34: Seguro de vida

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Adara

Mi corazón palpita muy rápido, así que él ya sabe que estoy en su puerta. Mis mejillas arden cuando abre y nuestras miradas se encuentran. Estoy tan solo un poco decepcionada al ver a B, pero igual mis emociones no cambian. Después de todo, sea A o B, es la misma persona, es Cainán.

—Es muy tarde, ¿sabías? —declara, acomodándose en el borde de su puerta, apoyando su hombro en esta, cruzándose de brazos y regalándome una sonrisa amigable—. ¿Me viene a interrogar a estas altas horas de la noche, detective?

Pongo un mechón de cabello detrás de mi oreja y le mantengo la mirada a aquel demonio, que anda de coqueto, jugueteando con sus palabras.

—¿No me vas a invitar a pasar? —consulto.

—¿Por qué? Recuerdo ser rechazado.

—¿No me pediste que me quedara?

—Sí, y te fuiste con Akil. —Mantiene la sonrisa.

—Como sea, quiero aclarar cosas.

Enarca una ceja.

—¿Y prefieres que sea A? —se burla.

—Da igual, ambos quieren lo mismo, y de todas formas me está escuchando, ¿no?

—Así es. —Asiente.

—Bien, no lo voy a negar, me gustas, ya lo sabes.

—También te gusta Akil —agrega.

—Creo que es un sentimiento como de nostalgia, pero... supongo, que hay algo más fuerte entre nosotros.

—Claro, la nostalgia tiene que ver con el pasado, yo soy el ahora —expresa altanero.

Ruedo los ojos.

—Como sea, ese no es el punto.

—¿Cuál es? —Permanece sereno.

B es muy tranquilo cuando piensa que tiene el control. Nuestro primer encuentro fue así, en el momento que nos conocimos, estaba muy apacible. Creo que esa faceta de calma le queda bien, sin embargo, consigue que me moleste su soberbia.

—También te gusto —aclaro.

—Sí, ¿y? —Hace una pausa y pide—. Continúa.

—Te besaría, pero me das asco —expreso, molesta.

Se carcajea.

—Qué fue esa declaración.

—Escucha, B, la verdad es que cometiste un error, pues pienso que es más fácil decírtelo a ti, ya que no hay tantos sentimientos involucrados.

Deja de sonreír, quedando confundido, y enarca una ceja.

—¿A dónde quieres llegar?

—Nunca vas a comerme, jamás —le advierto.

Vuelve a reír.

—¿Y eso lo decidiste tú? ¿Cuándo? ¿Con qué derecho?

—Es mi cuerpo, obvio que lo decido yo —dictamino.

—¿Viniste hasta aquí a decirme eso? —Se indigna y bufa, demostrando su molestia—. Qué pérdida de tiempo.

—¿Cómo planeas hacerlo? Pues ni creas que te lo permitiré. No entiendo cómo piensas que yo en mi sano juicio dejaría que me asesinaras. Tienes que saber que no voy a ceder, nunca tendrías mi consentimiento para acabar con mi vida. No planeo morir, tengo muchas cosas por las que vivir, compréndelo.

Hace una pausa, analizándolo.

—Entiendo, aunque igual estás dando muchas vueltas.

—No, eso era lo que quería decirte —declaro firme.

Forma una sonrisa maliciosa, pero luego su gesto se modifica a uno de póker, demostrando que han intercambiado, luego se me aproxima para empujarme con fuerza al otro borde de la puerta.

Eso dolió.

—Adara... —susurra A, cerca de mi boca—. ¿En realidad viniste aquí a decirme eso...? —Se aproxima hasta mi oreja—. ¿O en verdad viniste a tener sexo salvaje conmigo?

Mi pecho sube y baja, por mi respiración agitada, y porque me encuentro muy nerviosa, pero, aun así, no desisto en ningún momento.

Trago saliva.

—Yo... —Oigo retumbar mi corazón con fuerza, muevo mi cara para mirarlo de frente y mantenerle la vista fija—. Yo vine aquí, para asegurarme de que cuando haga alguna estupidez, pueda tener la certeza de que no moriré.

—¿Una estupidez? ¿Cómo cuál?

—¡¡Cómo esta!! —Lo agarro de las mejillas y me lanzo a besarlo, él enseguida me corresponde. Muestras bocas se mueven en un baile deseoso de más, pero lo detengo en un momento de lucidez. Me alejo un poco, mientras escucho mi respiración agitada—. Eso sí, fue un beso. —Me muerdo el labio inferior, recordando que los anteriores, fueron por otras razones.

—Sí —susurra e intenta besarme otra vez, pero retrocedo mi cabeza, evitándolo—. ¿No quieres hacer otra estupidez? —consulta.

—Quiero, pero todavía no me has dado mi seguro de vida. —Entrecierro los ojos.

Sonríe.

—Cuidado, puede ser un seguro temporal.

—Si quieres que sigamos haciendo estupideces...

—Adara... —me interrumpe y sus manos recorren mi cuello hasta llegar a mis mejillas—. Hoy no voy a comerte, voy a degustarte, ¿contenta?

—Supongo que me tendré que conformar.

—No dolerá, lo juro. —Me vuelve a besar y esta vez se lo permito—. Vamos al cuarto. 

Se viene 😏🔥

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Se viene 😏🔥

Saludos, Vivi.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now