Capítulo 55

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ㅤㅤLUEGO de aquella conversación, el resto de su estadía en Daegu transcurre en paz... o algo por el estilo. Taehyung acompañó a su madre en su trabajo, la ayudó a acomodar cosas, mover cajas, y atender a los clientes (hasta que otro trabajador le pidió a Heejin que, por favor, no le permita a su hijo hablar con nadie, que sus habilidades blandas «no son las mejores... ¡Mi perro podría trabajar mejor que él!», y su madre le dio la razón). También hablaron mucho: el pelinegro le contó sobre su segunda carrera y su trabajo en la biblioteca —del señor Lee y de Moon Byulyi—, de su plan para disculparse con Yoongi, y de un sinfín de cosas. Y Heejin le mostró sus esculturas.

Decir que estaba contento es poco. Taehyung no podía de la emoción viendo el arte de su madre; la prueba tangible de que el amor no la comió viva, de que pudo superar los horrores del pasado y de que sigue siendo ella.

Tanto Navidad como su cumpleaños y la celebración de Año nuevo pasaron sin novedades (ninguno de los dos es fanático de las festividades), solo estuvieron juntos, conversando y comiendo galletas —que son lo único que Heejin cocina bien—, y sacando a la luz traumas del pasado que nunca antes se atrevieron a tocar.

En resumen, fue una visita terapéutica, y para cuando el pelinegro tuvo que volver a Seúl, ya no sentía la opresión en el pecho que sentía al llegar, las ganas de llorar. No, se sentía diferente. Decidido.


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La rutina de los fines de semana de Min Yoongi consiste en levantarse tarde y estudiar, preparar alguna clase, leer algo o ver una película. Antes de la pelea esperaba que Taehyung lo molestara después de su turno en la biblioteca, pero supone que puede olvidarse de que algo como eso pasará ahora.

Ell pelimenta se levanta de su cama y arrastra los pies hasta la cocina para prepararse el desayuno (o el almuerzo, porque son pasada la una de la tarde).

—Cereales... —murmura, los ojos hinchados por el sueño y totalmente indiferente a lo que ocurre a su alrededor.

Piensa que está solo, porque Jimin sale temprano los sábados, y no es hasta que sale de la cocina con un bol de cereal con leche en una mano y una cuchara en la otra, cuando nota que hay alguien sentado en el sofá de la sala de estar.

—¡Puta madre! —exclama Yoongi, botando sus cereales y la cuchara. Taehyung evita reírse cuando se levanta—. ¡¿Por qué no tocas la puerta como la gente normal?!

—Toqué —dice el pelinegro—, pero no abriste así que usé mi llave.

Yoongi frunce el ceño mientras vuelve a la cocina a buscar algo para limpiar. Taehyung recoge el bol (que milagrosamente no se quebró) y la cuchara y lo sigue. Cuando sale, el pelinegro sale también. Hay leche por todas partes y el pelimenta no sabe si molestarse por Taehyung y sus maneras ilegales de hacerse con las suyas, por su naturalidad, por su desayuno perdido, o por todas las anteriores.

—¿Y tú desde cuándo tienes una llave de mi departamento? —pregunta, inclinándose para pasar un trapo por el suelo y recoger el cereal.

—Desde hace un año —contesta él en un murmullo mientras desliza una mopa por todas las partes donde hay leche. No mira a Yoongi, aunque sabe que él lo está mirando—. Saqué una copia de las tuyas por si acaso... Nunca se sabe cuándo puede haber una emergencia...

—¿Cuál era la emergencia de ahora, si se puede saber?

—Pues no abrías, ¡pensé que estabas muerto!

No tardan en limpiar el desastre y dejar la mopa y el trapo sucios en la cocina. Acto seguido, vuelven a la sala de estar. Se quedan de pie unos segundos, sin decir nada. Yoongi espera que Taehyung abra la boca, después de todo él se metió a su departamento, pero Taehyung no hace más que mirar a cualquier parte menos a él.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvWhere stories live. Discover now