Capítulo 34: "Cuchillo o herida"

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Philip se plantó ante aquella manada de seres salvajes, sabía que caería, pero quería llevarse a unos cuantos por delante antes de morir, con su mano derecha sujetaba la espada de dictaminaría su sentencia, su única salida, la vida o la muerte, todo dependía de un trozo de acero que se había encontrado tirado en el suelo.

Por suerte para él la explosión acabó con muchos de sus depredadores, nunca había blandido una espada, solo sabía lo que había visto en las películas, de modo que se puso en guardia, tomó aire, y se lanzó a dar estocadas a todos y cada uno de los mordedores que querían saciar su hambre con la carne de Philip.

Tras dar más de 30 estocadas Philip hincó una rodilla en el suelo, la espada pesaba más de lo que aparentaba, en las películas parecía fácil, pero era un trabajo costoso, un mordedor se le acercó, su mandíbula mordía la espada, Philip trataba de empujarle, podía escuchar el ruido del acero chocando contra los dientes del mordedor.

Philip realizó un esfuerzo brutal para quitárselo de encima, y lo consiguió,  ganó el suficiente espacio para rebanarle la cabeza con la espada, le pegó una patada en la rodilla a otro mordedor que se aproximaba, con aquel movimiento consiguió tumbarlo, y sin pensárselo dos veces clavó su espada fuertemente en su cráneo, el sonido que desprendía el acero mezclado con la sangre al hundirse en la carne daba mucho asco, pero a Philip parecía importarle.

Intentó sacar la espada, hizo uso del pie, pero no podía, comenzó a tirar más y más fuerte, pero era imposible, entonces unos cuantos mordedores comenzaron a ganar terreno, y cuando se iban a abalanzar sobre él sus cabezas explotaron, unas balas atravesaron sus cráneos, Philip miró detrás de él, y en lo alto de aquella casa había dos chicos abriendo fuego contra todos los mordedores que se aproximaban, uno de ellos bajó de un salto, le miró, extendió la mano y le dijo:

    -¿Me permites?

    -Si insistes... -Respondió Philip entregándole la espada algo cansado-

Aquel chico se metió contra bastantes mordedores, el chico del tejado tiró un objeto, justo en el centro de aquella masa sin vida, a los pocos segundos explotó, muchos cadáveres volaron por los aires, unos intensos minutos de silencio inundaron el lugar, no había ruido, el chico del tejado bajó, miró a Philip y le dijo:

    -Ese brazo no tiene muy buena pinta

    -¿Eres médico?

    -No, pero puedo hacer cosas de principiante -Dijo mientras le cogía el brazo y le pego un fuerte apretón-

Philip se retorcía de dolor, y le dijo:

    -¿Qué coño haces animal?

En aquel momento intervino el otro chico:

    -¿Es cosa mía o parece que puedes mover el brazo?

Philip se dio cuenta de que ese chico le había curado el brazo, le miró fijamente mientras lo movía:

    -¿Cómo os llamáis? -Preguntó Philip-

    -Yo me llamo Fernando, y el que te ha arreglado el brazo se llama Darío

    -Gracias, Darío, te debo una

    -Pues claro que me la debes

    -Fernando ¿De dónde has sacado ese colgante?

    -Se lo robé a un muerto -Respondió mirando el colgante algo nervioso- ¿Por qué lo dices?

    -Eres un tío muy duro, eso está bien, pero a mí no me engañas, ese colgante es tuyo, alguien te lo regaló, tal vez tu madre, o tu novia

    -¿Y a tí qué más te da?

    -La persona que te lo regaló ¿Está viva o muerta?

    -Pues... -Fernando guardó saliva unos segundos- Debe de estar muerta, pero eso no es asunto tuyo

    -Darío, estoy totalmente convencido de que alguien te enseñó como arreglarme el brazo, estás con Fernando desde que empezó esta mierda ¿Me equivoco?

    -Estás en lo cierto -Afirmó Darío-

    -¿Esa persona se llamaba Helena? -Entonces miró a Fernando y le dijo- ¿Y la persona que te regaló ese colgante se llamaba María José?

Ambos se miraron mutuamente, Fernando cogió de un hombro a Philip:

    -¿Cómo lo sabes? ¿Están vivas? ¿Dónde están? Si sabes algo por favor dínoslo

    -Me hablaron mucho de vosotros, antes de que estallase esta mierda me enseñaban fotos vuestras, me hablaron tanto de vosotros que casi os conocía, al principio tenía muchas dudas, pero al ver el colgante, era exactamente igual que el que tenía Majo.

    -¿Qué pasó con Majo? -Preguntó Fernando muy preocupado y ansioso-

    -Ambas murieron, Carver envió hombres a un campamento y arrasó con todos, yo por suerte pude escapar...

    -Philip, te juramos por ellas que acabaremos con Carver, no se irá de rositas como si nada hubiera pasado, te lo aseguro -Dijo Fernando apretando el puño con rabia-

    -Tengo un plan, pero cuando vaya mañana a por provisiones no quiero que vengáis, quiero que os quedéis aquí y protejáis a esta gente de la gente de ahí fuera, sea quien sea el que hizo esto anda por ahí, y no dudará en matarnos a todos...

No estuvo bien mentirles, pero "Así es la vida, aveces eres el cuchillo y otras eres la herida."

Los mordedoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora