CAPITULO 4 SEBASTIAN

64 11 0
                                    


–No puedo estar acá– Tenía que salir. Esta noche no puedo soportar ver como esta casa se derrumba otra vez. No puedo defender a mi madre, no voy a poder controlarme y voy a terminar cometiendo un asesinato. Mejor paso.

Una vez en mi camioneta, una Ranger negra, el amor de mi vida; salí para el bar. A la noche siempre había fiesta. Pero no se encontraban las personas indicadas. Sino gente más oscura, como yo y mis amigos. Más gente perdida que no podía soportar la presión e iban para descargarse. A pasar el tiempo sin preocupaciones. La policía nunca nos molestaba, preferían que estuviésemos todos en un mismo lugar, que estar merodeando por ahí.

El lugar no es muy acogedor, es aún más oscuro que todos nosotros y simplemente algunas luces de colores iluminaban el espacio de una manera siniestra. Las paredes parecían que estaban quemadas, muy sucias en realidad, los sillones contaban más historias penosas que todos nosotros. Soportaban a personas teniendo sexo, el peso de gente a punto de suicidarse y que simplemente iban a conseguir consuelo.

El lugar equivocado, no hay consuelo en este lugar.

Para participar en este grupo de personas el cual nos conocemos todos y de vez en cuando había miembros nuevos, hay que ser muy duros, no tener temor ni sufrimiento en nuestras cara para demostrarle a los demás que somos fuertes para afrontar problemas, que somos valientes, y hasta gente sin dignidad.

En fin, solo lo dije irónicamente, porque somos una máscara, cobardes para no afrontar nuestros propios problemas.

La música nos hacía exprimir el cerebro, nada nuevo. Ya lo teníamos así.

–Jota. ¿Qué haces acá en Ácidos?

–Me quiero perder la acción en mi casa– le guiño el ojo –Un whisky John.

John es mi amigo más cercano del bar, juntos trabajamos sirviendo bebidas. No con todos me llevo en este lugar, y podría decirse que tengo un grupo reducido de amigos. Esta solo John y Joshua. Bueno, muy reducido.

– ¿Seguro que quieres eso?

– ¿Qué quieres? ¿Eres mi psicólogo ahora? Déjame en paz– Lo amenazo con el puño y salgo hacia unos de los sillones a lo lejos del salón.

¿Que se piensa? ¿Que por conocernos desde chicos tiene el derecho de poder resolver mis problemas? No estoy exagerando, pero estoy cansado que se metan en mi vida, cuando no hay solución. Claro, yo no tengo la suerte que él. Sus padres están unidos por amor puro y el viene acá por diversión y dinero sin ningún problema en su mente, todo porque no se lleva con los populares que viven cerca de su casa, en ese vecindario lleno de mansiones.

Sé que esas personas son toda una pantalla, que adentro, cerrando las puertas tenían los verdaderos problemas. Pero creo que ninguno vivía con la violencia y el drama que vivo en mi hogar. Si podría llamarse hogar.

Estoy tan distraído con mis pensamientos que así no voy a conseguir ninguna chica para descargarme esta noche. También tengo que ver donde me puedo quedar a dormir ya que no pienso volver a mi casa, no quiero presenciar lo que se avecina. Es muy egoísta de mi parte no estar ahí para mi madre y mis hermanos, ¡Pero todas las noches lo mismo!

Yo no puedo con todo, quiero mi propia vida de vez en cuando, no tener que preocuparme por nada más.

Bueno, después de terminar este vaso voy a ir a la pista de baile y empezar la conquista. Tengo que decidirme por si alguna antigua o alguien nueva. Una es más trabajo que la otra, pero trabajar más podría distraerme. Esta noche no trabajo en el bar, por suerte tengo camino libre para hacer lo que quisiera.

Me estoy parando para ir de vuelta a la barra una vez que terminé con mi bebida cuando veo una chica peculiar asomándose a la puerta. Es la tercera vez que la veo, pero nunca en este lugar. Nunca en Ácidos.

¿Será su primera vez por acá? No lo creo, parece muy preparada para este lugar, no muestra miedo, solo superioridad, y parecen que muchos ya la conocen. Miro a mí alrededor y es así. Las chicas la miran con recelo pero sin hacer escándalos, muy raro en ellas, y los chicos con puro deseo, bueno eso no ha cambiado para nada.

Un recuerdo pasa por mi mente. La primera vez que la vi.

Fue el día que fui a buscar a mis hermanos a clase particular, ella los ayudaba a aprender a leer. Me acuerdo que lo hizo gratis ya que les habían caído bien mis hermanos. Nunca le pregunté porque, solo recibí a los niños, dije gracias y cerré la puerta.

Si me reconoce va a tenerme rencor. Espera un momento ¿Estoy pensando en ir a hablarle?

Bueno la segunda vez fue... fue... ¡¡Oh no!!! En realidad de ahí la conozco. Del periódico. Su caso fue muy reconocido. De lo loca que se volvió por la destrucción de su familia. Pobre, ahora entiendo que hace acá.

¿Pobre? ¡Es suficiente!

No tengo piedad de la personas. Y solo quiero una cosa, y es lo voy a hacer con ella. 

SUMERGIDOSWhere stories live. Discover now