23: La ley del infierno

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Cainán B

Corro a gran velocidad para atacar a ese Akil Stormville, pero resulta que, al llegar, no logro ni transformar mi garra. Hay como una fuerza invisible que me lo impide, ¿acaso es un campo de fuerza? No puedo hacer ni un minúsculo movimiento más.

El infeliz ayuda a levantar a Adara, luego me ignora y mira a Elerick, como si yo no existiera.

—Eres el dueño de este recinto, ¿cierto? —le consulta de manera cordial.

El moreno se aproxima de forma pacífica hasta nosotros y le contesta:

—Así es. —Luego me observa para aclararme—. Te dije que era parte de la ley del infierno, contrólate.

Bajo la mano, con dificultad por aquella fuerza invisible, acto seguido decido quejarme ante la chica.

—Reacciona, Ada, lo que te dije es verdad, date cuenta de que tienes un demonio en frente —le recrimino.

Adara me ignora, aunque en realidad sigue perdida en las sombras que la persiguen. Creí que había salido de ese trance al ver al imbécil de Akil, pero ya ha vuelto a estar en el limbo de su mente.

—Tráiganme sus cosas —ordena Stormville, entonces Elerick les hace una señal a sus siervos, para que vayan a buscar las pertenencias.

—No te la llevarás —aclaro.

—Cainán Done, ¿cierto? Tú y yo hablamos por teléfono, fuiste muy grosero, pero te perdono. —Apoya su mano en mi hombro de manera muy amigable—. Adara me pidió que viniera por ella, solo cumplo sus deseos, no te alteres.

Me aparto.

—He dicho que no te la llevarás —repito.

—Tienes razón, lo correcto sería decir que me acompañará.

¿Se burla de mí?

—Escucha. —Sonrío—. No sé quién eres ni me interesa, pero esta mujer me llamó a mí para que la ayudase.

—Y te lo agradezco, pero ya estoy aquí.

—¿Eso qué significa? —Mantengo la sonrisa.

Un demonio se acerca y le entrega las pertenencias de Adara. Él abre la puerta de su vehículo, entonces las introduce allí, luego se digna a responderme.

—Soy lo único que tiene y tú eres un sospechoso de asesinato, así que deberías revisar tus prioridades, pues te seré sincero. —Ayuda a Adara a entrar a su coche—. Estás muy complicado. —Se escucha la puerta, cerrarse—. Búscate un abogado, lo vas a necesitar.

Sube al auto también y veo como el vehículo se retira, sin yo poder mover un minúsculo dedo. Cuando el coche se aleja, giro mi enojo hacia Elerick.

—Más te vale que hagas algo o te juro que serás tú quien las pague —amenazo, sonriente.

Permanece calmado.

—Te conseguiré a un abogado.

Eso no me ayuda.

Adara

El movimiento del vehículo me despabila, entonces abro los ojos. ¿Me desmayé? Estaba agotada mentalmente. Giro mi vista, así que veo a Akil, conduciendo. No fue un sueño, está aquí. Mi corazón corre acelerado y siento calor en mis mejillas.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now