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"Papá, ¿estás enfermo?"

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"Papá, ¿estás enfermo?"

Jungkook se sobresaltó ante la aguda voz llamándole la atención. Se giró a Haerin cuando pudo recordar en dónde y con quién estaba, demasiado sumido en sus pensamientos, y su hija ladeó la cabeza hacia él.

"Estás todo rojo" Haerin dejó sus deberes y se estiró para poner sus manos en la cara de su padre. "¿Tienes fiebre?"

Jungkook se sonrojó un poco más, pero le sonrió, con el corazón acelerado y tomó las manos de Haerin en su cara para besarle el talón de cada una.

"Me siento muy bien" le dijo y no estaba mintiendo. Soltó a Haerin y retomó el mango que estaba cortando, los dos sentados enfrente de la mesa ratona, comiendo fruta como postre luego de la cena, un viernes por la noche. Jungkook cortó el mango en cubitos y dejó el plato frente a Haerin, que lo espió a través del fleco que le cubría la frente y ahora le tapaba los ojos, pues se había vuelto a inclinar sobre su tarea.

"Papá, estás raro" señaló y Jungkook la miró, cortando un gajo de mango para sí mismo, metiéndosela en la boca y contestando mientras masticaba.

"¿Raro cómo?" le preguntó, con curiosidad y Haerin se enderezó, dejando la tarea a la mitad para mirarlo a los ojos.

"Menos cansado" ella dijo, bajito. "Um...¿feliz?"

Jungkook parpadeó, pero volvió a sonreírle, acercándose a besarle el pelo.

"Siempre trato de estar feliz"

"Pero feliz de verdad" Haerin recalcó y sonrió cuando su papá se giró a ella y abrió los brazos indicándole que se acercara para abrazarla.

Haerin se trepó a su regazo y apoyó la espalda en el torso del omega, pronto siendo rodeada por sus brazos y Haerin se frotó contra él, contenta con el semblante y el olor ajeno, lo que la había tenido de buen humor a ella también toda la semana.

Haerin se acurrucó en esa calidez y tranquilidad, suspirando.

"Me gustaría que fueses feliz muchos días, papá"

Y Jungkook no sabía muy bien a lo que ella se refería con que se veía 'feliz'. Estaba un poco más animado, no iba a mentir, y las náuseas y malestares estaban disminuyendo -no había tenido que dejar sus quehaceres para ir a vomitar en toda la semana, un récord desde que empezó el segundo trimestre- y había estado de buen humor.

Desde el lunes a la noche, había estado de buen humor.

Debía ser su corazón acelerado trabajando ya el doble, quien llevaba sangre oxigenada más seguido a sus órganos lo que había disminuido el cansancio, debía ser también su antojo por frutas lo que le había dado unas cuantas vitaminas para compensar el esfuerzo que hacía cada día y quizá eran los trozos de chocolate que Jenn escabullía para dárselos, con la excusa de que era bueno para un omega encinta.

COMING BACK TO ME - KTH&&JJKWhere stories live. Discover now