XIV

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XIV. "Fallin' All In You".









Thea se ríe a la vez que le hago cosquillas, su risa resuena en las cuatro paredes de nuestra habitación.

Creo que era la primera vez que la escuchaba reírse de esta manera, y su risa me resultó tan hermosa que no me importaría tener que matar con tal de escucharla todos los días.

Continúo haciéndole cosquillas, mi castaña se retuerce debajo de mí tratando de quitarme de encima. No puedo evitar reírme con ella.

Eventualmente cedo dejándola tranquila, rozo mi nariz con la suya por unos instantes antes de pasar mis labios sobre los suyos en un toque bastante superficial, Thea pasa sus manos a mi cabello despeinándolo antes de que yo presione mi boca con la suya besándola, atesorando cada segundo que pasamos haciéndolo.

Dejo sus labios bajando a su barbilla. -Te quiero. -Le susurro contra esta misma antes de comenzar a bajar más.

La beso por encima de la tela de su blusa, al llegar a su vientre la subo antes de besar directamente su piel. Recargo mi mejilla quedando recostado sobre su estómago, cierro los ojos sintiendo los dedos de mi castaña jugar con mi cabello, si alguien me hubiese preguntado cual había sido el momento más feliz de mi vida hasta ahora, habría descrito este exacto momento; cuando sentí que al fin lo tenía todo.

Me relajo notablemente, pensé que caería dormido, pero entonces me planteé algo, ¿y si esto era sólo un sueño?

Y sí lo era, sí estaba soñando, por favor, que nadie se atreviera a despertarme.

Quiero reírme de mi mismo, ¿quien diría que iba a terminar así? La primera vez que vi a Thea ni siquiera se me cruzó la idea de acostarme con ella, en si, recuerdo que me pareció una niña bastante torpe y descuidada con su uniforme sucio, incluso contemplé en correrla del castillo, y lo más probable es que lo hubiese hecho si no la hubiera atrapado escuchando detrás de la puerta. Mi castaña solo había tenido la mala suerte de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Al principio, Thea no despertó el más mínimo interés en mi, en realidad mi interés por ella apareció en el instante que la vi por primera vez en aquel vestido negro, quise quitárselo en el despacho, pero no lo hice pensando en que sería una distracción, y a mi no me gustaban las distracciones, al menos no en ese entonces.

Mi obsesión enfermiza por ella inició cuando metí mis dedos en su interior por primera vez, me dije a mi mismo que no pararía hasta quitarle su virginidad, y cuando finalmente lo hice, no me vi capaz de parar. La quería únicamente para mi, porque ella era mía, ¡maldición, ella siempre sería mía!

Supongo que eventualmente desarrollé sentimientos por Thea, aún cuando no me lo quise admitir, ahora que lo pienso, me lo admití a mi mismo en cuanto vi lo mucho que me había afectado perder a nuestro hijo, y no sólo eso, lo mucho que me afectó la sola idea de perderla a ella también.

Su estómago gruñe y me causa risa, abro los ojos levantando mi rostro para poder mirarla, mi castaña sonríe apenada, y yo sólo pienso en besar esa bonita sonrisa.

Me incorporo levantándome de la cama, no sin antes volver a besar su vientre y bajar su blusa, quedando así parado con mis piernas pegando en la orilla del colchón.

-¿Qué te apetece comer? -Le pregunto observando cómo gatea hasta llegar a la orilla de la cama.

-Fresas con crema. -Responde pasando sus manos en mis hombros.

-Se supone que cuando estas embarazada tienes que comer bien, no puedo darte únicamente fresas con crema. -Le digo frunciendo mi entrecejo.

H E I R   |S.M.|   #2Where stories live. Discover now