CAPITULO 5 SAMANTHA

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Otro día sin ir a la escuela. Faltan solo más de tres semanas para que este infierno termine, estoy tratando de graduarme con las notas suficientes para no verles las cara a ninguna de esas personas.

No está en mi lista de ser rebelde ¨ser buena alumna¨, pero quiero estudiar y sacarme las notas suficientes para evitar volver. Hoy simplemente al no tener exámenes decidí no asistir. Qué sentido tenía ir si mi mente no se encontraba conmigo ¿Qué sentido tenía que todos me miraran con compasión, o por las notas que salían en el diario sobre mi transformación, que algunos se atrevan a reírse para luego iniciar una pelea y terminar en detención? Ninguno. Solo más tiempo en la escuela.

¿No les pasa que cuando uno desea que llegue una fecha con todo el corazón ese día no llega más? No está la persona que había luchado conmigo para terminar mis estudios. Así que ese día podría llegar más rápido y evitarme el daño de seguir dejándome ver.

Y una vez más me encuentro en Ácidos, el mejor lugar que he encontrado. Un lugar donde había gente con la que me identificaba.

Desde el 8 de Noviembre que vengo a este lugar, el día de mi cumpleaños.

Nadie te mira con tristeza por tu pasado.

Es más, las chicas te miran con odio por acostarse con sus hombres, pero sin causar pelea, y los hombres con deseo para sumar una chica más a sus listas. Ninguno hablaba de su pasado o porque se encontraban aquí, solo tomaban, bailaban sin sentido y se revolcaban en los lugares que tenían disponibles.

¿Somos personas sin almas? Puede ser, pero alguien se había encargado de sacarla, porque no venimos así al mundo.

–Hola Clara –le digo a la chica que está sentada sola en el bar. Me cae bien, nunca hablaba nada y eso era lo importante.

–Hola Sam –me dio una botella de cerveza –Fresca –moviendo la suya.

–Qué alivio.

Y eso es todo lo que hablamos, era lo mismo todos los días, y no me molestaba. Sé que es un año mayor que yo y que estudia para ser una futura ingeniera civil. Siempre mantiene su perfil bajo, no pelea con nadie ni se acuesta con nadie, solo toma y observa. Todo lo contrario del rumbo que yo he tomado, podría arrepentirme por no aceptar las cosas como ellas las había tomado, seguir su camino. Pero es tarde y no tengo las fuerzas necesarias para desviarme.

–Hola –me susurran al oído.

Me doy vueltas decidida a pegarle, esta noche no tengo ganas de nada, solo tomar y dejar que pasen las horas.

–Soy Jota –perfecto, a este chico lo conozco.

– ¿Qué quieres? Esta noche no estoy de servicio, depende de lo que te comentaron por ahí.

– Solo falta que digas que eres la nueva zorra del lugar

– Que mal habla de ti, no conseguir acostarte con la puta del lugar –Veo a Clara reírse a mi lado.

– ¿Para qué crees que vine? ¿Solo para saludar? Me sorprende lo ingenua que eres –guiña el ojo y pone la sonrisa de ganador que más de uno usa. Básico.

Me doy vuelta para darle la espalda.

– ¿Y si dejamos de lado que mueres por tocarme? Sabes... ya te he visto antes–oh no, esto no iba a durar para siempre ¿no? ¿Alguien tenía que mencionar algo? No podían solo aceptarme y dejarme ser como ellos. Clara, que está a mi lado también se dio cuenta y se pone rígida esperando mi reacción. –Soy Sebastián. El hermano mayor de los gemelos Lewis –me relajo. Es eso. Qué alivio. Noto que Clara también se relaja y vuelve a su posición. Nada iba a cambiar.

–Sí. Son increíbles –era verdad. Muy dulces, traviesos. Hace mucho que no los veo, seguro están muy grandes. Dos pequeños, de pelo negro, más negro que este lugar, con un corte como si hubiesen puesto un tazón de cereal sobre sus cabezas y le cortaron el cabello. Sus ojos azules reflejaban cuán puras eran sus almas.

Nada de eso puedes encontrar en el chico que tengo al frente, si, tiene el pelo negro igual que los niños, nada más que este tiene un corte más salvaje, sus ojos marrones se mostraban algo tristes y siniestros. Nada comparado con sus hermanos. Era muy grande y alto, no solo porque seguro hacia ejercicios o algún deporte, sino también creo que lo había heredado. Con lo poco que me dijo supe que su voz encajaba perfectamente para ser locutor, una voz gruesa y con mucha seguridad. Su piel de bronceado permanente tampoco se compara en nada con la de sus hermanos de una tez blanca como la leche.

– ¿Vas a mirarme un poco más? –me dijo con su perfecta sonrisa. Esperen un momento, es verdad ¿Qué tanto lo miro?

–Pensaba en lo diferente que eres a tus hermanos. Ellos son más educados y mucho más lindos.

– ¿Más lindos? ¿Algo de lindo ves en mí? –claro, entiendo que me expresé mal.

–Por favor, hoy no tengo ganas de coqueteos absurdos.

–Aquí nadie está coqueteando, solo me acerque como lo hacen los demás.

–No quiero tener que repetirlo, esta noche no campeón. Yo elijo cuando, donde y con quién. Que te quede claro.

–Así se habla chica –dijo Clara levantando su copa.

–Está bien, hablemos entonces.

–Ya dije que no estoy de humor.

–Está bien, me iré, pero no te aseguro nada, seguiré intentándolo. Y lo sabes.

–Lo que sea, Imbécil.

Dicho eso se fue con una gran sonrisa en su cara.

–Te lo ganaste Sam –dijo Clara mirando hacia donde Jota se está yendo.

–Lo sé, puede que quedar como la puta no haya sido lo más ingenioso. No importa, y a ti no debería tampoco –tomé de un sorbo lo que quedaba de mi bebida y me fui afuera.

El único lugar donde quería estar ya no me apetecía, y mi cambio de humor rotundo hace que quiera irme a dormir y finalizar al fin el día. Total ya eran más de las dos de la mañana. 

SUMERGIDOSWhere stories live. Discover now