Capítulo 28

23.5K 2.9K 1.7K
                                    

ㅤㅤLA CONVERSACIÓN con Jeon se repite una y otra vez en su cabeza. Las personas suelen hacer conjeturas sobre él y su personalidad todo el tiempo, Taehyung está acostumbrado. Yoongi trata de leerlo cada que dice algo cuestionable, mas no le molesta porque es su amigo; él no tiene más motivos que los de tratar de entenderlo. Taehyung también cree que es porque intenta poner a prueba todo lo que ha aprendido en sus clases, lo que le divierte y hace decir cosas ambiguas solo para alarmarlo.

Cuando otras personas lo hacen, el pelinegro se burla y le resta importancia. Esas suposiciones suelen ser dichas en el clímax de la ira, habitualmente porque dijo o hizo algo que muchos tildan de poco ético, malo o cual sea el adjetivo que se les ocurra en el momento. No son lecturas de su carácter que le provoquen más que risa o aburrimiento, refiriéndose todas a que es un sociópata, un anarquista, un apático, un manipulador. Un retorcido imbécil que no debió haber recibido amor cuando niño.

Y a Taehyung no le afecta en lo absoluto nada de eso.

No obstante las palabras de Jungkook sí calaron en él; turbaron el perfecto dominio de su temple y, ahora, no lo dejan concentrarse en nada más que en el profesor, observándolo calculador. Taehyung jamás había visto en él una mirada tan viva e intrusiva, y es eso, ante todo, lo que lo saca de lugar y provoca una sensación tan nueva como inentendible. El significado de su atrevimiento, la implicancia de lo que dijo, por sí mismo no causó nada en él.

Fue la forma, sin ira, serena, cauta; y las circunstancias, en una oficina en lo alto de la facultad cuyo aire era asfixiante a causa de la tensión que los envuelve cada vez. Ahora, hay un tercer factor; una variante de su racional pensamiento en la que no quiere pensar, y esa es la persona. ¿Tiene que ver aquella sensación con que fuera Jeon quien sacase conclusiones de él? Pese a su renuencia, Taehyung cree que sí, pero no lo toma más de dos segundos considerar que no es meritorio —por ahora, por lo menos— de sus pensamientos. Aunque tal vez no debería, pues esa tensión entre ellos, ha notado, no es producto únicamente del deseo que subyace entre dos personas que se hayan mutuamente atractivas, sino también de la conversación.

A Taehyung le fascina —diría— la conversación estimulante que naturalmente tiene con Jeon Jungkook. Pero es una cuestión en la que no quiere cavilar, considerar a las personas como catalizadores de algún tipo de alteración en él, y prefiere no contarlo en sus propias suposiciones.

—Hey, ¿me estás escuchando? —pregunta Yoongi, levantando una ceja. Está sentado en su cama; Taehyung recostado en el piso, brazos y piernas estirados, como una estrella.

—Claro —contesta él. No es cierto.

—¿Sí? ¿Y de qué estaba hablando?

—... Del concepto freudiano del deseo.

—Vaya, en serio estabas escuchando —dice Yoongi sorprendido—. Sí estaba hablando de eso.

—¿Lo hacías? —Taehyung gira su cabeza hacia él, el ceño fruncido.

—No, idiota, a menos que Freud y su teoría psicosexual tenga algo que ver con la señora Bae.

Iugh, Yoongles, no sabía que veías de esa forma a Roz. —El pelinegro hace una mueca, recordando a la vieja profesora de ojos saltones, piel cetrina y horroroso maquillaje.

—Qué molestia. —Yoongi da vuelta los ojos, aunque no niega el parecido y sonríe divertido—. Te decía, porque aparentemente no me estabas escuchando, que la señora Bae aceptó mi solicitud para ser su asistente.

—¿De verdad? ¿A estas alturas?

—Sí, parece que uno de los que tenía tuvo un problema grave y mi solicitud seguía ahí. 

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvWhere stories live. Discover now