*Capítulo Diez: "No"

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"Bien sé que es atrevimiento, pero el amor es testigo que no sé lo que me digo por saber lo que me siento"

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"Bien sé que es atrevimiento, pero el amor es testigo que no sé lo que me digo por saber lo que me siento".

—Sor Juana de la Inés

—Salud

La pregunta fue rotunda ¿Cómo una sencilla palabra era capaz de contener la revolución de diez mil huracanes? Una libertad desconocida, hasta esa calurosa noche de sábado.

En esas simples cinco letras se hallaba encerrado un nuevo comienzo sin la persona que significó tanto para su corazón. Y pese a que era imposible acabar con todo rastro de amor que albergó durante tantos años, ella sabía que no era una fantasía curarse del mal que la acechaba en sus más dulces sueños.

Quería volver a dedicarse a lo que amaba con el mismo fervor de los primeros años y aquel brindis era la revelación de que así sería, por el simple hecho de que la presencia de su antiguo amado, era tan inexistente como las ganas que tenía de ver a Eric.

Eric... Madeleine cerró los ojos y maldijo seguir pensando en ese hombre... Eric... Tan solo recordar su sonrisa y sus cabellos castaños cayendo a cada lado de su rostro provocaban que un extraño sentimiento ardiente bañara su ser.

—Salud —respondieron en un grito que se oyó al unísono, con la inusual algarabía de su extraordinaria amistad.

Cada uno de los amigos presentes en la alborotada velada, levantaron sus jarras de cerveza espumosa y las chocaron, produciendo un agradable tintineo de vidrios, ligero y divertido, que aumentó el jolgorio de la mesa ocupada por esas siete personas.

Era muy extraño verlos compartir una noche entera en un bar, pero ya no eran los mismos jóvenes que se preocupaban por levantarse temprano para ir estudiar, aun mejor, ya no eran aquellos niños que ahorraban cualquier dinero adicional que pudieran obtener para los trabajos de la universidad.

En medio de la conversación abarrotada de los recuerdos más relevantes de su vida, la música a volumen excesivo, cobró un papel protagónico y elevó los ánimos de los más aburridos; ya que los cuerpos danzantes de cada esquina del recinto, mostraban la diversión dada en los momentos que deberían inmortalizar.

En su presente, cargado de responsabilidades laborales, no era común que coincidieran en una animada reunión y menos luego de las peleas que habían tenido.

Ellos entendieron, de las peores maneras, que salir con un amigo, acarreaba una madurez que todavía no tenían.

—Me alegra tanto que al final consiguieras el trabajo —Ángela levantó la voz para que los demás la escucharan, porque sin duda, la bulla era un potente enemigo para cualquier conversación se desarrollara con normalidad.

A pesar de no ser la más expresiva del grupo, ella era una de las más felices con la noticia. Trabajar en el mismo equipo que su mejor amiga, resultaba siendo un sueño hecho realidad. No sería común verla a diario, con ideas para mejorar, aunque harían lo más óptimo para sobrellevar las cargas laborales que a partir de ese momento debían afrontar juntas.

Poesía VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora