Capítulo 6

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—Me rebajé al nivel de un alumno —se queja el profesor Jeon, en voz alta, una vez se encuentra en la solitud de su departamento cuando las clases terminan y él es libre de irse—. Increíble, ¡me rebajé al nivel de un alumno! ¡Por segunda vez!

Tras cerrar la puerta con más fuerza de la necesaria, el maletín queda olvidado sobre la superficie de vidrio de la mesa del comedor, así como la máscara de soberbia indiferencia que acostumbra a llevar. En su departamento puede expresar todas las emociones que en público no puede, y en ese momento, lo único que siente es ira; en menor medida, vergüenza.

—¿Por qué incluso sigo pensando en esto? ¡¿Y por qué jodida mierda estoy hablando solo?! —se regaña. Está molesto, muy molesto. Y el enojo incrementa cuando su teléfono suena. Jungkook camina furioso hacia la mesa donde está su maletín y saca el aparato—. ¡¿Qué?! —contesta con brusquedad.

Jungkookie —dicen del otro lado—. Es Nahyun.

—Sí, resulta que sé leer.

Cada día eres más divertido. En serio.

—¿Para qué llamas?

Para recordarte del almuerzo de mañana —responde ella, obviando el tono mordaz de su hermano menor.

«Doble-jodida-mierda», piensa Jungkook. Ha olvidado por completo el almuerzo mensual con su hermana. ¿Desde cuándo olvida cosas? Él no olvida cosas.

—¿Y por qué tendrías que recordármelo? —responde, contrariamente a lo que piensa—. Es lo mismo todos los meses. Jamás me lo recordaste antes.

—Porque usualmente eres tú el que me manda un mensaje con la hora, pero esta vez no lo hiciste. Asumí que lo habías olvidado. —Jungkook reprime un gruñido de frustración.

—¿Por qué tenemos estos estúpidos almuerzos, de todos modos? No es como si fuéramos a olvidarnos del otro si no los tuviéramos.

—¿Algo te hizo enojar, Jungkookie? Suenas... molesto.

—¿Tiene importancia? No. —Nahyun suelta una risotada que solo enoja más al hombre.

—Jungkookie, ¿de verdad tienes... emociones?

—Voy a colgar —advierte Jungkook—. Nos vemos mañana. Te enviaré la hora. Adiós.

—No te salvarás de esta. Mañ-

—Adiós.

Al colgar, Jungkook deja sobre la encimera de su cocina el celular y enciende la cafetera. El enojo no lo deja hasta horas más tarde.


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Todos los meses, Jeon Jungkook y Jeon Nahyun se reúnen en el mismo lugar. El día cambia de acuerdo con el tiempo libre del otro, la hora también; no obstante, el lugar, ese pintoresco restaurante de comida china que queda en un punto conveniente para ambos y cuya comida es... aceptable, jamás cambia. Algo en él les gusta y da paz. Jungkook cree que son los chinos, que hablan entre ellos en su idioma y a los clientes en un pobre coreano, limitándose a entregarles la comida. Nahyun cree que es porque ahí son nadie. Asimismo, su decoración —papel tapiz con un inequívoco diseño oriental, al igual que estatuillas y flores, y muebles convencionales— difiere con ellos, con lo que aparentan.

Es la una y media cuando Jungkook llega al local. Su hermana ya está ahí, sentada en una mesa esquinada, vistiendo elegantemente y con su cabello atado en una coleta alta. Él tiene un aspecto similar, pero con ropa masculina y el cabello castaño corto.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora