2: Día y noche

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Adara

Vine lo más temprano posible para hablar con Cainán, pero su secretaria todavía no me ha dejado entrar. Me parece gracioso como es que él me dijo que el día lo pone muy reacio para entablar conversación y eso mismo me advirtió su empleada, casi con las mismas palabras. Parece que se burlan de mí y eso me irrita, pero tendré que esperar.

Deberé olvidarme de mi temperamento por Lucila, la víctima de este caso, pues parece que soy a la única que le importa. Mi jefe volvió a repetirme que me olvidara de ella y todo lo relacionado con Cainán Done. Más me lo niegan, más obstinada seré en obtener respuestas.

—Señorita Kyleth, el señor Done la está esperando.

Alzo la vista a la secretaria, la cual sabe que yo he sido la que he aguardado todo este tiempo, entonces suspiro, me guardo mis palabras y me dispongo a levantarme para ir a encontrarme con Cainán.

Una vez entro a su oficina me confundo un poco, es el mismo hombre de cabello oscuro y ojos algo cobrizos, pero su semblante, porte o algo más que desconozco, lo hacen ver diferente.

—Señorita Kyleth. —Alza la vista y su mirada se siente tan fría, toda la sensación de relajo que aparentaba en la noche no está presente—. ¿En qué puedo ayudarla?

Me aproximo a la silla de enfrente de su escritorio y me siento, él no me quita la visión de encima, como si me examinara, meticulosamente.

—Puede llamarme Adara —le recuerdo y sonrío—. Ahora que ha pasado un poco, seguro estará más tranquilo para darme más detalles de lo sucedido en el callejón.

—Preferiría que no —dice cortante.

—¿Disculpe? Esta es una investigación policial y...

—Creo que no me comprendió —me interrumpe—. Estás intentando generar un vínculo conmigo y no me interesa, así que la seguiré llamando por su apellido, si no le importa, usted puede hacer lo mismo.

¿Cómo lo supo y por qué lo dijo con las mismas palabras que pensé ayer? Quizás me esté confundiendo, será mejor que me centre en lo importante.

—Entiendo, señor Done, no hay problema. —Saco una libreta para anotar lo necesario—. ¿Puede recordar algo más de la escena del crimen?

—Ya le dije, solo un cuerpo —expresa en un tono que intimida y su mirada se mantiene amenazante—. Nada más.

Mierda, en serio parece otra persona.

—¿Un olor? ¿Un sonido? ¿Vio algo inusual?

—Ahora que lo menciona... —susurra—. Un sonido, un irritante gato estaba chillando, insoportable —declara, molesto.

Cielos, este hombre no se parece en nada al muchacho amigable de la noche. Quizás tuvo un mal día, aunque teniendo en cuenta que acaba de empezar, no sé qué le arruinó la mañana. Aun así, lo que más me sorprende es que justo sea un gato lo que oyó, justo como en mi pesadilla. Esto me inquieta, tendré que ser más cautelosa, pues siento que estoy imaginando todo. Debo volver a la realidad.

—Veo que todavía está alterado, será mejor que sigamos esta conversación en otro momento.

De todas maneras debo ir a ver a los forenses e insistir con que trabajen porque aquí nadie quiere atender el caso.

—Le daré un consejo, señorita Kyleth. En Norville la gente muere, y los que investigan también. Será mejor que vuelva a su ciudad con problemas reales.

Frunzo el ceño y me levanto de mi asiento, ignorando todas las coincidencias.

—Escúcheme, señor Done, yo nunca me rindo, así que más vale que eso no sea una amenaza.

—No lo es, solo le dije lo que sucede por aquí, puede seguir su camino.

Me sorprende que continúe serio, ya que en la noche, sonreía todo el tiempo y era muy amable.

—Gracias por la sugerencia, me retiro.

—Cuídese.

Salgo de la aseguradora del joven empresario. Recuerdo que dijo que la compañía era de su padre, pero no lo he visto ni lo han mencionado en ningún momento. Voy a los forenses y por suerte Lott es amigable, sus amigos no tanto, pero me vale con que uno tenga vocación. Al parecer como yo, es nuevo por aquí, así que le hacen la vida imposible como a mí. Sé que seremos buenos amigos.

Cuando termina su turno, vamos a un bar para conocernos mejor. Aunque no dura mucho la conversación, pues visualizo a Cainán entrando a este mismo y nos termina acompañando en la barra.

—Hola, escuché que estarías por aquí, y vine a disculparme, siento que te traté muy mal esta mañana. —Me regala la sonrisa de ayer, lo que me descoloca un poco—. ¿Sucede algo?

—Nada —murmuro.

Miro que ya se ha hecho muy tarde, se ven las estrellas por la ventana y me parece demasiado extraño. Me pregunto si tiene doble personalidad, por el gran cambio de actitud y hasta deliro creyendo que su forma de ser se alterna entre el día y la noche.

Debo estar volviéndome loca.

Tú y yo paranormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora