Capítulo 35

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ㅤㅤCOMBATIENDO un insoportable dolor de cabeza, Jungkook entreabre los ojos. La luz del día no hace más que empeorar su molestia —«¿por qué no cerré las cortinas?»—, así que no tarda en girar sobre el colchón. Su espalda queda entonces descubierta, y el aire otoñal le hace estremecer. Gruñe, aún perdido en el estupor matutino, en la fastidiosa neblina de una imprevista resaca, y estira el brazo. Sus dedos tocan las sábanas desordenadas en el lado opuesto de la cama, el casi extinto calor de otro cuerpo, y sus cejas se fruncen.

Pero las imágenes de la noche anterior se suceden y de súbito sus mejillas y orejas se tiñen de rojo.

«Joder, joder, joder», piensa, pero no lo embarga tanto el arrepenimiento como sí la verguenza de haber cedido ante la tentación carnal y, tal vez, también una tenue excitación. Lo hizo, se acostó con su alumno, con la persona que desgraciadamente socava sus pensamientos y que lo saca de quicio; con quien se supone no se acostaría. Más ahí está Jeon, con el cuerpo adolorido en las zonas correctas, el cabello despeinado, la piel enrojecida y numerosas marcas que relatan una apasionada velada.

Taehyung y él tuvieron sexo, y le gustó. No debería haber una segunda. 

«Mierda», se dice, quitándose las sábanas de encima para apreciar con más claridad las huellas, los chupetones en sus muslos y pecho. El color no deja su rostro, mientras que a la emoción de una borrosa pero formidable noche le sobrevienen catastróficos escenarios, pues... ¿dónde está Taehyung?

El gato lo observa sereno, pero el apartamento está demasiado silencioso.

Jungkook le da un vistazo a la habitación. Solo su ropa está desparramada en el suelo y el celular sobre la mesa de noche le hace saber que son las once de la mañana.

—¿Taehyung? —pregunta al aire, vacilante; sin embargo, como espera, no obtiene respuesta alguna más que un pestañear perezoso de Señor B.

Una ola de indeseada y casi absurda decepción lo golpea. Taehyung se fue, ¿por qué incluso le sorprende? El profesor suelta un suspiro con pesadez. Se siente ridículo, manipulado, contrariado. No sabe qué pensar de todo ello; si Taehyung tenía dobles intenciones yendo a su hogar (sería lo más lógico, cree ahora, lúcido), si solo quería tener sexo, burlarse de él, o si quizás, solo quizás, también siente algo por él. Sea cual fuese el caso, nada conduce a un panorama alentador, y él aun así revive con paradójica viveza las palabras y movimientos de horas atrás.

Aunque Jungkook tampoco es ingenuo. No esperaba nada, no por lo menos de Taehyung, y no puede dejar de etiquetar el sexo como un error; un error del que esta vez no se arrepiente, pero un error de todos modos.

¿Taehyung no tenía trabajo?

Permanece con la vista fija en la pared frente a su cama, reflexivo, hasta que el teléfono suena y él contesta sin ver.

Hola, Jungkookie —dice enérgica Nahyun.

—Hola, noona —exhala el profesor, notoriamente disgustado—. ¿Qué pasa?

Uh, ¿alguien despertó de mal humor?

—Nahyun... —Jungkook se golpea mentalmente por permitir que las consecuencias del lío en el que está envuelto las reciba su hermana, pero no puede evitarlo. Le duele la cabeza y el tipo que recientemente aceptó que le gusta es un desgraciado, además de su alumno... No es el mejor de los días, concluye para sus adentros, hallando tontas justificaciones.

Oh, sí estás de mal humor. ¿Pasó algo?

—No —responde Jeon, sin ganas de contar su dilema—. ¿Para qué llamabas?

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvWhere stories live. Discover now