Capitulo 12: 1 de Septiembre.

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Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h.»

Hermione miró hacia atrás y vio a su hermano aparecer, seguido de Regulus y su hermano. Alphard Black le siguió y cuando hicieron contacto visual él hombre le regaló una sonrisa radiante, como si realmente estuviera feliz de verla y estar con ella, Hermione apartó la mirada sintiéndose incómoda.

Una sensación familiar llenó su pecho mientras observaba el comportamiento del adulto y lo odió. Odió ese sentimiento. Ella no quería sentir que estaba consiguiéndose una figura paterna o algo similar, no cuando sus propios padres habían estado vivos en su futuro (y su pasado también) y la habían criado con amor, no cuando ellos incluso habían dado la vida por ella y habían hecho frente a los Mortifagos incluso siendo solo muggles.

Sus ojos marrones se movieron entre las pocas personas en el lugar, parpadeando rápidamente para eliminar las lágrimas y centrándose en bloquear su dolor... una vez más.

Todavía era temprano, quizás demasiado temprano, pero a ninguno le importaba.

Pollux quería conseguir buenos asientos, Regulus quería un lugar tranquilo y sin el bullicio de la gente y Alphard...

Alphard simplemente los acompañó por el solo hecho de querer despedirse de ellos, de sus hijos, durante su primer año en Hogwarts.

Hermione sabía que generalmente los padres Sangre Pura no acompañaban a sus hijos después de su primer año, pero Alphard parecía querer ser diferente. Él parecía querer demostrarles a sus hijos que los amaba incluso cuando acababa de conocerlos, parecía querer demostrarles que estaría con ellos en todo momento, en los más importantes e incluso en los más simple porque él era su padre y siempre estaría a su lado, de su lado, cuidándolos y apoyándolos.

Y Hermione no lo odió, pero tampoco quiso que le gustara. Ella se obligó así misma a que no le gustara porque no estaba dispuesta a reemplazar a su verdadero padre, al que dio la vida por ella para que pudiera sobrevivir antes de  que decidiera renacer.

Alphard se despidió de sus sobrinos con unas suaves palmadas en los hombros, para posteriormente dirigirse a su hijo.

Pollux le sonrió alegremente y Hermione pudo ver como ambos se fundían en un abrazo que, ella sabía, su hermano mayor necesitaba.

Él hombre se acercó a ella también, sonriente.

—Adiós, Adhara. —se despidió, posando una mano sobre su hombro y apretándolo suavemente.

Él había intentado llamar 'Hermione', pero le costaba. Aparentemente, amaba demasiado llamarla Adhara porque ese era el nombre que siempre quiso para una hija suya.

Hermione lo miró por unos segundos, antes de otorgarle una ligera inclinación. —Procuraré escribirle, padre. —sus palabras fueron acompañadas de una sonrisa cortes.

—Hazlo solo si en realidad deseas hacerlo. —Alphard le dijo, sus ojos todavía brillaban con cariño y su voz era cálida, suave y agradable, pero todavía tenia una chispa de dolor allí.

Hermione abrió su boca, y luego la cerró no sabiendo que decir al hombre. ¿Qué podía decirle ella cuando ni siquiera se consideraba su hija?

—G-gracias por venir. —ella musitó después con un pequeño rubor en sus mejillas. Su hermano se paró a su lado, mirándola divertido. —Sé que usted no debía hacerlo, venir a dejarnos aquí porque no somos unos niños, pero... uhm, solo... gracias.

Alphard miró con cariño a la niña de catorce años que era demasiado terca y tímida para admitir que apreciaba el gesto. —No necesitas agradecer, soy tu padre, con gusto vendré cada vez que pueda hacerlo.

Ad Finitum |Hermione Granger| Sirius Black|Where stories live. Discover now