durante un momento, cerró un poco los ojos para poder ver con más claridad- ¡¿Qué cojones?! ¡Mordedores! Sandra, ponte a salvo

Philip cogió un palo de madera que había apoyado en una casa, eran más de 10, Sandra no se movió del sitio, tenía demasiado miedo, Philip también lo tenía, pero aquello era como en el teatro, él interpretaba al héroe, y debía actuar como tal.

Tomó aire "¿De verdad me tengo que enfrentar yo solo a estos? ¿Dónde está la gente?". 

Philip comenzó a mirar nervioso hacia todos lados, aquellos seres putrefactos se aproximaban lentamente, poco a poco el camino de huida se iba volviendo cada segundo más y más estrecho, hasta tal punto que estaban totalmente separados de la otra mitad de la ciudad, lo que comenzó con menos de una decena de mordedores acabó convirtiéndose en una gran acumulación...

Philip empezó a retroceder, estaba asustado, con una mano protegía a Sandra, paso a paso su miedo aumentaba, en su vida había visto a tantos juntos, Philip le dio un golpe a un mordedor con el palo de madera, este se rompió sin mucho esfuerzo, el mordedor cayó al suelo, Philip cogió de la mano a Sandra:

    -Quédate aquí, no hagas ruido, volveré

    -No te vayas, no me dejes aquí

    -Suéltame, tengo que salir, ahí fuera hay gente que me necesita -Dijo Philip mientras la apartaba-

Philip salió por la puerta de aquella casa, y comenzó a gritar:

    -¡Eh! ¡Hijos de puta! ¡Venid aquí cabrones!

Su técnica funcionó, consiguió llamar la atención de la mayoría de los mordedores, algunos se quedaron deambulando por algunas casas.

Philip corrió gritando como un loco, en lo alto de una de las casas había un hombre disparando flechas con un arco, un par de hombres salieron e sus casas con utensilios de cocina, algunos iban con sartenes, otros con cuchillos, y comenzaron a abrirse camino por aquella masa de muertos que querían sembrar la destrucción en aquel lugar y darse un festín de carne a costa de vidas ajenas...

Pero aquellos hombres no tardaron en caer, Philip oía sus gritos, estaban siendo devorados, un gran grupo se acumuló alrededor de un coche, había alguien dentro, Philip corrió rápidamente, pero era imposible acceder al vehículo sin ser mordido o arañado. 

Buscó desesperada mente alguna manera de poder ayudar a aquella persona, y sus ojos se iluminaron cuando encontró una espada tirada en el suelo.

Una luz en lo alto de la casa llamó su atención, el hombre que estaba tirando flechas decidió incendiar una y tirarla sin dudarlo contra el capó del coche, esto hizo que el coche explotase sin previo aviso.

Philip salió despedido contra una pared, cuando cayó al suelo miró a todos aquellos mordedores acercándose, se levantó con algunas dificultades, el brazo izquierdo le dolía demasiado, tal vez se lo había dislocado, o roto, él no lo sabía, pero a pesar de todo él gritó con espada en mano y voz desafiante:

¡¿Queréis carne?! ¡Pues venid a por ella! 

Los mordedoresWhere stories live. Discover now