Capítulo 7

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ㅤㅤLENTAMENTE los alumnos comienzan a adaptarse al ritmo del nuevo semestre de otoño y el inminente estrés aplasta los ánimos. Es la cuarta semana de clases y algunos ya lamentan la carga académica y el poco tiempo libre que tienen. Los profesores también notan el cambio en el aire, pero ellos ya están acostumbrados; hay profesores que llevan décadas enseñando en la universidad.

La atmósfera en el aula 621 ese martes no es la excepción. Hay estudiantes que conversan entre sí; sin embargo, la mayoría tiene libros abiertos sobre los pupitres y cuadernillos que no terminan de colmarse de más y más apuntes y ayudamemorias. 

Cuando Jeon entra al salón, la vista lo satisface: mentes jóvenes con las narices pegadas en libros, estudiando. ¿Serán sus intenciónes aprender, o solo pasar el curso? Esa es la interrogante que suscita la expresión facial que lo caracteriza y que motiva el disgusto para con sus estudiantes.

—Buenas tardes —dice el hombre, caminando con la espalda recta y los zapatos bien lustrados. Algunos devuelven el saludo, otros asientes con recato y Kim Taehyung, en el fondo, ni siquiera alza la cabeza, demasiado concentrado en lo que está leyendo. Jeon no lo nota—. La lección de hoy es corta. —Mientras habla, Jungkook se quita el abrigo y coge un trozo de tiza del borde de la pizarra—. Y al final de la clase les daré las instrucciones de la primera tarea evaluada de este curso.

Minutos más tarde, lo único que se oye es el rasguido de los lápices contra el papel y la voz del profesor Jeon profundizando en ciertos aspectos de la moral y la ética, uno de sus tópicos favoritos. El chirrido de la tiza intimida a los que están sentados adelante y obliga a cada uno de los presentes a levantar la cabeza para leer y escribir. La presencia de Jeon Jungkook es imponente, emana un aura de autoridad tan grande que sus alumnos temen perderse detalle alguno y recibir una reprimenda. No es el estilo del hombre, sin embargo.

—¿Alguna pregunta? —Jungkook observa a los alumnos en el salón. Debe haber unos diecisiete, y dieciséis de ellos lo miran con respeto y niegan suavemente. Hay algunos que incluso exclaman «ninguna, profesor Jeon» y que esperan ansiosos a que continúe su clase. O a que termine y puedan retirarse. Hay todo tipo de alumnos; no obstante, es el uno restante, el que ni siquiera lo mira, el que acapara el interés del maestro.

Kim Taehyung.

«¿Por qué demonios no está mirando el pizarrón?», piensa Jeon y frunce el ceño. La molestia se desvanece rápidamente, porque: «Ah, ¿qué importa? No es su obligación prestar atención. Si reprueba será su total responsabilidad...».

—Les daré tiempo para que terminen de escribir —anuncia, pero contrasta en su totalidad con sus métodos de enseñanza. Jeon no da tiempo extra, es exigente y estricto... Aunque esos minutos le otorgan la excusa ideal para desfilar por el pasillo y observar qué hacen sus alumnos.

Los jóvenes copian en silencio. Son pocos en la sala y cualquier murmullo se escucharía con vergonzosa claridad. Tampoco lo intentan; nadie tiene intenciones de recibir un regaño frente a toda la clase. Entonces Jungkook aprovecha esos minutos para caminar entre los pupitres de alumnos concentrados. Todos anotan lo que escribió en el pizarrón, a excepción del joven pelinegro en el penúltimo mesón. Jungkook reconoce la sudadera roja y los rizos desordenados, muy a su pesar.

Taehyung tiene la cabeza gacha y sus lentes se deslizan por el puente de su nariz. Garabatea con rapidez en una hoja cuadriculada, pero el profesor, que mantiene un semblante desinteresado, se da cuenta de que lo escribe son números y fórmulas. Está resolviendo ejercicios de ¿álgebra? No tiene idea, pero definitivamente no está tomando notas de lo que escribió en el pizarrón. Jungkook empuja su mejilla interna con la lengua. El pelinegro alza la cabeza cuando siente la presencia del mayor pasar por su lado.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora