Siniestra nebulosa

Capítulo 24. "Los orígenes"

Capítulo largo dónde se descubren varias cosas sobre el pasado de Rowan.

TW: asesinatos, menciones a maltrato y descripciones de muertes.

Se recomienda discreción al leer.

Rowan.

Luciale nos dedica una mirada inquisitiva mientras que Jenna rebusca en la biblioteca del Palacio. Sé que la emperatriz de mi vida no comprende qué sucede, más allá de que detesta los misterios y las intrigas. Prefiere decir las cosas claras, concisas, poner los debates sobre la mesa, ser lo más sincera posible.

La honestidad es algo que llegaría a definir bastante a Luciale Meire, ya que si bien en ocasiones no es tan directa como desearía, es honesta y es fiel a sus principios. Nunca iría en contra de sus creencias o valores, algo que hoy en día pocos conservan. 

—Me encantaría saber el porqué de tanto misterio, ¿Quién quiere explicarme? —sonríe serena, aunque sus ojos reflejen odio hacia quien es o fue mi mejor amiga. 

—Jenna tiene información sobre mi familia y la razón por la que estoy aquí, quizá eso nos ayude para conocer mejor mis poderes —le susurro casi en el oído, si fuera más alta, podría hacerlo. Oigo su respiración calmada ante mi voz, su expresión se suaviza casi al instante—. Puedo ser un arma poderosa en esta guerra. 

Se voltea a verme con rapidez, podría afirmar que una especie de horror y temor surca sus iris grisáceas cuando termino de hablar. Sus labios se entreabren para responderme, no tengo idea si para rechazar mi idea o apoyarla. Puedo ver el miedo en su semblante, miedo a perderme por intervenir en una causa que no me involucra. 

Pero a ella sí. Yo haría lo que fuera para ayudarla. 

—Aquí está lo que busco —Jenna interrumpe a Luciale sin notarlo, se baja de las escaleras con cuidado al mismo tiempo que alza un gran tomo, casi como el tamaño de mi torso, de tapas de cuero negro y que se titula "Muertes sin resolver de Abdrion"—. Fue el último libro que sacaron que mencionaba a los Dreim. 

—¿A la familia de Chrystel? —inquiero extrañada, mi mejor amiga asiente sin decir nada—. ¿Qué quieres buscar, Jenna? O Jessera, como sea que te llames. ¿Sabes lo peligroso que es indagar en las muertes dolorosas de personas? Sus espíritus podrían molestarse y...

—Nilu Willekster, la madre de Chrystel, está de acuerdo con esto. Si hablaste con Kairashana Lairovst, entonces solo espera a lo que te voy a decir —me interrumpe, se encamina hacia la mesa ubicada en el centro de la biblioteca y coloca el libro sobre la misma—. Sé que quizá me odiarás después de esto. 

Trago saliva, un tanto incómoda por el suspenso con el que se maneja quien alguna vez pensé que era mi mejor amiga. Esta mujer, si bien tiene casi el mismo aspecto que aquella a la que abandoné en la Tierra, no es mi amiga. No se asemeja en nada a ella, es una completa desconocida con la que hablo y acepto sus palabras como si fueran una verdad absoluta.

Pero no es mi amiga, ni la hermana de otra madre que yo consideraba. No es nadie para mí. 

La rubia a mi lado suelta un profundo suspiro, su vista se dirige a mí por unos efímeros segundos. Con su contacto visual logra tranquilizarme, pues la situación comienza a desesperarme; su mano agarra la mía para entrelazar mis dedos y juguetear con sus uñas en la palma de mi mano, el borde de las mismas acaricia mi extremidad, lo que provoca una serenidad profunda en mí. No necesita palabras para demostrar cuán dispuesta está a protegerme, cuidarme y defenderme. 

—Supongo que sabes quién fue Nilu Willekster, la madre de Chrystel, esposa de Ver Dreim, el conde más poderoso del antiguo Abdrion. Nilu era una hechicera blanca, una sanadora espiritual, entre algunas otras habilidades que ella poseía —relata Jenna con tranquilidad, sus ojos continúan la lectura a mitad de página. Me mantengo estática, escuchando todo—. Nilu Willekster tuvo una hija con su esposo, a la que llamaron Chrystel. Decidieron que iban a criarla en conjunto con la hija de su mejor amiga, la emperatriz Dríhseida. Todo iba a salir bien hasta que aparecieron los problemas entre los Willekster y los Vertiev.