CAPITULO 23 SEBASTIAN

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Hace dos días Sam ha estado actuando muy raro. Tengo miedo que algo le haya pasado y todo vuelva a hacer como antes.

Desde que ha visto a Noemí noto que hay un cambio, así que le he prohibido verla. Para mi sorpresa no discute y comprende mi preocupación.

Pero igual hay algo que no me cierra, así que estaré atento sino tendré que hablar con su doctor.

–Tendríamos que hacer las compras. Tengo ganas de comer frutas y ya no hay más en la nevera –grita Sam desde la cocina.

–Me cambio y vamos –contesto y subo a vestirme.

A los minutos escucho que alguien golpea la puerta. Tardo en bajar ya que quería terminar de vestirme para poder ir rápido a comprar y así volver a estudiar.

Al bajar veo a Sam que guarda algo deprisa.

– ¿Qué tienes allí? –señalo su bolsillo.

– Una carta para mi padre –y sin darme más explicación agarra su campera y se dirige a la camioneta.

Durante todo el viaje nadie dice nada hasta que volvemos a casa donde Sam está de bueno humor y nos acostamos a hablar.

Me cuenta su experiencia sobre algunos profesores, discutimos sobre que esperamos del final de una novela, hasta analizamos comprar una mascota.

– ¿Me amas? –dice de repente.

– ¿Qué clase de pregunta es esa?

–Una que no estas respondiendo.

–Si te amo, pero no creí que dudaras que lo hago.

–Me gusta cuando lo dices –dijo distraída mirando hacia el techo.

–Entonces prometo decirte te amo todos los días –muevo su cabeza para que me mire y la beso.

La amo. Y aunque lo nuestro sea complicado no me arrepiento de mis elecciones. Tras ese beso infinito terminamos desnudos bajo las sabanas, disfrutándonos de nosotros.

...

Una vez que Sam se fue de casa en su auto, reviso toda la casa en busca de la carta que escondió ayer. Era un sobre negro, mucho más fácil de encontrar. Aprovecho mi mañana libre sin clases para organizar mis ideas, porque el bueno humor de Sam de ayer puede ser pasajero.

Luego de media hora de búsqueda, dentro de unas botas encuentro un sobre. Reí en voz alta al reconocer que la conozco muy bien.

El sobre ya está abierto, el cual no tiene nombre de destinatario ni remitente.

Me siento en el piso de la habitación y comienzo a leerlo.

No está dirigido a nadie en específico pero el contenido es muy impactante.

¨Sé que fuiste tú la que hizo esto. Resolvamos esto de una vez mañana al mediodía¨

Y luego de analizarlo por unos minutos caigo en la conclusión que Sam estuvo en problemas específicamente por su tío. Sabía que tenía que controlarla mejor.

Pero tal vez, se dio cuenta que no necesita ir, que ya está todo resuelto en su vida.

No creo que quiera ir. ¿O sí?

Mi mente no deja de decirme una cosa, mientras mi corazón lo contradice.

¿Qué tengo que hacer ahora?

Bajo las escaleras, agarro las llaves de mi camioneta.

Tengo que ser veloz, porque entre la búsqueda, el reflexionar y la distancia podría estar llegando tarde. Y para ser sincero, ya dudaba de que Sam entrara en razón.

El viaje se me hace eterno, ya no me importan las multas que voy a acumular por subir la velocidad, pero el mediodía se acerca y yo tengo que encontrarla.

Tengo tanta mala suerte que a una cuadra de la facultad me toca un semáforo en rojo. Cuando por fin pude avanzar veo a Sam acercarse a su coche a toda prisa, subir en él y arrancar.

Trato de alcanzarla, pero el transito al mediodía es un caos. Recorremos varios kilómetros, y mi miedo aumenta al no poder acercarme como quiero. Trato de llamarla, pero como de costumbre su teléfono da apagado. Por suerte todavía la diviso pero no quiero que llegue al lugar que sé que quiere ir.

De pronto unas sirenas de policía se acercan, al principio pensé que era por otra cosa pero a acercarse mucho más a mi camioneta y hacer señas de luces supe que iban dirigidas para a mí.

No quería problema con la justicia de nuevo, así que me detengo.

Me bajo del coche y un policía se detiene a hacerme preguntas.

Mis respuestas no eran claras, ya que mi mente volaba con Sam y la preocupación que tengo en este momento no me deja pensar. 

SUMERGIDOSWhere stories live. Discover now