Capítulo 30. "En jaque"

1K 122 90
                                    

Advertencia:
-Asesinato explícito
-Relaciones sexuales

Se recomienda discreción.
Es la primera vez que escribo una escena +18 (de relaciones sexuales), así que me gustaría que al final del capítulo digan que les pareció. Si no les gusta este tipo de escenas, pueden saltarla sin problema.

¡Gracias por el apoyo! <3

Luciale.

Camino hasta mi lugar de la mesa entre los gobernadores, la sala de reuniones para este tipo de situaciones me resulta un tanto agobiante. Respiran junto a mí demasiados rostros que desearía ver tres metros bajo tierra después de ser torturados de la peor manera posible, solo son unos pocos los que deseo ver en pie. Son las personas que integran mi círculo cercano.

Mi amada esposa, Chrystel, Meydila, Kreim, Griseynna... Los únicos gobernadores que son leales a la corona y a mi persona.

Acomodo la falda de mi vestido negro antes de sentarme junto a Tree, me sonríe melosa antes de enfocar su mirada al frente. Repito su acción, pero tomo su mano por debajo de la mesa para entrelazar nuestros dedos.

El tacto de su piel tersa contra la mía aterciopelada, me tranquiliza en cierto modo. Es como si la calidez que ella emana, fuera la paz para la frialdad que habita en mi interior y para la maldición que me consume día tras día. He perdido energías en los últimos días que transcurrieron, mi lado como ser de la oscuridad y como maldita exigen un alma para drenar y alimentarme. Ya no puedo ocultarlo más, las rosas azules no cumplen su función en mí.

Pequeñas sombras violáceas se han esbozado debajo de mis pestañas inferiores, simulan ser ojeras por un mal horario de sueño. Sin embargo, la realidad es, en su totalidad, diferente: son las marcas que advierten la pérdida del control sobre mi cuerpo en un tiempo cercano. Cuando suceda, mi mente estará en el limbo donde suelo encontrarme con Herafel y mi cuerpo será dominado por algo similar al instinto cazador que acecha a los brujos de sangre..

—Como es de público conocimiento, la situación de nuestro imperio no es favorable para la reputación que nos precede —comienzo mi breve discurso. La seriedad en mi voz es como un golpe contundente para cada gobernador, sea leal a mí o no—. Los condados adyacentes a la frontera con Khiat estuvieron bajo ataque. Las bajas han sido menores a las del imperio gobernado por Nymra Polvest, pero eso es lo preocupante, pues entre esas bajas se encuentra un miembro de la honorable familia Trayshon. Dicha familia organizó una revuelta en Drahtin, muchos de los Quishenas se vieron afectados por ello.

—¿Qué sugiere que hagamos, majestad? —los ojos de Griseynna se encuentran con los míos. Observo su expresión más aliviada desde que supo que Normelt está sano y ha regresado a Abdrion por voluntad propia.

—Lo ideal sería colocar al imperio en estado de sitio —responde mi esposa. Su voz suena tan calmada para mí, como un arrullo en mis oídos. No importa cuán imponente desee mostrarse, a mis ojos siempre será la mujer que se roba mis pensamientos y a la que admiro con todo mi ser, aquella que es dueña de mi corazón, de mi alma y de mi vida entera si así lo desea—. Nadie entra, nadie sale. Los soldados de la Guardia Real de los Meire custodiarían las entradas fronterizas y cada ciertas horas se enviarían "refuerzos" para evitar otro ataque sorpresivo. La emperatriz Polvest no parece querer parar con sus ataques y debemos proteger a nuestros ciudadanos.

Un silencio se extiende por la totalidad de la sala, analizo los rostros serenos de algunos de los duques y otros algo alterados por la decisión que ha expresado mi esposa. Deben aprender a respetarla como su emperatriz consorte, posee el mismo poder sobre este territorio que yo. No hay diferencias entre las decisiones que ella tome o las que yo confirme, pues ambas son igual de válidas.

Siniestra nebulosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora