CAPITULO 3 SEBASTIAN

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– ¡Jota! Vamos a ir con los muchachos al bar de Ácidos.

–Voy –Ya, que me importa. ¿Otro día perdido después de toda una vida? Uno más no sumaria.

Después de unas apuestas y varios vasos de cerveza estaba listo para volver a mi casa y enfrentar la realidad.

–Que lo jodan a mi padre– murmuro antes de abrir la puerta. Porque se la tormenta que me enfrento al entrar.

Pero para mi asombro la casa está tranquila, no hay gritos de mis hermanos, mi madre no está encerrada en su habitación llorando y mi padre no se encuentra en el sillón con botellas de alcohol a su alrededor.

–Me preparé para nada –murmuro luego de dejarme caer en el sofá aliviado.

Mi madre se sienta a mi lado al cabo de unos minutos.

–Tu padre se fue a una fiesta. La tormenta vendrá más tarde –dice mientras observa la televisión encendida sin ver nada en realidad.

–Para ese entonces estaremos lejos de aquí.

–Ya lo hablamos muchas veces. Me perseguiría y la cosa iría peor.

–Excusas –grito levantándome del sillón – ¿Por qué lo amas?

–Es el amor de mi vida –dice llorando.

–sh sh –me controlo y la abrazo –Perdón, el llanto te lo puedes guardar cuando el imbécil cruce esa puerta. No me perdono ser yo también el que te saque lágrimas.

–Estoy bien. Va a cambiar. Lo sé. No siempre fue así

–Siempre dices lo mismo y ya pasaron más de diez años. Me voy a mi habitación.

Subí la escalera, saludo a mis dos hermanos que me estaban esperando ansiosos.

– ¿Vamos a jugar?

–Mal día –les digo mientras cierro la puerta de mi cuarto –Ojala no sigan mis pasos ni los de su padre. Que mal ejemplo –susurro.

No eran malos niños, les costaba la escuela y eso pasaba porque sus cerebros vagan siempre en la noche anterior que vivieron. Siempre mostraban una sonrisa a pesar de las más oscuras tormentas y entre ellos dos se consolaban. Son mellizos y seguro tienen una conexión más especial de protegerse entre sí. Y admiraba que hicieran lo que no puedo hacer. Proteger a alguien más. Ya bastante con mi madre y me va a durar para toda la vida.

Me dejo caer en la cama absorto por la música que hacia explotar mi cabeza.

Podía salir del mundo estando en el bar con los muchachos tomando algo, yendo a algunas peleas, o simplemente descargando mi furia sentimental en la cama con alguna chica. Sí. Una mierda soy. Pero ellas se metían conmigo sabiendo que clase de persona soy pero sé que es un reto para ellas conseguirlo, aunque algunos decían que el mayor reto era lograr que me enamorara de alguien. Imposible.

Al saber eso, hacia lo que estuviese a mí alcance para demostrarles que no lo iban a lograr nunca. No iba a permitir que me metieran en su corazón y ser el causante de sus sufrimientos. Ser como mi padre, quién hace sufrir a mi madre todas las noches al llegar alcohólico a la casa. Los gritos, los golpes eran efecto de su consumo sin control. Y yo iba por el mismo camino. Nunca le había pegado a una mujer estando consiente pero no podía decir lo mismo estando ebrio. De tal palo tal astilla. Y la herencia la tengo bien marcada.

Aunque defiendo a mi madre y termino a los golpes con mi padre hasta que el queda inconsciente, sé que a la larga me comporto igual que él. Y que me espera el mismo futuro.

¿Estudiar? Si, estudio. Medicina, aunque con 22 años todavía sigo con materias de segundo curso. 2 años intentando. Si sigo así, pronto me van a echar. Entonces elegiría otra carrera.

No me preocupaba de lo más mínimo. Tenía plata extra por trabajar a veces en el bar y plata extra por robar algunas cosas para un amigo. ¿Y con eso pienso vivir toda mi vida? No me importa pensar en eso ahora. Sino del futuro de esta casa y como voy a salir de esta. 

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