Capitulo 21: El tiempo para vivir.

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Pollux Black era el encargado de ser él mismo en su plan. Bromear, juguetear como un tonto y coquetear era algo que disfrutaba hacer. No era difícil, tampoco era complicado y le gustaba hacerlo, pero eso no significaba que estuviera bien con eso. Al menos, no completamente.

La personalidad que lo definía también lo limitaba, indagar quienes serían útiles en su búsqueda de aquellos leales no a la luz, sino que a Dumbledore mientras jugaba con el prejuicio de su propia casa y su sangre, era complicado. Ya había recibido una carta de Walburga Black amenazándolo con maldecirlo (no repudiarlo), si con su comportamiento afectaba la reputación de Hermione y Regulus. Él mismo se había burlado quemando la carta como si no le importase, pero sabía que tenía que moverse con cuidado. Mantener a Hermione fuera del peligro y con una reputación intacta era lo ideal. Y si bien había dejado clara sus posturas con respecto a la magia negra, se había asegurado de mantenerse neutral en cuanto a la guerra. De esa manera, estaría cerca de la 'luz' y observaría todo allí, pero no jugaría para ellos y podría mantener sus cartas para sí mismo en caso de que Hermione lo necesitara.

Pero al mismo tiempo, él solo quería olvidar todo. Olvidar y divertirse, solo jugar y atesorar esa nueva vida, ignorando la creciente guerra, a Voldemort y todo lo demás.

Él solo quería paz. Un poco de paz.

—Pollux. —la voz suave de Hermione lo llamó.

—¿Mhm? —él tarareó.

—¿Estas bien? —ella preguntó suavemente, mientras se sentaba a su lado. La voz de Hermione era clara, cuidadosa y menos vivaz que antes, parecía cautelosa y no tenía ese toque alegre o mandón; ella no era la misma y Pollux dudaba que ella pudiera ser lo alguna vez, pero de nuevo, él tampoco era él mismo que alguna vez fue y tampoco podría serlo.

—Lo estoy. —él respondió. Su voz era tranquila y reservada, a diferencia de su yo de esa época que tenía quince años y que andaba por allí riendo y bromeando con una voz aterciopelada llena de emociones vivas.

Hermione no podía culparlo por eso. Había pasado doce años en Azkaban y tenía derecho a ser reservado con sus emociones, sobre todo cuando estas podían volverlo loco. Tenía derecho a simplemente sentarse y relajarse, observando el Lago Negro como si nada estuviese atormentándolo.

Ella apoyó la cabeza en su hombro e inhaló profundamente. El aroma a menta, manzanas y una colonia que era su favorita incluso después de doce años en Azkaban la llenó. El ligero aroma a cigarro también permanecía, pero ella no dijo nada sobre eso. Cada uno tenía su propia manera de afrontar las cosas y fumar era la manera de Pollux ¿cómo podría ella negarle eso? No podía. Ella no podía negarle nada a su hermano después de todo lo que habían pasado en esas dos vidas que tuvieron, especialmente cuando la primera fue una mierda completa y la segunda tuvo su parte mala también.

Pollux sintió las yemas de los dedos de Hermione acariciar los suyos. La sensación cálida de la caricia llena de ternura que Hermione le proporcionó lo hizo sonreír.

—Es hermoso, ¿no?

La voz de Hermione era suave, delicada y dulce. A Pollux realmente le gustaba escucharla. Había algo en la pequeña bruja que lo atraía desde que ella lo salvó, era un sentimiento cálido e inexplicable que lo había alentado a acercarse a ella y mantenerse a su lado en silencio mientras leía en voz alta. La voz firme, clara y amable de Hermione lograba siempre relajarlo y generalmente lo alejaba de las pesadillas. A él siempre le gustó eso y se lo comentó a Remus un par de veces, pero él licántropo nunca dijo nada, solo sonreía agradablemente o mencionaba cosas sobre la manada del perro que lo hacía reír.

Remus Lupin siempre observaba, pensó Pollux. E incluso en esa época él licántropo permanecía igual. Una ligera sonrisa se dibujó en los labios del hombre ante el pensamiento, recordando al su último amigo allí en el futuro, él que fue su confort y consuelo; ese Remus Lupin que lo mantuvo vivo y emocionado.

Ad Finitum |Hermione Granger| Sirius Black|Where stories live. Discover now