Capítulo 34. "¿Creer o desconfiar?"

1K 92 56
                                    

Buenas noches/madrugadas a todos.
Primero que nada, les deseo un feliz 2024 y que sea un año próspero para ustedes. <3
Gracias por acompañarme en el 2023 y en esta historia, los amo muchísimo.
Espero alegrarles la noche/madrugada que estén teniendo.

✨🫂

Rowan.

Parpadeo para asimilar que he regresado a la realidad, la visión se desvaneció hace unos segundos, pero todavía debo procesar lo que vi.

Meydila Liweul le brinda su ayuda a Pefther, ¿Por qué y para qué?¿Son otros aliados en esta Guerra o son enemigos ocultos entre las sombras, a la espera de que bajemos la guardia?

El lado izquierdo de mi cabeza punza como si me clavaran mil agujas en ese lugar, masajeo con mis manos para aliviar el dolor, pero es inútil. Continúa allí, va en incremento con el pasar de los minutos.

—Estás por tener un colapso —la voz de Vinavina se oye lejana y distorsionada, igual al efecto de cuando te sumerges en el agua e intentar hablar—. Escúchame, Rowan. Tienes que despejar tu mente de cualquier imagen que contenga magia o visiones, tu cerebro acaba de sobrecargarse por la experiencia sensorial que viviste en esa visión.

—De acuerdo —asiento, me obligo a guardar la calma para no sucumbir ante un ataque de pánico que podría desmayarme.

Cierro mis ojos, la imagen de Luciale llega a mi cabeza al instante. Su mirada grisácea me contempla junto a una de sus sonrisas encantadoras, amplia, con las comisuras muy elevadas y que enseña sus dientes. Sus labios brillan gracias al labial violeta oscuro con cierto toque metalizado, debo decir que le sienta fenomenal.

Pronto noto que sus brazos me rodean, pienso por unos efímeros momentos que se trata de la imagen mental que traje para relajar mi cabeza, pero pronto descubro que no es así al abrir mis párpados de nuevo.

El delicado y perfecto rostro de Luciale Meire, mi esposa, me recibe. Su expresión refleja serenidad absoluta, con esa sonrisa que enseña los dientes, esas lindas que se marcan a los costados de sus comisuras al sonreír, esa mirada gris que destellan amor al observarme. Su lunar en forma de corazón destaca más que otras veces gracias a la nueva palidez que ha adquirido, atemorizaría a cualquiera dado que es casi mortecina, pero a mí me encanta.

Un delineado excéntrico resalta sus ojos gracias al difuminado negro y violeta en la zona del lagrimal y pestañas inferiores. Me resulta intrigante, admirable, al igual que su estilo de vestir, aunque nunca se lo he dicho; amo su sentido de la moda, a pesar de que es tan diferente a lo que yo utilizaría, ella grita extravagancia, elegancia, yo soy más de la sencillez y de la formalidad sin tantos arreglos.

Somos tan distintas, pero tan iguales al mismo tiempo.

—Estoy aquí, Tree —susurra sobre mis labios antes de besar mi frente. Recuesto mi cabeza sobre su pecho, un suspiro agotado escapa de mi boca, mientras una de sus manos se encarga de peinar mi cabello—. Siempre estaré aquí, para ti, mi amor.

—¿Cómo supiste que...? —murmuro confundida, intercalo la mirada sobre ella y Vinavina—. ¿La llamaste?

—No, ella no me llamó. Tú lo hiciste —señala mi esposa con una suave sonrisa, acabo de confirmar que amo su acento francés-aridiense cada día más—. Cuando nos casamos, firmamos de manera oficial el pacto entre nuestras almas. Si una de las dos está en peligro, la otra lo sabrá gracias a su intuición. En el momento en que la unión de nuestras almas se finalice, tal vez puedas oír mis pensamientos como hacen los licántropos con sus compañeros.

Siniestra nebulosaWhere stories live. Discover now