Ad Finitum |Hermione Granger| Sirius Black|
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    Capitulo 2: La magia del tiempo.

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    N.a: Cambie algunas (varias) cosas para que se ajusten a la trama. Espero que les guste. 
    ¡y por favor, comenten!
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    Hermione miró al hombre frente a ella. El giratiempos rodeándolos mientras eran iluminados por las tenues luces de las velas.
    —¿Estás listo? —susurró.
    —Solo espero no acabar en una época donde pueda avergonzarme. —tarareó, fingiendo pesar.
    Hermione sonrió. —Entonces nos vamos.
    Ella dio unos giros al gira-tiempo mientras Sirius susurraba unas palabras apuntando con su varita el objeto y ambos bebieron la poción. La magia fluía mezclándose con un suave dorado que los envolvió a ambos y Hermione se apresuró a herir su palma y la de Sirius, entrelazando sus manos para que su sangre se mezclara, de esa manera, podrían existir como familia en ese otro tiempo. 
    Hermione se aferró a Sirius cuando él dejó de susurrar.
    El tiempo pareció detenerse por unos segundos.
    «El tiempo fluye, la magia fluye...»
    Susurros se oyeron. Voces sonaron a sus alrededores, gritos también y Hermione cerró sus ojos. Sirius también lo hizo, abrazando a Hermione como si temiera que la alejaran de él. Su mano nunca dejando la de ella. 
    «La vida sigue, la muerte para...»
    La magia pareció explotar en el interior de ambos. Gritos, risas y conversaciones se escuchaban.
    «El Mago es un mago, El Dios es un Dios, El humano es solo humano y el tiempo es la existencia más pura de la creación...»
    Hermione sabía que podían morir si el hechizo no funcionaba. Pero se estaba arriesgando a ello. Ella solo quería salvarlos a todos y Sirius estaba de acuerdo con ello.
    Si la Magia los bendecía y encontraba pura sus intenciones, entonces todo estaría bien. Sino... Entonces lo peor que podría pasar sería morir.
    «La Bruja es Bruja y El Mago es Mago... El corazón manda, el alma brilla y la mente todavía permanece...»
    Un tacto suave los tocó a ambos. Ninguno se atrevió a abrir los ojos.
    Puntos brillantes de color dorado suave los rodeo. Una nueva profecía fue cantada para ayudarlos.
    —La Magia los bendice... —una voz les susurró al oído. —El amor que permanece guiará su camino.
    Otra mano los tocó, ahora en la cabeza.
    —Serán más jóvenes, serán hermanos, serán padre o serán hija... Serán aliados, serán amigos y jamás enemigos.
    Otra mano los tocó, esta vez en el rostro.
    —Ellos no serán, pero lo serán. La apariencia será igual o no lo será.
    Una calidez suave los envolvió.
    —Juntos permanecerán hasta que ellos así lo decidan.
    La magia los protege.
    La magia los bendice.
    La magia los guía.
    El descendiente de la familia más noble los amará. Serán suyos para cuidar.
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