CAPITULO 16 SEBASTIAN

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Nunca me hubiese imaginado este final para John. Y muchos menos para Clara. Eran las personas más humanas y llenas de vida, con sueños y futuro a comparación de todos los que asistían a Ácidos. Y ahora ya nada queda de ellos.

Alguien los sacó sin vida. Al parecer trataron de reanimarlos, pero ya era tarde. Sus cuerpos ya no tenían vida.

Ahora junto con Sam, Joshua y una destrozada Noemí estamos frente a un funeral donde solo nosotros conocíamos sus verdaderas personalidades e identidades.

Ya se sabía que ellos formaban parte de familias con poder. Y por cómo y donde murieron éramos muy pocos los que estábamos presentes.

Nosotros no fuimos invitados, pero entramos igual.

Nadie nos iba a impedir una despedida, y aunque se notaba que no estaban de acuerdo no hay ánimos para conflictos.

La ceremonia es muy corta, y de a pocos todos se fueron yendo y solo nosotros nos quedamos tomados de la mano dándonos fuerza.

...

Luego de ese terrible sábado, ya nos encontramos en un domingo 18 lleno de silencio.

El frio de Junio es aún más triste y aunque a Sam le costó al fin dormirse, ahora se encuentra profundamente dormida en mis brazos.

Siendo las 9 de la mañana suena mi móvil.

–Seba, ven a casa. Tu padre ha llegado más violento de lo normal –mi madre hablando en susurros y luego corta.

Sin hacer ruido, tomo mis llaves, me cambio y salgo hacia mi casa.

Al parecer el problema de verdad es muy serio ya que al estacionar me encuentro con vecinos y policías en la puerta de mi casa.

Al acercarme los gritos se hacían más fuertes, al principio no me dejan entrar pero al aclarar que soy el hijo entro con un oficial a mi lado.

Ni bien veo a mis hermanos llorando y a mi madre con un ojo morado me abalanzo hacia el borracho que le hizo eso.

Caemos al piso y no dejo de pegarle en ningún momento. Estoy tan concentrado que no noto a los oficiales que tratan de detenerme.

Para mi sorpresa, ni bien me agarran, me esposan y hacen entrar dentro de la patrulla.

...

Luego de declarar todo el día, esperar que declaren mi madre y hermanos, que declare el alcohólico salgo ya tarde noche.

El caso quedó en la nada ya que mi madre no quiso declarar como corresponde y cubrió muchas faltas de mi padre.

Y a pesar de insistir que terminaran con ese circo se fueron los cuatro juntos a casa. Estuve debatiendo todo el camino si debía ir con ellos y controlar que este todo bien, pero luego de los sedantes que le dieron a mi padre que estaba muy descontrolado, me quedo más tranquilo que todo estará bien.

Sigo insistiendo, el cambio lo hace mi madre, y lamentablemente no puedo hacer más de mi parte.

Ahora me encuentro ansioso por llegar a casa y estar en los brazos de Sam. Explicarle lo sucedido y poder estar bien por un rato. Sin recuerdos, tristeza, problemas. Solo nosotros.

–Sam, llegué.

No responde. Entro a la habitación y la encuentro tirada en el piso con una botella en su mano.

–Sam, respondé –le digo mientras le doy algunas cachetadas.

Esta inconsciente. Y el temor de que cometiera una locura se hace cada vez mayor cuando noto que no responde.

Salgo corriendo al baño con ella en mis brazos y la meto en la ducha. Despacio le saco la ropa y prendo la canilla. No hay una reacción instantánea de ella así que como segunda opción paso frente a su nariz un poco de alcohol etílico.

Parpadea muy despacio y noto como mi corazón empieza a latir de nuevo normal.

– ¡Oh por dios, Sam! Me has asustado. ¿Estás loca? –No dice nada, sé que aún no tiene fuerzas para hablar.

Lleno la bañera con ella adentro, compruebo que este tibia y ya cuando está todo listo y Sam un poco más despierta me saco la ropa y me acomodo con ella en la bañera.

Estamos en silencio un buen rato mientras paso la esponja con jabón por su cuerpo. No pronuncia ni una palabra y sus ojos están fijos en un punto.

Una vez que terminamos, la envuelvo en la toalla y la llevo de nuevo hacia la cama. La seco y pongo su ropa, lo único que hace es acomodarse para entrar dentro de las sabanas y acostarse.

–Sam, ¿Qué ha pasado? –me siento en cuclillas y paso mi mano por su pelo.

–No fui buena persona con ella. Ella si lo fue conmigo y la traicioné. –es lo único que dice. Sé de qué está hablando y sabía que en algún momento iba a pasar.

–Me siento culpable. Mientras ella moría yo me acostaba con el chico que le gustaba.

–Sam, Sam –digo mientras me siento en la cama y la abrazo –no tienes la culpa de lo que pasó. Y de todos modos ella se iba a enterar de lo nuestro.

–La traicioné –

–Ya basta. No fue así. Va a estar todo bien. Yo también me siento mal porque sé que ella sentía algo especial por mí. No significa que yo no, pero no del mismo modo. También me siento un poco culpable. Pero es parte de la vida, y vos más que nadie sabe eso. No hiciste nada, justo pasó antes de que nosotros habláramos con ella.

– ¿Y nosotros? –pregunta dudosa.

–Y nosotros ahora estamos juntos. Y juntos vamos a salir de esta. Te lo prometo.

Se acerca y me besa. Pero este beso no se compara con ninguno que nos hayamos dado antes. Este beso es más de parejas, de personas que sufren por igual y quieren estas juntas. Es mucho más tierno dejando la pasión de lado.

Entiendo cómo se debe sentir Sam, pero tengo que convencerla que todo estará bien y que se perdone a ella misma. 

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