Capítulo 45

23.2K 2.8K 3.5K
                                    

ㅤㅤTAEHYUNG camina por la facultad. Tiene que estudiar para uno de sus cursos matemáticos y entregar un trabajo para uno de los de humanidades. También debe hablar con un profesor del que no recuerda ni el nombre, renovar un documento que venció hace meses y quién sabe qué más... Debe hacer muchas cosas, pero no puede concentrarse.

Salió de su última clase hace unos veinte minutos, y desde hace veinte minutos que deambula por los pasillos. Ha recorrido dos de los seis pisos del edificio, sin rumbo alguno. Realmente no sabe qué pasa con su cabeza ese día, porque se siente hasta mareado. Sus pensamientos van y vienen en torno a los sucesos del fin de semana, y aunque pretenda que solo fue una anécdota para Yoongi en el futuro, la verdad es que no se siente como si solo fuera eso.

Se supone que el malestar se iría, que solo debía de alejarse de Jeon un rato, despejar su mente luego de su extraña interacción de esos días, del mal recuerdo. Tal vez sea porque no está acostumbrado a estar tanto tiempo con alguien. Sí, ve a Yoongi la mayoría de las veces que viene a la facultad, pero no deja de ser solo él. Él y sus desalentadoras reflexiones sobre las personas, sus nefastas ideas.

Es solo él, pero despertó y otro cuerpo lo estaba abrazando.

Pensaba que si no lo veía el resto del día, se le pasarían esos desagradables sentimientos. Pero vio al profesor en la cafetería, y al siguiente momento no pudo dejar de pensar en él, de desear tocarlo. Es como si no pudiese controlar sus impulsos...

Tocando su frente, Taehyung asegura que tiene fiebre.

El pasillo llega a su fin al mismo tiempo que un chico cualquiera sale de una de las salas que hay ahí, dándole una mirada entre disgustada y vacilante al verlo, posiblemente porque alguna vez le dijo alguna cosa que lo hizo sentir mal consigo mismo, o quizás lo avergonzó en público. A Taehyung no le importa, pero no pierde la oportunidad de preguntarle si acaso es él el tipo al que pillaron sacando fotos en el baño de mujeres, porque tiene la pinta de serlo.

Nada de eso es cierto, claro, mas la cara que el chico pone antes de gritarle que se vaya a la mierda no tiene precio.

«Sigo siendo yo», se dice luego.

¿Por qué Jeon no reacciona así? En un comienzo lo hizo; ¿qué cambió?

El pelinegro se detiene frente a un ventanal. Ya es tarde. La lluvia no ha parado, y se pregunta si sus cosas se habrán empapado mucho. De todas formas, ¿por qué dejó la ventana abierta? Fue un impulso idiota, y se maldice por ello.

Seguidamente, su teléfono vibra en alguna parte de su mochila. Lo siente en su espalda, así que se apresura y saca el aparato sin ver el nombre en la pantalla antes de contestar.

—Qué.

Tesoro.

Un poco avergonzado, Taehyung se corrige al instante.

—Mamá, hola. No sabía que eras tú.

Heejin se ríe, y con voz dulce pregunta: —¿Cómo estás? Quería saber cómo te fue con lo del traje.

¿Cómo le fue? Bien. No hay otra respuesta. Fue genial, divertido y memorable. Taehyung no es capaz de mentir, de decirse que realmente fue un fin de semana como cualquiera, que hubiese preferido estar encerrado en la biblioteca. No a su madre, por lo menos. No, la compañía de Jeon fue... No sabría describirlo. El profesor es tan diferente a como pensaba. Es un hombre inteligente, observador y atento. Ni siquiera es controlador, todo lo contrario. Aquello parece más la fachada que enmascara sus inseguridades, porque de lo contrario ni siquiera hubiese conducido sin licencia.

¿Y qué fue eso? Hicieron algo ilegal, juntos. Eso no debería sacarle una sonrisa a Taehyung, pero lo hace.

Jeon se preocupa por quienes quiere, pudo verlo con su hermana. Soportó a su familia (su padre) por ella, quizás cuántas veces lo ha hecho antes, y no tiene dudas de que daría su vida por Nahyun si tuviera que hacerlo. Y es un romántico de closet, eso es obvio, concluye Taehyung, por poco riéndose al recordar que la primera vez que se quedó a dormir en la casa del profesor, se metió a su oficina cuando él seguía durmiendo, antes de marcharse. Entre cientos de libros de filosofía, sociología y política, había un gran cúmulo de novelas e infinitas colecciones de poesía. Al menos la mitad eran de romance. Reconoció algunos autores contemporáneos, clásicos, e incluso una que otra novela de folletín. Le pareció encantador, pero decidió no decir nada al respecto.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora