↠Capítulo 14. "Ellos están aquí"

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Capítulo dedicado al amor de mi vida que hoy está de cumpleaños.
Te amo, amor <3

Luciale. 

Percibo la estupefacción apoderarse de cada uno de mis músculos, pero lucho por disimular cada micro expresión que se me pudo haber escapado en un descuido. Se supone que yo soy quien vive en este mundo, la que le enseñará a Rowan nuestras costumbres y demás. 

No puedo permitirme sorprenderme por respuestas como esa, aunque es cierto que a veces hay situaciones que escapan a nuestro control. 

—¿Una bruja de sangre? —cuestiono interesada por el tema, mis ojos viajan a los de la mujer frente a mí. 

—Eso dijo Nilu y tu madre parecía saber del tema —señala sin comprender mucho la situación, pero se esfuerza por mantenerme la mirada. Sus orbes oscuras brillan en intriga y deseo de querer abrazarme—. ¿Qué son las brujas de sangre? En ninguno de los libros que me diste aparecen mencionadas. 

La razón se ha esfumado de mi cuerpo, intento formular una respuesta para darle a Rowan y resolver sus dudas, pero me siento en blanco. Mis pensamientos distorsionados no logran enfocarse en nada más que la pequeña y bella sonrisa que se esboza en los labios amarronados de ella, sus ojos oscuros brillan al devolverme la mirada de la misma forma. 

—¿Qué tanto quieres saber? —susurro un poco ronca, suelto un leve suspiro luego de hablar—. ¿O me vas a besar primero? 

—Luciale... —intenta hablar, percibo sus nervios apoderarse de ella. 

—No me molesta que me beses, Rowan —una sonrisa tira de mis labios, la observo entreabrir su boca por la sorpresa—. Pensé que había sido lo suficientemente clara la otra vez. 

—Lo fuiste —asegura mientras sus manos se posan en mis antebrazos para acariciarme con delicadeza—. Es solo que... me cuesta creerlo. 

—Te ayudaré a cambiar eso —deposito un beso en la punta de su nariz como un acto involuntario, de un instante en el que no pensé con claridad o al menos algo de racionalidad. 

Resulta increíble como Rowan Becker, una muchacha que vino del otro mundo, revolucionó mi universo con solo presentarse frente a mí sin temerme. Desde el primer día en que la vi, sentí algo en mis adentros, ese algo que esperaba no volver a experimentar nunca más. 

Ella cambió mis esquemas, reinventó mis pensamientos y organizaciones, entró a mis entrañas como una revolución que estaría dispuesta a empezar una guerra si fuese necesario. Todo por el simple propósito de quedarse conmigo, de alojarse en mí y no ser arrancada nunca más, como una flor eterna que se asemeje a las Claro de luna. 

Me acerco a sus labios sin poder detener ni un segundo más este momento. La beso como si mi vida dependiera de ello, como si ella fuera la calma después de la tormenta que soy yo y vaya que sí lo es. Es la paz después del huracán, el arcoiris que alumbra en la más absoluta oscuridad. 

Sus dedos acarician mis brazos, sé que ella está chispeando y es muy probable que en unos minutos tenga marcas de quemaduras en los lugares donde ella llegó. ¿Me importa? No, sé que no lo haría por dañarme. Ni siquiera puede controlarse. 

Se mueve contra mis labios saboreando el momento, buscando mi aliento mentolado, ansía liberar mi lado más humano para conocerme a fondo. Soy consciente de ello, leo cada uno de sus movimientos y casi pensamientos, pero no me importa. 

Profundizo el gesto mientras rodeo su cintura con mis brazos, soy delicada en cada movimiento para no asustarla. Ella sonríe por mi pequeña muestra de afecto, su sonrisa es idílica, desde el primer momento en que la vi supe que quería verla sonreír más. 

Siniestra nebulosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora